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martes, abril 16, 2024
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La segunda vuelta electoral

Los electores volverán a las urnas el próximo domingo 11 de abril en cuatro departamentos, para definir en una segunda vuelta electoral a los gobernadores de Chuquisaca, La Paz, Tarija y Pando. Hasta el miércoles 7 de abril, se podrá realizar propaganda electoral en actos públicos y en medios de comunicación. Las advertencias sobre los riesgos de la tercera ola de la covid-19 y el posible ingreso de la variante brasileña del coronavirus al país no aminoraron las campañas proselitistas de los candidatos, que intentaron llegar a los ciudadanos por diferentes medios y con ofertas de diversa índole.

El presidente del Tribunal Supremo Electoral, Salvador Romero, considera que «se ha demostrado a partir de datos estadísticos, que podemos llevar adelante procesos electorales que no ponen en riesgo la salud pública». Recalcó que los procesos electorales no inciden negativamente sobre la evolución de la pandemia y que se tienen protocolos que se trabajan de manera rigurosa. De todas maneras, Romero exhortó a la ciudadanía a cumplir con todos los protocolos y recomendaciones de seguridad.

En esas condiciones, los electores de cuatro departamentos elegirán a sus gobernadores de dos opciones que tienen para cada Departamento, aunque, lamentablemente, como ocurre en las elecciones de las últimas dos décadas, los comicios se efectúan sin que existan amplios debates y pleno conocimiento de los candidatos y sus propuestas. Se ha olvidado que es un derecho del pueblo conocer el pensamiento, proyectos e intenciones de los candidatos. El corazón de la democracia reside en la capacidad de la ciudadanía de estar bien informada, de conocer las propuestas, y de poder expresar sus dudas e inquietudes, es decir, de hacer escuchar su voz.

Bolivia está atravesando por un periodo crítico del proceso democrático que muestra muchas debilidades, especialmente en el respeto a las normas y derechos ciudadanos. La pandemia ha perturbado la vigencia plena de derechos y libertades. Lo peor es que algunos partidos y grupos de poder han logrado torcer los principios democráticos que tanto dolor y sacrificio han costado a la ciudadanía, violentando las normas constitucionales y los objetivos nacionales. La democracia es una forma de convivencia política, económica y social. En realidad, la democracia no necesita ser calificada ni definida. Es un sentimiento que se opone al autoritarismo, a la manipulación de los ciudadanos, a la hegemonía política y a cualquier forma de gobierno que dé la espalda a la voluntad de los ciudadanos. La democracia es el régimen político del estado de derecho en el que se garantice una libertad sin miedos, sin represión, sin exiliados políticos; un sistema donde la justicia sea independiente y no que se convierta en brazo político represor. La democracia se nutre de un sistema judicial probo, honesto y eficiente. Cuando alguno de estos factores falla, quiere decir que se ha debilitado el proceso democrático, y que es necesario rectificar caminos, y el mejor y más efectivo, es fortalecer los mecanismos que garanticen la libertad de expresión, la libertad de prensa y el derecho de cada ciudadano a decir lo que siente y piensa; a que se respete su derecho a discrepar y expresar sus sentimientos, sin ser perseguido por esa causa.

En Bolivia, desde la recuperación del proceso democrático, se ha producido un constante avance en muchos aspectos, pero al mismo tiempo, también se han dado retrocesos con la limitación de algunos derechos y garantías. Nuestro país vive casi 40 años en un marco de gobiernos civiles, desde que los militares devolvieron el poder al pueblo. Recordemos que desde 1982, se han sucedido 11 gobiernos surgidos de la voluntad popular, incluidos tres presidencias emergentes de sucesiones constitucionales. En todo momento, el clamor popular ha sido consolidar el proceso. Lamentablemente, los políticos se han dedicado a torcer el significado de la democracia, vulnerando principios elementales de respeto al ordenamiento legal. La democracia es un valor universal basado en la voluntad libremente expresada de los pueblos de determinar su propio sistema político, económico, social y cultural, y en lograr la participación ciudadana plena en todos los aspectos que influyen en su vida. Si bien las democracias comparten características comunes, no existe un modelo único de democracia. Pero si algo cimenta y fortalece la presencia del pueblo, es la mayor participación sin exclusiones, fomentando los debates políticos, económicos, sociales, tecnológicos y sobre el desarrollo, tanto si el ciudadano se expresa directamente como a través de sus representantes electos. El corazón de la democracia reside en la capacidad de la ciudadanía de estar bien informada, de conocer las propuestas, y de poder expresar sus dudas e inquietudes.

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