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miércoles, marzo 27, 2024
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Kabul prolonga un alto el fuego empañado por el Estado Islámico

El presidente afgano, Ashraf Gani, anunció ayer una extensión del alto el fuego con los talibanes, que coincide desde hace 48 horas con una tregua de los insurgentes, lo que no ha impedido que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) perpetrase un ataque con más de una veintena de muertos.

En un día en que talibanes y soldados afganos protagonizan un acercamiento sin precedentes en el marco de la tregua, que no afecta a las actividades contra el EI, el Gobierno de Kabul anunció una extensión de la medida y pidió a los talibanes que hagan lo mismo por su parte.

Gani declaró la semana un alto el fuego bilateral después de que unos 2.000 ulemas sacasen una fatua en la que declaraban «ilegítimo» el conflicto. Y dos días más tarde los talibanes anunciaban una tregua de tres días con motivo de la festividad del Aíd al Fitr o festividad del final del Ramadán.

«Para respetar los deseos de la población y apoyar sus demandas de paz, ordeno a las fuerzas de seguridad y defensa que prolonguen el alto el fuego desde el cuarto día del Aíd», sentenció Gani en un discurso a la nación, sin especificar por cuánto tiempo estará en vigor la medida.

«También pedimos a los talibanes que extiendan su alto el fuego», agregó.

Gani, que tomó la decisión después de que en las últimas horas se registrasen marchas en varias provincias para pedir la extensión del alto el fuego, afirmó que se permitirá a los prisioneros ver a sus familias y se proporcionará ayuda humanitaria y asistencia médica a los talibanes heridos.

«Estamos preparados para unas negociaciones de paz exhaustivas y estamos dispuestos a debatir todos esos asuntos y demandas que han sido compartidos por los talibanes durante el diálogo de paz», dijo Gani, que precisó que la oferta incluye hablar sobre el «futuro» de las tropas internacionales.

La salida de las fuerzas de EE.UU. y la OTAN y el establecimiento de un gobierno islámico han sido algunas de las demandas más reiteradas por la formación del mulá Haibatullah, líder de los talibanes.

Según indicó Gani en su discurso a la nación, la paz es una «necesidad urgente» puesto que en las últimas 24 horas ha habido un «consenso» sobre ella entre el Gobierno y los talibanes.

Desde ayer, talibanes y soldados, a diario enzarzados en cruentas batallas, rezan en las mismas mezquitas en diferentes puntos del país, visitan las áreas gobernadas por la otra parte en el marco de la tregua y hasta se hacen fotografías abrazándose que inundan ya las redes sociales.

Un gran número de talibanes entraron en Kabul con el permiso del Gobierno tras dejar sus armas a las fuerzas de seguridad y el ministro de Interior, Wais Ahmad Barmak, se acercó a la entrada occidental a la capital para dar la bienvenida a los combatientes, tomándose varios retratos con ellos.

Sin embargo, la alegría de la tregua y la festividad de Aíd se vio empañada por un ataque del Estado Islámico en la provincia oriental de Nangarhar, donde talibanes y civiles se habían reunido para celebrar el cese el fuego.

El atentado se produjo sobre las 17.30, hora local (13.00 GMT), en la localidad de Ghazi Amanulah Khan del distrito de Rodat, cuando un insurgente suicida que iba a pie hizo detonar sus explosivos entre un grupo de talibanes y civiles, dijo a Efe el portavoz del gobernador provincial, Attaullah Khogyanai.

La acción causó al menos 25 muertos y 54 heridos, de acuerdo con la fuente, que precisó que estos últimos han sido trasladados a hospitales del distrito de Ghani Khil y la capital provincial, Jalalabad.

«Algunos de los heridos están en estado crítico», detalló.

El EI asumió la autoría de la acción en un comunicado difundido en la red de mensajería Telegram por la agencia Amaq, afín a los yihadistas, y cuya autenticidad no ha sido verificada.

El grupo yihadista aseguró que una «operación de martirio ha golpeado una agrupación de los miembros de las fuerzas de seguridad afganas y del movimiento talibán en Jalalabad», sin referirse a las presuntas bajas civiles.

Nangarhar es considerado el bastión del grupo yihadista Estado Islámico desde su irrupción en el país en 2015.

Afganistán atraviesa una de sus etapas más sangrientas tras el final de la misión de la OTAN en 2015, que solo continúa en el país en tareas de adiestramiento y capacitación de las fuerzas afganas.

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