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viernes, marzo 29, 2024
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El poder y la revancha

Guido Pizarroso Durán (*)

Muchas veces se confunde el proceso democrático que vive Bolivia, con la frecuencia con que el ciudadano acude a las urnas. La democracia es un concepto amplio que implica una forma de gobierno y de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el ciudadano mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad. Acudir a las urnas es una herramienta valiosa de la democracia, pero no es un sinónimo. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos inquebrantables establecidos en el contrato social, que es la Constitución Política y el ordenamiento jurídico. Pero, además, la democracia implica respeto, reglas claras y principios éticos.

Algunos políticos promueven la idea que el voto es igual a democracia. Es necesario comprender que esa es una simplificación inaceptable. Bolivia, probablemente se haya constituido en el país que en los últimos años ha gastado más en elecciones y referendos. La implementación del sistema biométrico y la frecuencia con la que los ciudadanos hemos acudido a las urnas en los últimos seis años, sin duda son avances, pero su efectividad todavía está en la penumbra debido a las irregularidades comprobadas en los procesos electorales. Por ello todavía el Estado continúa en deuda con la ciudadanía que ha luchado por construir el proceso democrático en el que se garanticen las plenas libertades, se respete el ordenamiento legal, se consolide la seguridad jurídica, la credibilidad, transparencia, el respeto institucional, la justicia social y otros principios que van paralelos a la democracia como son el respeto a los derechos humanos, la plenitud de derechos de las mujeres, o la protección a las personas con diferentes limitaciones.

De todas maneras, Bolivia ha logrado avances importantes gracias al instrumento de las urnas, que se han constituido en el principal escenario donde se dirimen las pugnas por el poder. Las principales causas de la confrontación, los desacuerdos y los riesgos de enfrentamiento, han sido mitigados y en algunos casos conjurados por la voluntad ciudadana reflejada en el voto. Inclusive las dudas sobre la real voluntad ciudadana sobre el proceso de cambio, han quedado nítidamente clarificadas en las urnas. Lamentablemente hay sectores dogmáticos que ha traspasado las líneas de respeto a la institucionalidad y mantienen en forma permanente aprestos violentos que en determinado momento enfrentaron a la población y a las regiones.

El ejercicio democrático ha hecho posible solucionar gran parte de las controversias de mayor riesgo para la unidad del país, reflejando el sentimiento del pueblo boliviano que prefiere la consulta popular antes que la imposición por la fuerza. Este convencimiento obliga a que los líderes políticos y la ciudadanía en general, reflexionen sobre la importancia de las urnas, pero también sobre la necesidad de que este instrumento vaya acompañado de otros valores implícitos en el concepto de democracia. Precisamente por olvidar esos valores es que se ha desplomado la vieja estructura de los partidos políticos tradicionales, que aplastaron principios éticos y valores que tienen que estar inseparablemente unidos al actuar político en democracia.

Lamentablemente, una práctica deleznable se ha apoderado de las agrupaciones políticas, y es el rencor hacia los antagonistas que generalmente se nutre de hostilidad hacia todos los adversarios. De esta manera, cuando se llega al poder se utiliza la represalia por hechos del pasado, por actitudes y hasta por sensaciones. Se busca la revancha y se utiliza el poder para infligir el mayor daño posible. Ocurrió con el gobierno de transición que empleó gran parte de sus energías en atacar al MAS y a sus principales dirigentes, en lugar de actuar en el marco de la ley y sustentar casos concretos –sin generalizar- enmarcados en el debido proceso. Ahora, se dio vuelta el escenario y es el MAS el que despliega la venganza y vuelve a utilizar a la justicia para la persecución política. Hagamos votos porque algún día prime en el país el estado de derecho, la ley y no el poder partidista, sectario, discriminador y abusivo.

(*) ExPresidente de la Asociación de Periodistas de La Paz

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