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miércoles, abril 24, 2024
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Congreso y partidos de Perú en su peor momento

Mónica Martínez

El Parlamento y los partidos de Perú atraviesan su peor momento de aprobación en la historia reciente con el rechazo de más del 80 % de la población, tras el pulso sostenido con el presidente Martín Vizcarra y los intentos para bloquear sus reformas para salir de la grave crisis de corrupción del país.

El presidente peruano exigió al Congreso, en julio pasado, aprobar cuatro reformas sobre la designación de miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, el retorno a las dos cámaras en el Parlamento, la no reelección legislativa y el control de la financiación de los partidos.

Los proyectos del Ejecutivo buscaban acabar con la corrupción en el sistema político, a la par de las reformas que ha propuesto en el Poder Judicial, tras el escándalo que reveló la existencia de una mafia de magistrados que negociaba sentencias y cargos, a cambio de dinero y favores políticos.

Vizcarra plantó cara al Legislativo hace una semana al pedir una cuestión de confianza a su gabinete, debido a que las reformas no eran debatidas en comisión y corrían el riesgo de no aprobarse a tiempo para ser ratificadas en referéndum antes de fin de año.

Para el Ejecutivo, era claro que el partido Fuerza Popular de la excandidata presidencial Keiko Fujimori, con mayoría en el Legislativo, no tenía intención en impulsar esas reformas por conveniencia en mantener su cuota de poder.

En el caso de que el Parlamento no aprobase la cuestión de confianza al Ejecutivo, el mandatario tenía la opción constitucional de cerrar el Congreso.

Fujimori acusó a Vizcarra de tener intenciones golpistas y de no ocuparse de temas más urgentes en el país, pero en el pleno sus legisladores y el resto de bancadas terminaron por dar la confianza al gabinete y empezaron a aprobar las reformas del Ejecutivo pese a que poco antes las calificaron como «mamarrachos».

El caso es que la población peruana, de acuerdo a las últimas encuestas, parece haber aceptado la versión del mandatario, que ha mejorado su aprobación hasta límites insólitos mientras que el Congreso y los líderes opositores se han hundido.

Según una encuesta de Ipsos publicada el lunes, 86 % de la población tiene desconfianza del Congreso, y sólo 12 % lo apoya, mientras que el 84 % desconfía de los partidos políticos.

Hace un año, el Parlamento gozaba de la confianza del 23 %, cuando el fujimorismo tenía la mayoría absoluta y el hermano de Keiko, Kenji Fujimori, aún formaba parte de Fuerza Popular junto a 10 partidarios que se apartaron de la agrupación, tras negarse a votar a favor de la destitución de Kuczynski.

En tanto, el Ejecutivo inspira desconfianza al 69 % de la población, pero la aprobación a Vizcarra subió este mes al 52 %, el doble de la registrada en julio último.

Según otra encuesta de la firma GfK, la desaprobación al gobernante bajó a 35 %, mientras que la percepción de su «claridad» para gobernar se incrementó a 45 %.

Un 66 % de encuestados afirmó que respaldaría a Vizcarra si decide cerrar el Congreso si demora en la aprobación a sus reformas y el 54 % coincidió en que los proyectos no pueden ser aplazados.

El descrédito hacia Fuerza Popular quedará evidenciado «casi con seguridad» en las elecciones municipales y regionales del 7 de octubre, opinó el economista Manuel Romero Caro.

«Un tema clave en este sentido será hasta qué momento Keiko Fujimori y su entorno más cercano podrán seguir manteniendo la unidad de Fuerza Popular en vista de su acelerado desgaste», dijo Romero.

El analista agregó que tampoco le cabe duda de que Fuerza Popular «le pasará factura» a Vizcarra por «el jaque» en que lo puso, y que su estrategia pasaría por desprestigiarlo, a raíz de su paso por otros cargos políticos.

Para el abogado César Azabache, la velocidad de reacción que ha adquirido Vizcarra «no se está traduciendo en la puesta en marcha de políticas públicas en materia de justicia».

Azabache dijo, en un artículo en El Comercio, que «si este desfase se mantiene, entonces el capital político acumulado en la coyuntura podría agotarse en el momento mismo en que el referéndum se concrete».

Esa advertencia parece clara en Perú, donde los presidentes tienden a desgastarse muy rápido en el ejercicio del poder y donde el apoyo popular puede esfumarse tan rápido como llegó.

En 2011, el Partido Nacionalista de Peruano de Ollanta Humala, que resultó elegido presidente, fue la fuerza más votada en el Parlamento, y obtuvo 47 diputados.

En 2016, el partido desapareció absolutamente de la Cámara y Humala entró en prisión un año después acusado de corrupción.

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