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sábado, abril 20, 2024
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La inversión extranjera se desplomó

En el contexto de la grave crisis sanitaria, económica y social generada por la pandemia de la covid-19, América Latina y el Caribe recibieron 105 mil 480 millones de dólares por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED) en 2020, lo que representa un 34,7% menos que en 2019, y el monto más bajo desde 2010, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), contenido en el estudio anual 2021 sobre la IED en la región. Lamentablemente, Bolivia aparece no solo como el país que menos recibió sino en el que hubo desinversión, y las perspectivas para el presente año siguen preocupantes debido a varios factores negativos que alejan el interés de los capitales internacionales y nacionales.

Estos datos contradicen los informes optimistas del gobierno y especialmente del Ministerio de Finanzas que considera que se está reactivando la economía. La realidad es elocuente, el desempleo es el más alto de las últimas dos décadas, los ingresos de la gente se han reducido debido a la crisis política y las restricciones impuestas por la pandemia. Los ingresos del Estado han caído verticalmente y las Reservas Internacionales Netas están como hace 20 años atrás. Los datos que muestra la Cepal demuestran que la IED ha sido mínima para Bolivia desde 2006. La inseguridad jurisca, las amenazas al capital internacional, las llamadas «nacionalizaciones», la tensión social y política, así como la falta de certidumbre por el futuro han sido las principales causas para la desconfianza, pese a que Bolivia tiene recursos naturales como el litio, el hierro, otros minerales, hidrocarburos y diversas potencialidades.

El informe de la Cepal explica que América Latina y el Caribe se encuentran en una tendencia decreciente desde 2013, lo que ha dejado en evidencia la relación entre las inversiones y los ciclos de precios de las materias primas, principalmente en América del Sur. El informe muestra que solo en cinco países aumentó la inversión extranjera en 2020: Bahamas y Barbados en el Caribe; Ecuador y Paraguay, en América del Sur; y México, el segundo mayor receptor de la región después de Brasil. El contexto internacional sugiere que la inversión extranjera directa tendrá una recuperación lenta. Por otra parte, la búsqueda de activos en sectores estratégicos para la reactivación internacional y para los planes públicos de transformación de la estructura productiva (infraestructura, industria de la salud, economía digital, etc.) indica que gran parte de estas operaciones tendrían como destino Europa, América del Norte y algunos países de Asia, aumentando las asimetrías globales.

En América Latina y el Caribe, las proyecciones mostraron una recuperación entre septiembre de 2020 y febrero de 2021; sin embargo, desde ese mes y hasta mayo de 2021 se está verificando una nueva caída en el valor de los anuncios. «En este escenario es difícil pensar que las entradas de inversión extranjera hacia la región tengan un incremento superior al 5% en 2021», señala el informe de la Comisión Económica de la ONU. Hoy el desafío es mayor por las características y la magnitud de la crisis. «Necesitamos canalizar la inversión extranjera hacia actividades que generen mayor productividad, innovación y tecnología», sostuvo Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal, que en el informe identifica ocho sectores estratégicos para dar un gran impulso para la sostenibilidad en la región. Estos sectores a los que se debe dedicar mayor atención son: Transición hacia energías renovables, la electro movilidad sostenible en ciudades, la revolución digital inclusiva, la industria manufacturera de la salud, la bioeconomía (obtener mayores productividades en el marco de una mayor sostenibilidad económica, social y ambiental); la llamada economía de los cuidados (trabajo doméstico), la economía circular (dirigida a beneficiar a la sociedad) y el turismo sostenible. Las tareas para salir de la crisis son comunes para todos los países y en la medida que se logre dirigir la economía hacia los objetivos de lograr inversiones productivas, sostenibles y limpias, cada administración lograría alcanzar las metas para que la ciudadanía pueda disfrutar estándares de vida razonables lo antes posible. En cambio, las economías que persistan en la supervivencia vendiendo materias primas están destinadas a continuar en el rezago en el que se debaten sin lograr valor agregado para su producción ni disfrutar de las nuevas tecnologías que permiten mirar con diferente óptica al futuro.

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