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sábado, abril 20, 2024
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Agua, contaminación, salud y medioambiente

El agua que consume la población paceña parece que no es tan potable como se presume, y los riesgos a que está sometida la ciudadanía deben ser evaluados por una misión especializada, mejor si es de la Organización Mundial de la Salud. Un oportuno informe de prensa, da cuenta que el agua que llega a las represas puede estar contaminada. Por lo menos eso se desprende de un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones Químicas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), que identificó afluentes mineros que aportan altas concentraciones de aguas ácidas en la microcuenca Hampaturi.

De acuerdo a la versión, la Red Polinizar organizó un evento público para socializar esta investigación con la población paceña. «Después de las represas hay una tubería que desemboca al curso del río y que básicamente ahí es donde sí aporta bastante el drenaje ácido de mina y que prácticamente son aguas naranjas que van directo, se mezclan con aguas cristalinas y aumenta la concentración de ciertos elementos», refirió uno de los investigadores, Romel Aruquipa. En el documento de estudio se establece que las aguas superficiales en los dos puntos de muestreo (RH-3 y RH-4) plasman un incremento de metales pesados como Zinc, Cobre, Manganeso, entre otros, lo que se debe a la cercanía de la actividad minera de la mina que está sobre el río Hampaturi.

Las aguas que llegan a las represas provienen de los deshielos de la cordillera y de las cumbres nevadas de las zonas altas, pero en las laderas hay trabajos mineros que, como ocurre en casi todo el territorio nacional, incumplen las normas industriales de sanidad y las previsiones sobre medioambiente. El caso de la contaminación del río Pilcomayo por los desechos de las minas de Potosí, es otro ejemplo preocupante, como lo es la explotación de oro en el norte del departamento de La Paz, y en los ríos de Pando y Beni.

Las reiteradas denuncias que se han efectuado hasta ahora no han conmovido a las autoridades nacionales, departamentales, ni de los municipios más afectados, convirtiendo a esos funcionarios en cómplices por omisión, y negligencia. Algunos, por tener responsabilidad directamente como el Ministerio de Medioambiente y Agua, que al parecer estaba muy ocupado en otras actividades «non santas».

El agua que se está contaminando en gran parte del territorio nacional, pronto cobrará un costo muy alto por los daños irreparables, que se suman a los efectos del calentamiento global. Marlene Quintanilla, directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) en Bolivia, considera que la afectación de los ecosistemas es muy sensible. Los glaciares han tenido un deterioro devastador. «Más de la mitad de los glaciares se han eliminado, lo cual los ubica en un punto de mayor fragilidad, porque a medida que se reduce el tamaño de los glaciares, se acelera también la pérdida de la capa de hielo que aún los cubre», explica Quintanilla. Uno de los resultados más dramáticos del estudio ha sido el retroceso de los glaciares cuya cobertura de nieve se redujo 56.2% en los últimos 37 años. En total desaparecieron 39.000 hectáreas de hielo. «Esto tiene que ver con el calentamiento global, pero también es un impacto directo de la deforestación en las tierras bajas de Bolivia y a nivel regional, según el informe.

Según la Organización de Naciones Unidas, el agua está en el epicentro del desarrollo sostenible y es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la energía, la producción de alimentos, los ecosistemas y para la supervivencia de los seres humanos. El agua también forma parte crucial de la adaptación al cambio climático, y es un decisivo vínculo entre la sociedad y el medioambiente. El agua es, además, una cuestión de derechos. A medida que crece la población mundial se genera una necesidad creciente de conciliar la competencia entre las demandas comerciales de los recursos hídricos para que las comunidades tengan lo suficiente para satisfacer sus necesidades.

El desarrollo del ser humano requiere que el agua y los sistemas de saneamiento se lleven a cabo de forma separada. Ambos son vitales para reducir el número de enfermedades y para mejorar la salud, la educación y la productividad económica de las poblaciones. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, trata de «garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos». Las metas de este objetivo cubren tanto los aspectos del ciclo del agua como los sistemas de saneamiento. Dado que el agua es un elemento crucial en muchas esferas de la vida humana, la consecución de este objetivo contribuirá al progreso de otros ODS, principalmente los relacionados con la salud, la educación, el crecimiento económico y el medio ambiente.

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