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viernes, abril 19, 2024
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El aporte de las universidades públicas

Las universidades públicas buscan cambiar la distorsión que sufren por una interpretación errónea de la autonomía y por la injerencia política partidaria que utiliza el sistema para sus propios fines. Hay una nueva dirección en el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB) que intenta un cambio, bajo el escrutinio de las universidades, de los propios docentes, estudiantes y de la comunidad nacional, que espera que se devuelva la independencia y el camino de excelencia que es imprescindible para las entidades de estudios superiores, que son los pilares para la formación del pensamiento claro que necesita el país. La ciudadanía todavía espera el aporte de las universidades a la vida nacional más allá de formar profesionales.

El duro golpe que ha sufrido el sistema por los escándalos y la tragedia en una asamblea estudiantil de Potosí, atacada con una granada de gas, han puesto en evidencia los oscuros manejos en la dirigencia estudiantil y la pasiva complacencia de los diferentes estamentos. La prebenda y la toma política de las dirigencias universitarias han derivado en abuso, corrupción y la distorsión de la autonomía universitaria que es una conquista que debe ser protegida en su esencia, pero tal vez perfeccionada bajo la experiencia de hechos que ponen en el escenario factores que perturban a todo el sistema.

Freddy Mendoza, el nuevo representante máximo del CEUB, anunció que se efectuará una auditoria para determinar cómo fue que recibió dinero el máximo dirigente universitario Max Mendoza, al que se lo calificó como un estudiante eterno a sus 53 años de edad. Según el nuevo ejecutivo de la CEUB, es necesario «cambiar la cara del sistema universitario”. Pero la realidad del momento implica no solo la imagen universitaria. Es necesario un verdadero cambio que utilice la autonomía para demostrar que es posible una administración propia eficiente en todo sentido.

Uno de los temas a definir sin demora tiene que ver con los mecanismos de elección de los dirigentes, el lapso en funciones, así como el tiempo para que un estudiante culmine una carrera, y no se eternice en las aulas. Del congreso ya surgieron algunas propuestas y recomendaciones que es pertinente analizarlas y lograr un consenso para su aplicación. Por ejemplo, se ha planteado que la vigencia de la dirigencia no sobrepase dos gestiones continuas y que el postulante tenga aprobado más del 50% de su plan de estudios. Otra propuesta limita la reelección, así como condiciones específicas que los postulantes a la dirigencia estudiantil deben cumplir en relación a asistencia presencial y calificaciones mínimas de aprobación. También se ha sugerido que para ser dirigente se tenga promedio de altas de notas, de manera que solamente puedan acceder a esas funciones los mejores alumnos.

Pero el problema no se limita a formas del manejo estudiantil. Hay un problema más complicado que vencer simultáneamente. Se trata de la injerencia del poder político. No se debe olvidar la tesis desarrollada por el régimen que gobierna el país desde 2006, que busca ideologizar la educación, y filtrar la política partidaria en las instituciones fundamentales. El sistema universitario no pudo evitar esa contaminación, pero si puede cambiar la actual situación buscando cumplir su misión esencial que es la formación de los cuadros técnicos y de profesionales de alto nivel del país; lograr que la investigación y nuevas herramientas culturales sea un aporte universitario para un mejor nivel de vida, y que surjan de las aulas académicas las iniciativas para un verdadero cambio de calidad.

El progreso de la humanidad y el desarrollo de los países que alcanzaron los más altos rangos de industrialización, tecnología y por consiguiente altos niveles de vida de sus ciudadanos, tienen algunos factores de común denominador, que se los puede resumir en educación y esfuerzo. La ciencia y la tecnología son elementos tangibles de este proceso. Sus resultados no pueden negarse y se los puede ver en las nuevas tecnologías que han permitido dar un gran salto cualitativo para la humanidad en muchos aspectos, pero también, es necesario reconocer que la ciencia ha sido y es permeable a distorsiones que impiden comprender que el bienestar material no es todo, sino una factor que debe nutrirse de valores, entre ellos la comprensión de que el desarrollo no debe afectar al planeta en que vivimos, que ya paso del riesgo de un desastre a un peligro inminente. Las universidades tienen que ser factores para este objetivo que no solo es ignorado sino combatido por los poderes políticos.

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