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jueves, marzo 28, 2024
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La calidad, inclusión y equidad educativa, reto de Iberoamérica

Emiliano Castro Sáenz

El mayor reto de Iberoamérica en materia educativa es «atender el criterio de calidad, de inclusión y de calidad, algo que adolece nuestra región», advirtió el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Mariano Jabonero.

Presente en Guatemala para participar en la XXVI Conferencia Iberoamericana de Ministros y Ministras de Educación, que se llevará a cabo en la ciudad colonial de Antigua este jueves, Jabonero analizó la situación actual en materia educativa, cultural y científica de la región.

En este sentido, Jabonero asegura que dicho criterio es crucial para avanzar en «democracia, competitividad, incremento de renta e integración a economía real», así como «menores oportunidades a futuro para las chicas y chicos». Atrás quedaron los tiempos en los que la sociedad enviaba a los niños a la escuela y punto. Ahora «hay que responder ante sus necesidades».

Pero el reto no es sencillo. Y más en Iberoamérica, que se comporta de manera «cíclica». Los momentos de bonanza dan pie a crisis económicas y viceversa. A eso se suma un comportamiento «anticíclico», que «en época de grandes ingresos en vez de ahorrar, se gasta mucho y en tiempos regresivos se recorta por todas partes».

También existe el factor político y la «voluntad de integración» latinoamericana, pero «pocas son las entidades con buena salud», señala este experto español, quien pone como ejemplo «el Sistema de Integración Centroamericana», una entidad «que además promueve mucho la integración de la educación y la cultura, los dos ejes más importantes que componen la región».

Son esos espacios comunes, el reconocimiento de las lenguas, las aspiraciones, los temas de ordenamiento: ejes naturales que «sirven para la integración de los países».

Hacia allá se dirige la XXVI Conferencia Iberoamericana de Ministras y Ministros de Educación. Aceptar la realidad actual y futura, «muy diferente a la que había hace unos 15 o 20 años», sostiene Jabonero.

La región cambió y «el proyecto de agenda debe integrarse a la Agenda 2030». Ahora las diferencias de la región con el mundo «se han reducido, pues hemos cambiado para mejor, con niveles de vida más altos, reducción de pobreza definitiva y crecimiento económico que ha servido para reducirla».

En más de 70 años de vida y experiencia, «la OEI es el decano de la región», con una presencia en toda la zona, 18 sedes, unos 500 funcionarios e igual número de proyectos en marcha, así como un presupuesto bianual de unos 400 millones de euros.

Eso permite que la OEI no se vea afectada por las crisis políticas de países como Honduras o Venezuela, sino «todo lo contrario». Tiene una «estabilidad» que ha conseguido que América Latina sea la región que mayor inversión en educación haga en el mundo, un 5,2 por ciento, mientras la media mundial está en un 4,6 por ciento y de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en un 3,6 %.

Se debe a que la educación «es uno de los temas en políticas públicas que más preocupa, tiene mayor demanda social y está en la agenda política», considera Jabonero, por lo que ahora insiste en que se debe «orientar el gasto de mejor forma, ser más eficientes y pensar que el sujeto de toda inversión es la niñez».

La OEI también sostendrá una reunión para presentar su hoja de ruta en el septuagésimo séptimo Consejo Directivo de la Organización, que se realizará también en Antigua el jueves, previo a la Conferencia de Ministros de Educación.

Allí, dice Jabonero, se buscará que los países aprueben que se adopte la «economía naranja», que es inversión en cultura con un «fuerte retorno en términos de empleo y economía», pues hay países «que aún no entienden» el potencial cultural, por la «diversidad, presencia, imaginación y apego de nuestros países a sus culturas».

En cuanto a la ciencia, Jabonero afirma que la inversión en América Latina «ha descendido sistemáticamente», por lo que instó a los países a entender el «grave riesgo» que implica abandonarla, «lo que supone pagar conocimiento y patentes externas y supeditarse a las instituciones que tienen objetivo la investigación».

Este experto, filósofo y educador, con seis meses en el cargo, ve en el futuro el enigma al que se debe entrar armado. Pero las herramientas, desconocidas aún así como los resultados, no se conseguirán solas.

«Según todos los informes del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, los empleos dentro de 25 años ni los imaginamos, no existen» y, sin embargo, «los chicos y chicas están recibiendo ahora mismo conocimiento para realizar empleos que no existen, lo cual suena a una contradicción muy grande».

Es por ello que la OEI apostará por «cuestiones básicas y polivalentes, como la comunicación y los conocimientos digitales», para poder adaptar a los futuros profesionales.

Es una revolución. Cambiar sistemas míticos, como «el galeno con mirada clínica» por el «médico con una formación sólida vinculada estrechamente con la tecnología» o el agricultor que pasó de «sembrar, recolectar y vender» a instalar «sistemas de riego y elección de semillas en condiciones integrales a su entorno».

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