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viernes, abril 19, 2024
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Alerta por la próxima crisis financiera

Una de las razones del enorme esfuerzo que se dedica en el mundo al análisis de las economías, es sin duda el temor a las crisis que por diversas causas y efectos han ocasionado grandes daños a países, gobiernos, empresas y al desarrollo general e integral. Por ello los organismos internacionales y la mayoría de los gobiernos previsores, efectúan análisis periódicos y exploran las consecuencias de determinadas acciones. Aunque hasta ahora las previsiones nunca han sido tan certeras como para evitar secuelas, un mayor conocimiento probablemente haya contribuido a que algunas economías se salven. Por ello es necesario estar atentos a algunas señales que generalmente son fácilmente reconocibles.

Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, alerta sobre la necesidad de estar prevenidos. El trabajo de investigación elaborado por los consultores del BID, Eric Parrado Herrera, Eduardo Cavallo y Juan Hernández considera que, si bien el mundo puede evitar otra recesión, una desaceleración mundial persistente probablemente impactará a América Latina y el Caribe, que en la actualidad son mucho más débiles que hace una década en su capacidad para resistir shocks externos. Asimismo, la profesora Reinhart, experta en crisis financieros, transmitió ese mensaje en su discurso en la quincuagésima reunión de la Red de los economistas jefes de bancos centrales y ministerios de Finanzas, un foro creado hace 25 años por el Departamento de Investigación del BID para promover debates de alto nivel sobre macroeconomía y temas financieros, así como para estimular la investigación en el Departamento. De acuerdo a un informe de ese organismo, en la reunión se analizaron los trabajos de investigación y se aportó tanto información como análisis. Una de las conclusiones advierte que, a nivel mundial, las economías avanzadas carecen de los instrumentos que tuvieron en crisis pasadas. Es decir, que cuentan con herramientas monetarias y fiscales más limitadas para enfrentar la desaceleración global. China, que por su explosivo crecimiento ayudo a mitigar la crisis pasada, está experimentando ahora una transformación estructural que conlleva una ralentización de su crecimiento. Por ende, China no es ahora el mismo motor de los altos precios de las materias primas y el crecimiento mundial y tampoco genera la misma cantidad de salidas de capitales que apoyaron a las economías emergentes, incluidas las de América Latina y el Caribe.

Un crecimiento global más lento también puede significar tasas de interés globales más bajas por más tiempo. Este es un factor positivo en sí mismo para América Latina y el Caribe. Pero esas bajas tasas podrían también retrasar las reformas fiscales necesarias y es poco probable que resulten tan beneficiosas para la región, como lo fueron antes, debido a otros factores externos, como los precios más bajos de las materias primas, y un menor crecimiento mundial. El estudio puntualiza que Latinoamérica y el Caribe tienen debilidades internas con mayores déficits fiscales, mayores déficits por cuenta corriente y una mayor proporción de su deuda en dólares de la que tenía antes de la crisis financiera de 2008. Los países tienen reservas internacionales más altas que hace una década. Pero, según las estimaciones, las mayores reservas no alcanzan para compensar el riesgo adicional que implican los mayores déficits y la dolarización financiera.

La proyección considera también que, aunque probablemente América Latina y el Caribe no sufrirán shocks tan severos como los de la crisis financiera mundial de 2008, la región es más vulnerable de lo que era en ese entonces, con un entorno externo e interno menos favorable. Hoy en día, los fuertes vientos han vuelto a cambiar el entorno macroeconómico, haciendo que la región pase de ser un lugar más seguro a un lugar más riesgoso en un mundo más desafiante con bajo crecimiento, precios bajos de las materias primas y guerras comerciales.

El BID sugiere que, en este escenario, el desafío consiste en reconstruir los amortiguadores internos que en el pasado fueron tan eficaces para proteger a la región de shocks externos. Es indispensable garantizar la estabilidad macroeconómica y financiera para lograr un progreso más constante hacia niveles de ingresos más altos. Pero es posible que eso no sea suficiente. Si América Latina y el Caribe esperan crecer más rápido, reducir la inequidad y lograr mayor cohesión social, debe avanzar con las reformas para aumentar la productividad y la inversión.

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