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viernes, abril 19, 2024
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Bolivia comparte con el mundo su fiesta de las miniaturas

Bolivia celebra su festividad andina de la Alasita, de los sueños en miniatura, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, con la intención de extenderla al menos a una veintena de países.

El acto principal se desarrolló en La Paz, de donde es originaria esta tradición, con la presencia del vicepresidente del país, Álvaro García Linera, la ministra de Culturas, Wilma Alanoca, y autoridades municipales.

«Hoy compartimos la Alasita en el mundo entero, porque en veinte países a estas horas también celebramos la Alasita», dijo a Efe la ministra Alanoca durante el recorrido inaugural de la gran feria en la que se exhibe un sinfín miniaturas fabricadas artesanalmente.

De acuerdo a la tradición, cada 24 de enero a mediodía toda persona creyente debe iniciar un recorrido para comprar alguna miniatura relacionada con algún deseo material, como dinero, alimentos, vehículos, títulos de propiedad y otros bienes materiales.

También es común llevarlas de inmediato ante un sabio andino o a un templo católico, para que por medio de una bendición especial los deseos de quien las adquirió se transformen en realidad durante el año.

«Aquí vienen todos los que quieren y tienen fe, la fe es lo que manda», manifestó a Efe el kallahuaya o sacerdote aimara Raúl Mayta que realiza esa labor hace muchas décadas, desde que tenía 17 años.

Mayta es uno de tantos sabios apostados a los pies de una gran estatua del Ekeko, la principal deidad andina vinculada a la abundancia y la prosperidad, situada en el corazón del Parque Urbano Central de La Paz, corazón de la feria de la Alasita.

A los pies de la imagen del dios tallada en piedra, un grupo de personas aguarda que algún creyente lance un fajo de pequeños billetes, para atrapar alguno en espera de suerte.

Otros llegan con sus miniaturas a las que aplican sahumerios y echan algo de alcohol, al mismo tiempo que repican campanillas.

En la feria, uno de los lugares más concurridos es el altar improvisado del maestro Mariano, que realiza las bendiciones con rigor y orden, al mismo tiempo que usa abundante incienso, pétalos de flores y alcohol, ante la atenta mirada de su transitoria feligresía.

Mariano recibe a los creyentes en el dios de la abundancia de cuatro en cuarto, exige que las bolsas negras se desechen, hace la señal de la cruz con un crucifijo grande y al concluir sus ritos ata un pequeño cordel en las muñecas de todos los que recurrieron a él.

Elizabeth, una mujer que llegó para la Alasita desde la región central de Cochabamba, explicó a Efe que vino con «mucha fe» en el Ekeko y que compró miniaturas relacionas con títulos de estudios para sus hijos y dinero.

Los recorridos rituales en La Paz durante esta festividad fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2017.

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