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viernes, abril 19, 2024
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Hacer memoria

VĆ­ctor Corcoba Herrero

Todo nos nace y nos rehace en el recuerdo, porque vive en nuestro intelecto y es un privilegio que nos otorga haber vivido, para bien o para mal. Por eso, es saludable volver hacia aquellos horizontes abrazados, reflexionar sobre ellos, ante todo para no caer en el olvido y cometer los mismos errores del pasado, pues todos ellos han conformado las diversas Ć©pocas de nuestra vida. Personalmente, creo que es bueno para avanzar hacia lo armĆ³nico, hacer memoria a las Ć³rdenes del corazĆ³n; al menos para tomar conciencia de que cohabitamos hacia la cĆŗspide de lo fraterno, si lo hacemos todo responsablemente. QuizĆ”s, sin este compromiso, no merezcamos existir. Porque, al fin, uno ha de vivir con plenitud y dignidad. No olvidemos que nuestro paso perdura en la retentiva de los vivos; y, ciertamente, nuestra huella por este globo, a pesar de nuestra fragilidad, es la de oponernos al territorio de la crueldad, haciendo del amor hacia sĆ­ mismo y hacia los demĆ”s, el supremo criterio de nuestro andar por la tierra.

Por tanto, para crecer en humanidad hay que hacer memoria, justamente para ahondar en aquellas situaciones que nos cambiaron la vida. En consecuencia, es todo un acierto a mi manera de ver, celebrar Jornadas de Recuerdo y ReconciliaciĆ³n, cuando menos para hacernos reflexionar y cambiar de rumbo ante esta atmĆ³sfera de violencias y violaciones permanentes, que buena parte de la poblaciĆ³n mundial viene sufriendo. AhĆ­ estĆ” el referente de Naciones Unidas y de otras organizaciones Internacionales, tras finalizar la segunda guerra mundial, en lo que respecta a corregir sus secuelas, asĆ­ como en materia de reconciliaciĆ³n, cooperaciĆ³n internacional y regional y promociĆ³n de los valores democrĆ”ticos, los derechos humanos y las libertades fundamentales. No podemos continuar enfrentados, hemos de entendernos. La mano dura, que levanta muros y siembra terror, no es el remedio para el orbe desgarrado. Nuestra historia nos da reflejo que esta espiral de hechos fanĆ”ticos es destructiva, que el ojo por ojo hace que todos los moradores acabemos ciegos, que para hacer familia sĆ³lo hay una soluciĆ³n: el cuidado de todos con la cooperaciĆ³n de cada cual, como primer paso hacia la justicia y la igualdad.

Realmente impresiona la actualidad, la escalada de realidades sangrientas no cesa, por eso es trascendental hacer evocaciĆ³n de lo vivido en otros periodos, pues se requiere como jamĆ”s una reducciĆ³n inmediata de las hostilidades y que vuelvan las poblaciones a repensar sobre lo positivo que es llegar a acuerdos que nos sosieguen, ante este ambiente de guerras en diferentes paĆ­ses y continentes; terrorismo, criminalidad entre gĆ©nero, y ataques de venganza impredecibles; abusos contra los emigrantes y las vĆ­ctimas de la trata; devastaciĆ³n de la casa comĆŗnā€¦Hay que romper tantas cadenas injustas que necesitamos un plus de generosidad y un sol que nos purifique. SĆ”lvese el que pueda. Ya en su tiempo, cuando la Madre Teresa recibiĆ³ el premio Nobel de la Paz, en 1979, declarĆ³ claramente su mensaje de la no violencia activa: Ā«En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la armonĆ­a, sino de vivir unidos, amĆ”ndonos unos a otros [ā€¦]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundoĀ». Porque la fuerza de las armas es engaƱosa. Ā«Mientras los traficantes de armas hacen su trabajo, hay pobres constructores de vĆ­nculos que dan la vida sĆ³lo por ayudar a una persona, a otra, a otraĀ»; para estos constructores de la concordia, Madre Teresa es un sĆ­mbolo, un icono de nuestro tiempo.

Desde luego, son los pequeƱos gestos, los que nos hacen grandes. Pensemos en esa gente desesperada que huye, que requiere de nuestro auxilio. QuizĆ”s tengamos que lanzarnos con ellos a pedir justicia, lo que exige de acciones muy concretas por parte de todos, de ahĆ­ la importancia de una informaciĆ³n transparente y fidedigna, pues hoy mĆ”s que nunca se requiere crear instituciones justas e imparciales, para que los lĆ­deres rindan cuentas y poder decirles la verdad a las autoridades. Por desgracia, en MĆ©xico se han encontrado casi dos mil fosas entre 2006 y 2016, casi una fosa cada dos dĆ­as. Esto lo dio a conocer un colectivo de periodistas en el trabajo de investigaciĆ³n Ā«El paĆ­s de las 2000 fosasĀ», que obtuvo el primer lugar del Premio Breach-Valdez de Periodismo y Derechos Humanos, entregado en dicha naciĆ³n, recientemente, con motivo del DĆ­a Mundial de la Libertad de Prensa. La maldita falsedad, o la verdad mal entendida que suele necesitar una legiĆ³n de cĆ³mplices, suele corrompernos tanto, que nuestras propias raĆ­ces de nuestra vida moral suelen estar complemente enfrentadas y podridas. OjalĆ” aprendamos a hablar claro y profundo, y en esto los medios de comunicaciĆ³n son esenciales, sobre todo en los procesos de conformidad y mediaciĆ³n dentro del actual contexto mundial. DejĆ”ndonos iluminar por la verdad, seremos mĆ”s libres y estaremos en mejor disposiciĆ³n de ser agentes de quietud, ciudadanos de verbo y acciĆ³n verdadera. La apuesta de legar un futuro mĆ”s sereno y mĆ”s seguro a las generaciones venideras depende de todos nosotros. No cerremos las puertas a la esperanza. Hagamos memoria cada dĆ­a y recapacitemos. Nos vendrĆ” bien a todos.

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