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jueves, abril 25, 2024
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La diplomacia, la ciencia de las relaciones

Se conoció que un grupo de encapuchados llegó hasta la Embajada de México en La Paz en vehículos diplomáticos, en una «visita de cortesía», pero que desató una reclamo oficial de la Cancillería boliviana que denunció el abuso de privilegios y el atropello a la soberanía del país por funcionarios de la Embajada de España, vulnerando la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, ya que, según la denuncia, pretendían ejercer un operativo con sujetos encapuchados y presumiblemente armados, para facilitar la fuga de personas asiladas.

Ante el alboroto de los vecinos y la movilización policial, el grupo vio frustrado su objetivo. El comandante departamental de la Policía, Julio Cordero, confirmó que la encargada de Negocios de España llegó a la Embajada de México, acompañada por cuatro personas, con el rostro cubierto. Según la versión policial “Inteligencia” los interceptó, quiso recabar sus datos, se pusieron agresivos y escaparon del lugar.

El Ministerio de Asuntos Exteriores español, en un comunicado explicó que la visita de la encargada de negocios, Cristina Borreguero, a la embajadora de México en Bolivia, “era exclusivamente de cortesía y niega rotundamente que pudiera tener como objeto facilitar la salida de las personas que se encuentran asiladas en aquellas dependencias». De todas maneras, el gobierno español anunció una investigación. Este incidente pone en evidencia que muchas veces la soberbia, el poder del más fuerte, y algunas debilidades en la comprensión del significado y los principios diplomáticos, pueden entorpecer las relaciones y generar ambientes nada propicios para sostener la paz y la armonía.

Cuando se producen hechos de esta naturaleza, difícilmente explicables, pero que desgraciadamente son recurrentes, el mejor camino es la diplomacia y no llevar los hechos al escándalo. La prudencia, la investigación, el establecimiento de los hechos deben evitar apresuramientos. Es cierto que el principio de no intervención en asuntos de la soberanía de otros Estados, es la columna vertebral de la paz y la amistad de las naciones y los pueblos. Pero a veces se producen injerencias nacidas en susceptibilidades o posiciones personales asumidas por algún funcionario o dependiente. Esta tendencia, en más de una oportunidad ha deteriorado las relaciones bilaterales, y perjudicado la buena vecindad y la armonía.

El respeto a normas de protocolo y de derecho internacional, así como de acuerdos internacionales, no puede estar sometido a actitudes volubles de coyuntura ni decisiones emergentes de temperaturas políticas internas o externas, ni por simpatías y animosidades ideológicas. Todo país tiene el derecho a exigir respeto a sus decisiones soberanas enmarcadas en la ley y que no afecten intereses de otros países. Pero inclusive cuando se producen diferencias, es necesario actuar con responsabilidad y en el marco del protocolo, la diplomacia y delicadeza con la que deben tratarse hasta los asuntos más controversiales.

Lamentablemente, en nuestro país muchas veces se han producido indiscreciones lamentables que han puesto en tensión las relaciones de Bolivia con varios países. En la actual transición y sentando bases para el futuro, es necesario buscar el mejor entendimiento y superar los embrollos que están tensionando las relaciones con algunos países, especialmente por los vicios y perturbaciones que ha dejado el gobierno anterior. La diplomacia es la ciencia de las relaciones entre los Estados, bien manejada es la mejor industria sin chimeneas y mal estructurada es suicida. Bolivia nunca ha tenido un servicio exterior ni una política exterior de los que el país se enorgullezca, pero eso no justifica que se siga improvisando. El tratamiento de la imagen de Bolivia en el contexto internacional es determinante para el presente transitorio y para el futuro del país.

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