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viernes, marzo 29, 2024
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Ataque cibernético al TSE

La seguridad y certeza de que se puede confiar en un proceso electoral tiene que ver con la idoneidad de las personas que dirigen el Órgano Electoral, y especialmente por la independencia de quienes ofician como vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), y en la actualidad con la calidad de los medios tecnológicos con los que se cuenta. Las experiencias desastrosas del pasado obligan a tomar previsiones que parece no han sido del todo seguras en las últimas elecciones.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia sufrió el martes pasado un «ciberataque» desde el extranjero, pero según los responsables de este organismo, no afectó el conteo oficial de votos de las elecciones de gobernadores y alcaldes del pasado domingo. En un comunicado el TSE informó que su página oficial en internet «fue objeto de un ciberataque» y que «para mitigarlo se activó el modo ‘ataque’ en el firewall (protección) de aplicaciones web de la institución».

Explicó que «los ataques identificados proceden desde el exterior. Sin embargo, los servicios web permanecen disponibles para la ciudadanía» y que «este intento de ataque no ha paralizado la página de resultados». La escueta información no permite conocer detalles de este hecho, ni de qué país provino el ataque, pero sin duda representa una preocupante situación de vulnerabilidad, ya que en los anteriores comicios se denunció la intromisión de hackers desde el exterior, inclusive se identificó a un grupo de mexicanos. No se puede dejar un hecho de esta naturaleza como si nada pasara. Es necesaria una investigación especializada.

Aunque el recuento de votos no haya sido afectado, existe como antecedente el hecho y las consecuencias desastrosas de las elecciones de 2019, anuladas por una serie de irregularidades, que lamentablemente se las pretende dejar en el olvido. Es verdad que es difícil identificar con precisión este tipo de situaciones, pero no es imposible. Existen mecanismos mediante los cuales se puede establecer no solo el país de donde vino una intromisión, sino desde el lugar y equipos utilizados.

Es importante saber que un ataque cibernético se constituye en un conjunto de acciones ofensivas contra sistemas de información, como bases de datos, redes computacionales, con intenciones de perjudicar, y que pueden tener diferentes objetivos, entre ellos la intención de dañar o alterar información. El ataque cibernético puede dirigirse tanto a los equipos y sistemas que operan en la red anulando los servicios que prestan, como afectando a los datos e información que se almacenan en bases de datos, robándolos o usándolos para diversos fines.

En el portal del grupo internacional «Caser Seguros» se exponen orientaciones sobre este tipo de situaciones. Explica que existen diferentes tipos de ataques que se pueden categorizar en cuatro grandes grupos según su finalidad: Cibercrimen: utilizando técnicas para robar identidad de personas o empresas; realizar fraudes bancarios, vaciar cuentas, etc. Otra forma de actuar señala que los hackers vulneran páginas de empresas grandes o del gobierno, a veces, incluso desde el propio ordenador, para realizar una protesta. El objetivo de estos «ciberataques» es ideológico, social, y dentro de los hacktivistas, la organización Anonymous es la más conocida. También hay otras formas como el ciber espionaje y ciber terrorismo.

La creciente actividad de esta moderna forma de delito, en la legislación boliviana es incompleta, por lo que es necesario que cuanto antes se sienten bases para enfrentar estas eventualidades. El gasto mundial en ciber seguridad creció rápidamente, superando los 80.000 millones de dólares en productos y servicios de seguridad de la información. Estas herramientas son un arma básica, pero no la única. La mayoría de estos ataques se basan en la ingeniería social, es decir, en engañar a las personas para que proporcionen la información. La recomendación del grupo Caser, se centra en la previsión, y señala que es de vital importancia que los empleados del gobierno, de las instituciones y de las empresas conozcan los riesgos a los que se enfrentan, por lo que debe invertirse en formación y capacitación para poder detectar a tiempo acciones potencialmente peligrosas.

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