Mientras los incendios alcanzan repercusión y preocupación internacional, el Gobierno demora declarar emergencia nacional, el fuego avanza y los esfuerzos realizados hasta ahora para controlar la situación han sido insuficientes. La resistencia inicial de aceptar la ayuda de otros países, constituye una irresponsabilidad. Esta manera de actuar está afectando irreversiblemente a la Madre Tierra a la que en discursos se dice honrar.
La comunidad internacional ha mostrado preocupación por los vastos incendios que afectan a Bolivia y Brasil. Los países del G7 han acordado apoyar para controlar los incendios que han arrasado ya cientos de miles de hectáreas. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha explicado que los siete países que se reunieron el pasado fin de semana, están dispuestos a «ayudar cuanto antes a los países afectados por los incendios».
Según datos del Instituto de Investigación Espacial de Brasil (INPE) en lo que va de año los incendios han aumentado un 83 por ciento respecto al mismo periodo de 2018. En 2019 esta agencia estatal ha registrado 72.843 incendios, el número más alto desde que se alcanzó el anterior récord en 2013. En Bolivia nunca antes se habían producido tantos ni tan graves incendios. Solamente en la Chiquitanía, el incendio actual ha afectado un millón de hectáreas.
La Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) responsabilizó por el atentado ambiental a los gobiernos de Brasil y Bolivia. Los señalan de tener una falta de voluntad e incapacidad para proteger a los pueblos indígenas, así como a la flora y fauna de la región. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, también se pronunció señalando que «en medio de una crisis climática internacional, no podemos permitir que se produzcan más daños en una importante fuente de diversidad y oxígeno» e instó a actuar solidariamente. Hay incendios en siete de los nueve estados que conforman la Amazonía brasileña. La tardía reacción del presidente Bolsonaro para combatir el fuego ha provocado críticas de diversos sectores de la sociedad y desatado una tensión internacional, que puso contra las cuerdas su Gobierno e incluso amenaza la conclusión del tratado comercial entre la Unión Europea y el Mercosur. Pero la presión hizo que Jair Bolsonaro bajara el tono en los últimos días y sugirió que la crispación diplomática «estaría resuelta».
Mientras tanto en nuestro país felizmente el gobierno ya movilizó a las Fuerzas Armadas y contrato un avión especializado para apoyar las tareas de apagado de los incendios. Empero, el gobierno también reaccionó tarde, inicialmente desechó la ayuda que ofrecieron desde Salta, pero en las últimas horas, se anunció que llegan de Perú dos helicópteros con dispositivos contra incendios forestales. Asimismo, los Cascos Blancos de Argentina se disponían dirigirse a la Chiquitanía boliviana para sumarse a los esfuerzos para apagar los incendios forestales que afecta a la región hace casi un mes y que consumió aproximadamente un millón de hectáreas de bosques hasta ahora. Según el gobierno hasta el domingo se había movilizado a más de 3.000 personas en la emergencia.
El presidente Evo Morales, en conferencia de prensa desde el trópico de Cochabamba, informó que le llamaron los mandatarios de Paraguay, Chile y España para ofrecer cooperación. La Cancillería informó que Argentina, Perú, Rusia, Francia y Alemania también coordinan apoyo. «Bienvenida (la) cooperación» dijo el Presidente del Estado, que el pasado lunes declaraba que la ayuda internacional no era necesaria, ya que el país estaba preparado para este tipo de contingencias.
Frente a la magnitud de la tragedia que vive el país, ha llegado el momento de declarar emergencia nacional y disponer de los recursos necesarios, no solamente para apagar los fuegos, sino para comenzar una tarea inmediata de rectificación de políticas y reparación del daño ambiental.