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jueves, abril 25, 2024
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Entre el dólar, los conflictos y la crisis económica

La economía boliviana está pasando por un momento muy delicado, pese a que, gracias a los recursos naturales, el crecimiento de las exportaciones y el aumento de la producción nacional en diversos rubros, hubo un largo periodo de estabilidad que logró acumular más 16 mil millones de dólares en Reservas Internacionales Netas (RIN). De ser un país que se autoabastecía de energía, hoy aparece gastando miles de millones de dólares en la importación de combustibles. ¿Qué pasó con el auge económico generado por el gas natural y el crecimiento de las exportaciones? La respuesta que tienen los economistas redunda en que se malgastan los recursos del Estado, además de los efectos de políticas económicas equivocadas, corrupción e imprevisión, y que se desaprovechó la coyuntura de los altos precios de los hidrocarburos.

Para algunos, el Gobierno nacional está recogiendo el fruto de errores que se fueron acumulando por los menos durante los últimos 15 años. Pero los problemas que sufre el país son más profundos, y tienen que ver con la permanente tensión política y social que ha logrado polarizar al país y tensionar con medidas hostiles hacia toda oposición, disidencia o forma distinta de pensar, que está desembocando en actitudes contestatarias en importantes sectores de la población, que son combatidos con la utilización de la justicia como instrumento de represión. Pretender imponer a la ciudadanía una forma de pensar y actuar de manera ajena a su naturaleza democrática, sin duda genera reacciones, que se traducen en descontento y dificultad para ver objetivamente la situación y decidir en consecuencia.

En esas condiciones es muy difícil buscar acuerdos y menos consenso, y los episodios difíciles de la economía requieren de calma y sosiego, imprescindibles para la adopción de medidas que son delicadas en sí mismas. Las amenazas del gobierno a los especuladores o responsabilizar a los analistas de la escasez de dólares, es una salida burda que solamente llevará a generar mayor desconfianza. ¿Cómo reacciona una persona que tiene un depósito bancario, o recibió una remesa, y en el banco le dicen que no hay dólares? ¿Cómo puede interpretar una persona que el gobierno apruebe un cambio preferencial de dólares para determinado sector? ¿Cómo puede reaccionar un importador que debe honrar obligaciones en dólares a sus proveedores, y el banco le dice que no se puede?

Lamentablemente, la política, la conflictividad social, la permanente confrontación, el discurso de odio y la tensión sectorial, tienen efectos directos en la economía. Se agrava la situación si a ello se suman circunstancias como baja en la producción del gas por el agotamiento de los yacimientos, baja de precios de algunos productos de exportación, elevación de los costos de importación de gasolina, diésel y carburantes, y los efectos de la deuda externa e interna que han sobrepasado toda racionalidad, y ahora general los más altos intereses que es obligatorio honrar.

Lo peor es que las medidas políticas y económicas necesarias para enfrentar una situación como la actual, requieren de una alta responsabilidad, que en este momento parece escasear. Situaciones como la actual las ha vivido ya el país en el pasado, así como otros países, y en todos los casos, las medidas han sido dolorosas, cuando se ha demorado en adoptar las políticas más aconsejables. Las soluciones no son un secreto para nadie, los organismos internacionales han efectuado estudios sobre las crisis en diversos países, y las coincidencias son muchas. Los analistas también coinciden en que es perfectamente posible enfrentar estas situaciones si se actúa oportunamente. Pero el Gobierno, ¿se animará a tomar estas decisiones?

Entre las principales recomendaciones figura la austeridad fiscal, que significa ajustes en las finanzas públicas para reducir el déficit fiscal, reducir los gastos, evitando que sean superiores a los ingresos y al financiamiento proveniente del endeudamiento interno o externo del Estado. Reducir el gasto público es fundamental, pero también la búsqueda de nuevos ingresos, como por ejemplo, con impuestos a la producción de oro, a la coca, y a otros rubros que no tributan. Reducir el contrabando, que elude miles de millones de dólares en tributos.

En un artículo de prensa, el gerente del IBC, Gary A. Rodríguez, hizo referencia a una propuesta del presidente del Instituto de Comercio Exterior, Ing. Demetrio Soruco Henicke, quien sugiere al gobierno aplicar una política de promoción selectiva de exportaciones, de los sectores agropecuario, agroindustrial y forestal/maderero -de muy rápida reacción, para traer dólares al país- con una política de sustitución competitiva de importaciones, para ahorrar dólares, haciendo que el sector privado invierta más, para lo que se debe mejorar las reglas de juego, garantizar la seguridad jurídica y dar incentivos que hagan atractivo al país, a la par que se combate el delito del contrabando. También sugirió que el fortalecimiento de las reservas del BCB a cortísimo plazo, podría pasar por eliminar el ITF y el encaje legal para las transacciones en dólares, a fin de tranquilizar a la población, haciendo que prefiera ahorrar sus dólares en el país en vez de querer retirar más dólares, como ahora.

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