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Censura y hostigamiento, el costo de un artista por parodiar a Evo Morales

El humor político puede ser tan demoledor como una protesta social, más cuando el objeto de la parodia es alguien como Evo Morales, al que el artista boliviano Enrique Calderón imitó con picardía por casi por ocho años, algo que le valió desde amenazas hasta el «boicot» a sus funciones de teatro.

El Evo de Calderón tiene un aura de picardía, una voz que casi calca a la original del político boliviano, gestos como el índice levantado cuando enfatiza.

El discurso del personaje rescata lo indígena con frases tradicionales que se aplican en distintos contextos, una muestra de «humor fino», como alguien alguna vez le manifestó.

En una entrevista con Efe, Calderón, uno de los imitadores de Morales más populares de Bolivia, aseguró que su intención no fue «menospreciar su investidura» sino enfocarse en las «acciones» y la «visión radical» para dar vida a su personaje.

Génesis del personaje

«Siempre me he considerado un actor de teatro (…), no soy comediante», afirmó Calderón con una sonrisa que parece negar lo que dice.

El inicio de su personaje fue en 2011, en una gira teatral, cuando en una habitación junto a su colega Mauricio Sánchez comenzaron a hacer imitaciones en las que Calderón mostró la facilidad de replicar a Evo Morales.

«Escribí un pequeño monólogo y lo presenté», mencionó.

Vestido con una peluca con peinado al medio, un saco o americana con motivos andinos y una banda de presidente, Calderón saltó a un escenario de Tarija, una región del sur del país que aquel momento rechazaba a Morales.

En medio de silbidos y animadversión, comenzó a hablar, rememoró.

«Un ratito, (acá hay) puro infiltrados. No voy a permitir», fue lo que dijo y con ello arrancó tantas risas que le hicieron dar cuenta del poder del personaje que representa hasta ahora.

Sin embargo, la mayor difusión de esa parodia fue en redes sociales y no en las tablas teatrales.

Un primer video de 2012 que se llamó «La Navidad del Presidente» sirvió para hacerlo más popular, al reasignar el carácter de esa festividad con elementos andinos jocosos como el nombre de Papá Noel reemplazado por el de «Tata Noel», en aimara, o el tradicional pino navideño «imperialista» por un eucalipto.

La resistencia al humor

Calderón se resiste a que lo encasillen dentro del mero entretenimiento, prefiere que se lo vea como un actor «con contenido reflexivo y social», algo que no ha agradado a todos.

«Al principio, se rieron» los seguidores de Morales, reconoció, pero luego «los radicales no querían» que se imite a Evo ni que sea motivo de humor.

Ahí es donde comenzaron los primeros insultos en redes sociales, llamándolo «payaso de la derecha» o «desclasado» por supuestamente no sentirse presentado por las consignas populares de los seguidores de Morales y por «criticar al primer presidente indígena».

Luego la intolerancia llegó a extremos como las amenazas de muerte, de propinarles palizas a él y a su elenco, e inclusive de quemar su casa, una muestra de que Evo Morales se volvió «intocable», remarcó Calderón.

La censura llegó a puntos en los que las autoridades del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, le suspendían el alquiler de teatros estatales para la presentación una obra.

O la negativa de algunos medios de comunicación de darle espacios para promocionar sus actividades, por miedo a represalias.

Lo más delicado llegó cuando Calderón lanzó la obra teatral «La Zapatita Roja y el Evo Feroz», cuyo título evocaba un popular cuento infantil y que jugaba con elementos de un mediático desliz amoroso del exmandatario.

«No puedo decir que ha sido una censura dictatorial o terrible, pero nunca en mis 25 años (de trabajo artístico) había pasado eso», advirtió Calderón.

Una nueva parodia

Ahora prepara una nueva parodia basada en la renuncia de Morales a la Presidencia de Bolivia y el retorno de «tres chanchitos» o cerditos, que desde su ironía simbolizarán a las fuerzas conservadoras que ahora quieren gobernar Bolivia.

«Ahora vamos a comprobar qué tanta tolerancia tienen al humor los nuevos gobernantes», señaló, sin descartar que alguien de su elenco pueda incluso dejar en evidencia a la presidenta transitoria de Bolivia, Jeanine Áñez.

En ese marco, declaró que será la «última vez» que representará a Evo Morales y que todo dependerá de si el ex dignatario de Estado decide regresar al país.

El objeto de la sátira de Calderón es parodiar «al que está en posición de poder» sin importar quién sea, ya que es el pueblo el que está en «desventaja» cuando alguien nuevo se hace del Gobierno y artes como el teatro son dispositivos para «controlarlos».

«Sé que ahora va a ser un poco más libre mi expresión, aunque voy a seguir recibiendo ataques», finalizó el actor.

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