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Chile insiste en una solución de seguridad a una protesta que se ha atomizado

El Gobierno chileno convocó al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), un instrumento que sienta en la misma mesa a las autoridades del Estado y a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, para buscar una solución de orden público a unas protestas sociales que se han atomizado.

Este mecanismo, que hunde sus raíces en la actual Constitución chilena, que data de 1980, en plena dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990), vuelve a retrotraer el país a tiempos pretéritos, después de que, durante la primera semana de protestas, que comenzaron el 18 de octubre, el Gobierno mantuviera al Ejército en las calles con el objetivo de asegurar el orden público.

La iniciativa se incluye en un paquete de medidas de seguridad anunciado por el presidente Sebastián Piñera y que incluye también, entre otras cosas, un proyecto de ley para endurecer la sanción de los saqueos; la «ley antiencapuchados», que castiga con más dureza a quienes cometan desórdenes cubriendo sus rostros; o una iniciativa legal para sancionar como delitos el levantamiento de barricadas en las calles.

Todo ello con el objetivo de fortalecer la seguridad y el orden público en el país, que desde el pasado 18 de octubre vive una ola de protestas y manifestaciones que reclaman reformas estructurales, incluida una nueva Constitución, por un país más equitativo, y en cuyo marco han fallecido gasta el momento una veintena de personas.

Vuelven a asomar las Fuerzas Armadas

El Cosena es una instancia integrada por los presidentes del Senado, la Cámara de Diputados y la Corte Suprema, además de los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, el general director de Carabineros y el contralor general de la República, y que fue reformado en 2005 para, entre otras cosas, otorgarle su carácter de mero órgano asesor y que solo pueda ser convocado por el presidente del país.

«(El Cosena) pone en la misma mesa a las fuerzas armadas y a los civiles, y esa figura desde el punto de vista de una Constitución democrática es extraña», dijo a Efe Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.

La experta explicó que desde que se reformó, el Cosena ha sido convocado pocas veces y siempre por temas relativos a la seguridad del país en un contexto de contingencia internacional y que el hecho de que ahora se llame a este órgano para un asunto interno «es novedoso y genera tensión».

«Yo creo que todas estas cosas institucionales tienen su paralelismo en las calles», dijo Dávila, que cree que puede agudizar el cabreo de las personas que se manifiestan en paz por reformas sociales, mientras que a aquellos violentos para los que potencialmente se convoca, «el Cosena les da lo mismo».

El director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile, Sergio Micco, calificó la convocatoria del Cosena como un hecho «lamentable», y desde la oposición política también fue muy criticada la llamada a este organismo.

«El presidente Piñera reitera el llamado a la guerra convocando al Consejo de Seguridad Nacional. Sin escuchar a una sociedad que pide fin a los abusos y Nueva Constitución. Al presidente parece que le entusiasma más la idea de la guerra, que ideas para solucionar el conflicto», dijo el diputado de Revolución Democrática Jorge Brito.

Por su parte, el diputado Gabriel Boric, de Convergencia Social, señaló: «Uno pensaría que cuando en un contexto de crisis social el Presidente se dirige a todo el país será para anunciar propuestas de fondo para solucionar la crisis social. Pero no. El presidente Piñera acaba de dirigirse al país para anunciar más represión».

El INDH informó este jueves que recibió unas 2.300 denuncias por vulneraciones de los derechos humanos desde el inicio de las protestas el pasado 18 de octubre, que han dejado ya 20 fallecidos, seis de ellos extranjeros, la mayoría apunta al «actuar vulneratorio» del cuerpo de Carabineros de Chile las Fuerzas Armadas durante las manifestaciones.

Protestas atomizadas

En las últimas jornadas estas protestas, que tenían su epicentro en la Plaza Italia de Santiago de Chile, se han atomizado para extender por otros puntos de la ciudad, en especial por la comuna de Providencia, un espacio comercial de clase media y media-alta.

También ha descendido estos últimos días la masa ciudadana que se manifiesta en las calles, que fue muy menor este jueves y que acabó siendo fuertemente reprimida por las fuerzas del orden, después de los desmanes del que fue objeto este barrio el miércoles.

En esta jornada, unas cientos de personas se concentraron en las cercanías del centro comercial Costanera Center, aledaño a la Gran Torre Santiago, la mayor de Iberoamérica, y caminó de forma pacífica hacia el oriente con el objetivo de alcanzar la comuna pudiente de Las Condes.

Sin embargo, las fuerzas del orden cortaron el avance y dispersaron las manifestaciones lanzando agua y gases lacrimógenos, y disparando pelotas de goma.

En algunas esquinas, algunos manifestantes violentos formaron barricadas con fuego y hubo también algún saqueo a algún comercio, si bien los desmanes fueron muy menores esta jornada.

También hubo manifestaciones ante la sede regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por parte de empleados de la Salud, y en la mañana un grupo de transportistas cortaron algunas carreteras para protestar contra los peajes urbanos que tienen que pagar.

La convocatoria para este viernes, que recupera la Plaza Italia como lugar de reunión, aspira a ser tan masiva como la del viernes 25 de octubre, que reunió a más de un millón de personas marchando de forma pacífica, algo nunca visto en el país al menos desde el fin de la dictadura.

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