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El fin de los cruceros a Cuba impacta en el «hogar» de exiliados y navieras

El anuncio de la prohibición de los cruceros desde Estados Unidos a Cuba causó impacto en el sur de Florida, donde se concentran el exilio cubano y los principales puertos y compañías de ese popular sector de la industria turística, que son antagonistas en este tema.

Los exiliados se congratularon de una medida que habían reclamado desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017, mientras las compañías de cruceros se limitaron por ahora a informar a sus clientes de la prohibición y a señalar que la están estudiando.

«Estados Unidos no permitirá las visitas a Cuba a través de embarcaciones de pasajeros y embarcaciones recreativas, incluidos cruceros y yates, así como aviones privados y corporativos», señaló un comunicado del Departamento de Estado.

«Cuba continúa desempeñando un papel desestabilizador en el hemisferio occidental, proporcionando un punto de apoyo comunista en la región y apoyando a los adversarios estadounidenses en lugares como Venezuela y Nicaragua al fomentar la inestabilidad, socavar el estado de derecho y suprimir los procesos democráticos», dijo el secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, en un comunicado.

La prohibición, que entrará en vigor el 5 de junio, no afecta a los vuelos comerciales entre Estados Unidos y Cuba, dos países vecinos que han vivido como enemigos prácticamente desde el triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro, en 1959.

A fines de 2014 los entonces presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron un acuerdo para normalizar las relaciones bilaterales y en ese marco se produjo en 2016 la autorización de los cruceros a la isla, aunque sin desmantelar el entramado de leyes que sustentan el embargo comercial estadounidense sobre Cuba.

Desde antes de ganar las elecciones de 2016, Trump prometió acabar con el deshielo y está cumpliendo su promesa con medidas que también tienen que ver con su apoyo a la oposición venezolana para echar del poder al presidente Nicolás Maduro.

«Estamos muy contentos (con la prohibición), esto es por lo que hemos luchado», señaló a Efe Orlando Gutiérrez, del Directorio Democrático Cubano, quien consideró «inmoral» el turismo a Cuba, porque sirve «para llenar los bolsillos de los represores».

La compañía Norwegian Cruise Line indicó a sus clientes a través de su web que está «monitoreando estrechamente» las nuevas restricciones de viajes a Cuba y «cualquier consiguiente impacto» en las líneas de cruceros a ese país.

Un portavoz de Carnival, la mayor empresa de cruceros del mundo, respondió algo similar y la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, en inglés) también, cuando fueron consultados por Efe.

Gutiérrez dijo a Efe que su organización y otras del exilio cubano enviaron cartas y mensajes a las compañías de cruceros cuando se autorizaron estos viajes para exponer las razones por las que se oponían a un «turismo inmoral».

Como no obtuvieron respuesta, fueron «por el camino de las sanciones». «Así lo hemos logrado», señaló.

A una pregunta de Efe acerca de si esta medida no perjudica directamente a los cubanos que prestan servicios a las líneas de cruceros, señaló que están siendo «explotados», pues trabajan para compañías estatales que les «entregan una ínfima parte» de lo que ellas reciben.

Este martes la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro también prohibió los viajes grupales a Cuba, denominados «de pueblo a pueblo», una de las categorías que les son permitidas a los estadounidenses.

Collin Laverty, presidente de Cuba Educational Travel (CET), una organización dedicada a armar esos viajes, consideró que es una decisión «desafortunada» no solo para «compañías que dan empleo y pagan impuestos» en EE.UU., sino para «millones de cubanos que van a sentir la disminución de la afluencia de visitantes».

Laverty no dudó en calificar la medida de «política» y la encuadró en la carrera para las elecciones presidenciales de 2020.

Al felicitar «al presidente Trump y su Administración por continuar su fuerte solidaridad con el pueblo cubano», el congresista republicano Mario Díaz-Balart recordó que las «actividades turísticas» estadounidenses en Cuba son «ilegales».

«En este momento, mientras el régimen en Cuba está socavando la democracia en Venezuela, oponiéndose a los intereses de Estados Unidos en nuestro hemisferio y oprimiendo al pueblo cubano, es crucial que hagamos todo lo posible para negar los dólares estadounidenses a esa brutal dictadura», señaló el legislador de origen cubano.» El primer crucero entre Estados Unidos y Cuba, tras un paréntesis de más de 50 años, fue el Adonia, de la compañía Fathom, filial de Carnival, que zarpó del puerto de Miami el 1 de mayo de 2016 con destino a La Habana, con 704 pasajeros, una docena de ellos cubanoestadounidenses.

En los puertos de Miami y Fort Lauderdale, en el sur de Florida, no están previstas para este martes salidas de cruceros hacia Cuba.

Fuentes del Puerto de Fort Lauderdale indicaron a Efe que este miércoles está previsto que zarpe el Majesty of the Seas, de la compañía Royal Caribbean, en cuyo itinerario aparecía una escala en La Habana antes de dirigirse a Cozumel (México).

Agregaron que no han recibido notificación de que se cancele la salida y advirtieron que el itinerario podría cambiar para no incluir a la capital cubana.

El Gobierno cubano vaticinó el fracaso de las medidas anunciadas este jueves por Estados Unidos.

«Pretenden asfixiar la economía y dañar el nivel de vida de los cubanos para arrancarnos concesiones políticas», pero «fracasarán otra vez», escribió en Twitter el ministro de Exteriores Bruno Rodríguez.

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