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sábado, abril 20, 2024
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El gobierno debe emprender una rectificación político-ideológica

Guido Pizarroso Durán (*)

Que se abra al respeto de las Leyes y la Constitución.

El gobierno del Movimiento Al Socialismo se encamina nuevamente hacia la aplicación de medidas que buscan consolidar su tesis política, aunque en el proceso se prevén dificultades que no existían en años anteriores, cuando el gobierno contaba con un aparato de control absoluto.

Las maniobras para manejar la Asamblea Legislativa mostraron desde un comienzo que las condiciones han cambiado. Lo mismo ocurre con las organizaciones sociales que, antes cooptadas incondicionalmente, hoy están divididas, y lo mismo se observa en el oficialismo con las disidencias, inclusive dentro del seno del MAS que sufrió deserciones y reprobación por las nominaciones de candidatos para las elecciones subnacionales.

La mayoría simple que posee el MAS en la asamblea le favorece al gobierno.

Los cálculos del oficialismo parecen apuntar a ese respaldo que se pueda expresar a la hora de las carencias y las dificultades. Es un hecho que se vienen momentos muy complicados. El país no tiene los recursos económicos ni las bases de producción del pasado inmediato. El despilfarro de los últimos 14 años llevó al país a casi agotar las reservas internacionales de 15 mil millones de dólares, y ahora apenas quedan cinco mil millones, y encima, a tener la deuda externa más grande de la historia con más de diez mil millones de dólares, y creciendo.

En el tiempo de gobierno no es mucho lo que se le puede exigir a la administración del Presidente Luis Arce, pero a la crisis económica se suma crisis sanitaria con una pandemia que está prácticamente descontrolada en el país y sin medidas de atención efectivas hasta el momento. Los anuncios de la compra de 15 millones de dosis de vacunas son alentadores, pero no es una solución, mientras las condiciones de contagio persistan. No se puede pedir simplemente que el pueblo «aguante». La muerte ronda los hogares de los bolivianos y la desatención puede pasarle una factura muy alta al sostén político de la actual administración.

Sin duda, la nueva gestión de gobierno lleva una pesada carga que es herencia propia, que ya no se la puede atribuir al pasado remoto ni a la oposición política que se aplazó en todos sus proyectos por su carencia de capacidad organizativa. En todo caso puede surgir una nueva oposición que se articule sobre las carencias, las necesidades, el dolor que causa la pandemia de coronavirus, y que se fortalezca con los desprendimientos de las organizaciones afines al gobierno y al partido oficialista, pero fundamentalmente por el descontento de sectores populares que ven afectada su economía y que las medidas del gobierno para paliar esa situación son muy pobres.

A ello se suman los descontentos de las regiones que ven en la inacción del gobierno, y la falta de respuestas a sus necesidades de atender la salud, una actitud de abandono deliberado. Gobernaciones y municipios no están en condiciones de afrontar solos la pandemia, y mucho menos la secuela de efectos en la economía, el empleo y la seguridad. A ello se suman las declaraciones hostiles de algunos ministros hacia algunas regiones, mostrando una abierta discriminación. También aprovecharán el rio revuelto los descontentos, los impacientes y los resabios de los partidos tradicionales que aprovechan la coyuntura para agitar las aguas.

En ese ambiente, el gobierno tiene al frente disyuntivas que no pueden esperar mucho, y oscilan entre proseguir el proceso de cambio que hizo aguas por todos lados; emprender una rectificación político-ideológica que se abra al respeto de las Leyes y la Constitución Política, respeto por las bases de la democracia y las libertades, buscando la unidad nacional; o sucumbir a la ola del Chapare que busca más de lo mismo, convirtiendo su gobierno en otro eslabón que responda a directivas foráneas. En ese marco, la gestión 2021 se presenta con un panorama complicado en los campos políticos, económicos, sociales, de la salud de la población, y en el plano institucional, que en la medida de cómo afecte al país la crisis global, podría profundizar las dificultades nacionales.

(*) Ex presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz

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