Líderes políticos, representantes regionales y candidatos para las elecciones del 3 de mayo se reunieron en Santa Cruz bajo una convocatoria dirigida a evitar la dispersión del voto y unificar a las fuerzas opositoras al Movimiento Al Socialismo (MAS). Todos hablaron de la necesidad de aglutinar fuerzas, pero bajo su propia tienda, de manera que fue infructuoso el llamado popular, que apenas logro comprometer a buscar conformar un bloque en el futuro legislativo. Esta decisión, que descartó la opción de juntar a todos, probablemente hubiese derivado en un proyecto democrático histórico pese a ser coyuntural.
A la convocatoria del Comité Cívico de Santa Cruz, asistieron casi todas las agrupaciones políticas vigentes y los candidatos Jeanine Áñez (Juntos); Luis Fernando Camacho y Marco Pumari de Creemos; Carlos Mesa y Gustavo Pedraza por Comunidad Ciudadana; Jorge Quiroga por Libre 21; Chi Hyun Chung (FPV) y Ruth Nina (Pan-Bol), además de varios políticos como Manfred Reyes Villa. Lamentablemente, desperdiciaron una gran oportunidad pese a existir argumentos fuertes expuestos especialmente por los representantes del Consejo Nacional Democrático (CONADE) y de otras instituciones que llamaron a unir fuerzas por el riesgo que representa la fragmentación del voto.
Desgraciadamente, los políticos no han sido capaces de ofrecer una opción fortalecida y dejaron al proceso electoral sin alternativas viables que aglutinen a las corrientes democráticas. Los políticos han vuelto a sucumbir a las ambiciones personales, regionales y sectoriales, repitiendo la división del pasado, que empujo al pueblo a castigar con el voto a las agrupaciones tradicionales y dejar que llegue al poder un extremo difuso, que se prolongó por 14 años en medio de aberrantes arbitrariedades. Nuevamente las corrientes que se atribuyen militar en las filas de la democracia se han enfrascado en mutuas agresiones, reavivaron las presiones regionales y afloraron las mezquindades sectoriales.
Hoy parece repetirse la situación de la segunda elección ganada por el MAS, cuando la oposición democrática no logró conformar una fuerza que haga frente a un poder cada vez mayor, y en todo caso prefirió fraccionarse y dejar al MAS con el control absoluto, pese a que en ese momento se perfilaban grandes posibilidades para unir al país mediante la demanda de las autonomías regionales, defensa de la democracia y las libertades y el derecho de autodeterminación, postulados con fuerte contenido ideológico, capaz de enfrentar al socialismo del siglo XXI. Pero faltó grandeza de espíritu, disposición a la renunciación, valentía y sinceridad para aglutinar fuerzas afines, y más bien se dejaron tentar por el regionalismo, echando por tierra todo un proyecto en ciernes que hoy pudo ser la alternativa para la Bolivia de todos.
Parece que los candidatos actuales se han atribuido la recuperación de la democracia como patrimonio propio, cuando todo el pueblo sabe que se ha producido por una eclosión popular, ciertamente liderada e impulsada por los comités cívicos, partidos de oposición y diversas organizaciones sociales e instituciones que lograron motivar la mayor movilización de los últimos tiempos. Pero los actores que defendieron la democracia en las calles han sido los bolivianos amantes de la libertad, que hoy se ven defraudados por las miserias en la conducta política.
Ahora solamente queda esperar que el pueblo boliviano, que ha sufrido los desmanes y la permanente confrontación del régimen pasado, pueda dirigir su preferencia electoral al influjo de algunos factores éticos de quienes ofrezcan esperanza y sean capaces de honrar sus compromisos. Los ciudadanos deben decidir lo que será la Bolivia de mañana. Los políticos se han empeñado en luchas intestinas, en profundizar las diferencias regionales y crear resentimientos ideológicos y culturales, pero el pueblo, en su sabiduría innata, tiene que demostrar sensatez, amor a la Patria y responsabilidad democrática.