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miércoles, marzo 27, 2024
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El pensamiento de Jaime Ríos Chacón

Muchas veces se siente la presencia de alguien ausente, especialmente cuando una persona admirada y querida fallece. Y es que este concepto se plasma en realidad cuando las ideas, pensamientos, convicciones y hechos de una persona perduran en el tiempo. Algo de esto trasciende a un año del fallecimiento del Dr. Max Jaime Ríos Chacón, periodista, abogado, parlamentario, empresario y, sobre todo, un personaje que sembró sentimientos y valores altruistas, y proclamó el cumplimiento al ordenamiento legal y los derechos fundamentales como base para la convivencia. Para él, era fundamental la tolerancia y el respeto a las ideas ajenas, como a las propias, haciendo honor a la línea independiente, plural y objetiva que como Director y Presidente del Directorio, imprimió en el periódico JORNADA.

Son muchas las facetas que caracterizaron su labor de servicio, buscando desde las columnas de este periódico mover la conciencia ciudadana por el respeto a los principios democráticos y la defensa de los intereses nacionales. En las páginas de este periódico están impresos sus mensajes, propuestas, reflexiones, aportes y sobre todo, su empeño en orientar la vida pública hacia el respeto a la legalidad. En los momentos de crisis, cuando los antagonismos amenazaban desbordar, él sabía cómo llamar a la serenidad, abrir opciones y contribuir con alternativas.

Ayer se ha recordado un año de la irreparable pérdida, y en una ceremonia religiosa se recordó su obra. Algunos asistentes, después de la ceremonia, comentaban sobre sus aportes a la vida nacional, y su permanente defensa de la legalidad como fundamento para toda actividad. JORNADA fue la base desde donde Jaime Ríos Chacón difundió su pensamiento inmerso en centenares de artículos, editoriales y propuestas. Un análisis de situación publicado en 2010, describe la situación política del país y vaticina los riesgos para el porvenir, con tanta precisión, que pareciera que hubiese sido escrito hoy.

Recordaba que las últimas dos décadas han sacudido profundamente a nuestro país, que después de alcanzar la consolidación democrática, perdió el rumbo y ha derivado en una vorágine de excesos y errores que han llevado a la destrucción de todos los partidos políticos tradicionales, dejando un vacío para el equilibrio democrático. Jaime Ríos Chacón decía que esa situación podría derivar en un descontrol… y «los excesos pueden llevar a una involución de valores en los que la cultura pase a un segundo plano; la improvisación se imponga a la ciencia y el conocimiento, dando lugar a que los radicalismos políticos y los dogmas se impongan sobre el sentido común. Ya la tolerancia ha sido olvidada para dar paso a la imposición; y las libertades, por la que el pueblo boliviano derramó sangre, han quedado en entredicho, como si se dudara de su legitimidad. Pareciera que el país retrocedió varios siglos y se estancó en el oscurantismo. En nombre de los pobres y desvalidos se antepone el poder, la riqueza y la corrupción, y enarbolando las banderas de una supuesta lucha contra la discriminación, se cercenan las libertades de expresión y pensamiento. En el último tiempo, las contradicciones jamás se las pone en una balanza. Sólo sirven como pretexto para la confrontación. El gobierno ve a los opositores como enemigos mortales y la oposición solamente ve errores en el gobierno y en nada aporta a las soluciones».

Jaime Ríos Chacón en ese artículo explicaba que en nuestro país «el diálogo y la concertación han desaparecido lo mismo que la tolerancia, para dar paso a posiciones dogmáticas. Hace 20 años se luchaba por construir ladrillo a ladrillo el proceso democrático, demandando respeto a las opiniones de todas las tendencias. Hoy desde los poderes se persigue a los que piensan de diferente manera y desde abajo se desconfía hasta de las mejores intenciones del gobierno.

Contra este estado de situación, es necesario que desde todos los flancos, en todos los escenarios y oportunidades, los ciudadanos de buena fe difundan los principios de la tolerancia como factor para la convivencia. La tolerancia consiste en la disposición y práctica de convivir pacíficamente con creencias y modos de vida que nunca adoptaríamos, y que, más aún, reprobamos y hasta rechazamos probablemente, pero que debemos aceptar en los demás. Admitir las opiniones ajenas aunque no las compartamos no significa transigir de las convicciones propias. Significa, simplemente, admitir que existen distintos modos de ver los hechos, diferentes formas de percepción y una diversidad de comprensiones de un mismo hecho o situación».

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