Las elecciones generales se han realizado en un ambiente de respeto y tranquilidad, la ciudadanía ha cumplido su deber con celo, aunque con desconfianza debido a la actuación de los responsables electorales, que dieron señales lamentables que pusieron en duda su imparcialidad. Aunque los resultados oficiales serán presentados posteriormente por el Tribunal Supremo Electoral, el conteo rápido y el control efectuado por diversas instancias, señalan que habrá una segunda vuelta para elegir al Presidente y Vicepresidente. Pero está elección ha determinado también algo muy importante, como es la composición de la Asamblea Legislativa ya que además se ha elegido a 130 diputados, 36 senadores y 9 representantes «supra estatales», que integrarán el Legislativo para el periodo 2020-2025.
En cuanto a la Presidencia, ninguno de los candidatos logró el respaldo suficiente para asumir directamente el gobierno y ahora entre los dos que lograron el mayor caudal de votos, Evo Morales, del MAS y Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, tendrán que someterse al veredicto del pueblo en nuevas elecciones a realizarse probablemente en diciembre. Las tendencias que surgen de algunos antecedentes y de los resultados que lograron las otras fuerzas, dejan un espacio muy amplio para que las dos corrientes puedan conseguir un mayor caudal de votos en las próximas elecciones. De todas maneras, un hecho claro es que el próximo Gobierno, cualquiera fuere el Presidente, no tendrá el control de la Asamblea Legislativa, y con la experiencia vivida, es mejor que así sea para evitar el abuso de poder que en los últimos 13 años ha permitido que se someta a la justicia al peor estado desde la creación de la República, y se convierta al parlamento en una simple dependencia para legalizar las decisiones que venían del Ejecutivo. Ni el Órgano Electoral se salvó del control político militante que permitió ominosas y groseras arbitrariedades, como el manejo discrecional de los bienes del Estado para hacer campaña electoral, sin que el Tribunal Supremo Electoral tenga la suficiencia para frenar estos abusos.
Por lo demás, es indiscutible que Evo Mortales mantiene liderazgo sobre un amplio sector nacional, y continuará gravitando en la política nacional, cualquiera fuese el resultado de la segunda vuelta. Al mismo tiempo, se ha confirmado el otro liderazgo con Carlos Mesa.
El caudal de votos que quedaron junto a los candidatos perdedores es suficiente para hacer Presidente a cualquiera de las dos opciones, pero para ello es necesario que se adopten algunas medidas imprescindibles, que hagan posible un equilibrio en la capacidad de llegada de los candidatos a los electores en igualdad de condiciones, sin los privilegios y ventajas, como el uso de los bienes del Estado, aviones, transporte, y medios de comunicación, además de utilizar a empleados públicos en la campaña electoral.
En esa oportunidad, la Organización de Estados Americanos efectuó varias observaciones que ahora se han repetido. La OEA decía hace cinco años que las deficiencias que se presentaron, en una en una elección estrecha, podrían ser problemáticas. El reporte de la OEA advirtió «de manera enfática» que se implemente un sistema «eficaz» de transmisión y difusión de resultados preliminares. Otra de las recomendaciones del organismo era que la propaganda gubernamental quede sujeta a la Ley de Régimen Electoral para lograr «mayor equilibrio en los medios de comunicación». La misión recibió «quejas reiteradas» de la oposición sobre «la constante difusión de logros del actual Gobierno» durante la campaña.
En realidad, en las elecciones del domingo se reiteraron las deficiencias y se sumaron otras más, que seguramente los observadores internacionales analizaran en su momento. En resumen, las elecciones en Bolivia abrieron la posibilidad de una segunda vuelta para definir quién gobernará Bolivia, mientras que, en la Asamblea Legislativa, ya se ha definido que ninguna fuerza podrá ejercer hegemonía, hecho que permite alentar esperanzas por lograr que se retome la reconstrucción de la institucionalidad.