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martes, abril 23, 2024
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Ener Sánchez, el brasileño que con técnica hace sostenible el agro boliviano

La rotación de cultivos, la protección del suelo y la fertilización con tasa variable son las características del trabajo de Ener Sánchez Flumignan, un brasileño que hace 21 años echó raíces en Bolivia y que encontró el modo de hacer sostenibles los cultivos en la región tropical del país.

Este brasileño es propietario de 2.500 hectáreas en el municipio de San Pedro, del departamento oriental de Santa Cruz, y con el paso de los años ha encontrado los modos para desarrollar la producción de maíz, caña, trigo, soya y sorgo, entre otros cultivos.

En declaraciones a Efe durante una visita a esa región propiciada por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Sánchez Flumignan señaló que una de sus máximas es «hacer lo más sostenible posible» el trabajo de los cultivos.

Al respecto, recordó que desde que llegó a Bolivia en 1997 aplicó el sistema de siembra directa, es decir, sobre el rastrojo de anteriores cultivos y sin necesidad de aplicar el arado o remover el terreno, técnica útil para mantener su humedad.

Por otro lado, está el método de rotación de cultivos, ideal para aplicarlo en regiones tropicales como la cruceña en la que el suelo se mantiene activo todo el año y no sufre la interrupción del invierno que se da en zonas templadas.

«Nosotros tenemos actividad en todo el año, entonces lo primero que hay que pensar es cómo proteger el suelo sea con cobertura o con cultivos (…), no se puede estar con el suelo desnudo», señaló.

La rotación de cultivos ha hecho que en la región tropical de Bolivia se generen al menos dos ciclos agrícolas.

El primero es en verano, dedicado mayoritariamente a la soya, y otro de invierno, en el que se opta por trigo, sorgo, caña de azúcar, girasol y maíz.

Sánchez destacó que con este método se protege la humedad del suelo y cada planta mediante un proceso propio capta los nutrientes que necesita para crecer y dar su fruto.

«Se mantiene el suelo con la temperatura más baja y mantiene la humedad del suelo más tiempo», complementó.

Este brasileño, que también adoptó la nacionalidad boliviana, consideró que en la agricultura la técnica y la tecnología hay que aplicarlas «sí o sí» y que se trata de un proceso de «evolución» en el que cada día se aprende y se va conociendo su chaco o terreno.

Agrónomo de profesión, Sánchez Flumignan llegó a Bolivia junto a su esposa hace dos décadas, tres años antes, en 1994, lo hicieron sus padres, y decidieron dedicarse también a la producción agrícola en la región norte de Santa Cruz.

«No tengo ningún arrepentimiento de haber venido, aquí pudimos crecer, pudimos avanzar, nos acostumbramos muy bien», señaló Sánchez Flumigan, que consideró que las tierras brasileñas y bolivianas tienen aspectos muy parecidos.

En este sentido, destacó que los suelos de la región tropical de Bolivia son fértiles aunque se presenten otro tipo de problemas como las lluvias, la sequía o las plagas.

Otro aspecto que destaca en la labor de este agricultor es la tecnología que aplica hace quince años para tratar sus 2.500 hectáreas de cultivo, la llamada fertilización con tasa variable.

Para esto recurre a un «trabajo satelital» orientado a identificar y diferenciar las porciones de terreno más productivas, de las de rendimiento intermedio y de menor capacidad, para luego hacer un «muestreo de suelo» por separado.

Al respecto, dijo que con aquella información se elabora «una prescripción de fertilización» que permite determinar la cantidad de fertilizantes que se debe aplicar a cada zona según sus cualidades.

Algo que sirve para aplicar «la cantidad suficiente» de fertilizante que el cultivo necesita, apuntó.

En este método está una de las claves para hacer homogéneo el rendimiento de las parcelas, de manera que produzcan de forma uniforme y se eviten las pérdidas.

Sin embargo, Sánchez Flumignan señaló que una de las principales dificultades se da en las plantaciones de trigo, que no son propias de tierras tropicales, con enfermedades como la pirilularia asociada con la humedad y el calor, capaz de «tumbar el ciento por ciento de una cosecha», mencionó.

Por ello, advirtió de que es preciso mejorar la tecnología y las variedades de semillas que puedan resistir a las adversidades propias de cada región.

La zona norte de Santa Cruz es la que no ha sufrido los efectos de la sequía en comparación de la del este, donde varios cultivos de la cosecha invernal han resultado afectados esta campaña.

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