«Financiada» por Unitel y Bolivisión, la encuesta de Ciesmori determinó que Arce podría ganar las elecciones, Mesa quedaría segundo y Añez tercera.
Una vez más, fue un sondeo de «intención de voto» que no refleja en absoluto una eventual definición del resultado. O dicho de forma sociológica, solo tiene en cuenta la «intención» de voto directo y no la «estimación» de voto.
Intención de voto directo, es la respuesta impulsiva ¿por quién votaría usted?, este barómetro asigna datos brutos sin tratamiento y mueren de facto al día siguiente del sondeo. Termina siendo una simple percepción de tendencias y opiniones relacionadas con las acciones políticas, de gobierno y de los candidatos. Muestra algo importante, pero oculta lo esencial.
En este sondeo 16.6% de los encuestados no sabe aún por quién votará, el 6.6% blanco o ninguno, 6.1% respondió voto secreto y 2.7% nulo. El análisis determina que un total de 32% no tiene decisión ni posición definida y mientras no se suprima el «no sabe, no contesta y el voto blanco o ninguno”, persiste un voto oculto, por lo que la calidad de la información no es clara ni determinante en el resultado final.
La «Estimación de voto» en cambio, incluye a todos aquellos encuestados que no han respondido o que no saben por quién votarán. Por lo tanto, es la determinación de la intención de voto del 100% de los encuestados, intentando predecir el resultado teniendo en cuenta la opinión de ese 32% oculto. Para esto, se aplica metodológicamente este porcentaje a un modelo de corrección basado en otras variables de la encuesta de tipo cualitativo.
Los sondeos y encuestas son elementos de descripción, sirven para medir el presente, no predicen el futuro. Es un termómetro del contexto político social del día, no una bola mágica; debe valorarse como una inercia del pasado antes que como una medición de comportamientos proyectivos. Los datos hay que saber traducirlos. La «intención de voto directo» no constituye una buena previsión si lo que se pretende es acercarse a los resultados de las elecciones, ya que son muy altos los porcentajes de respuesta negativa. Si una tercera parte de los bolivianos no tienen idea por quién votar, es un desafío para los candidatos encontrar las razones, explícitas o implícitas, para atacarlas.
Todos los sondeos y encuestas, son instrumentos políticos y responden a intereses determinados. El que la manda a hacer, gana. Al ser creadoras de opinión procuran inducir, a costa del rigor, una «posición» idónea para un candidato.
El abuso de sondeos y encuestas, habitualmente manipuladas por el poder del dinero, quiere dar la imagen de que las elecciones ya se consumaron y que ya existe ganador, haciendo perder la seguridad y confianza de los electores en el poder de su voto.
Pero, el elector debe saber que cada fecha determinada para elecciones si se lleva a cabo recupera la soberanía con su voto, es la ocasión en la que solo él decide.