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Maradona, el aliado de Bolivia que defendió su derecho de jugar en la altura

Las palabras de Diego Maradona una tarde de marzo de 2008 en La Paz fueron tan mortíferas como aquel arranque suyo desde media cancha de 1986 que terminó por ser uno de los goles más bellos de los mundiales, pero esta vez para defender la causa boliviana de jugar en la altura cuando muchos lo objetaban.

La FIFA había dispuesto que los partidos internacionales en ciudades de más de 2.750 metros de altitud estaban condicionados a una semana de aclimatación para disputarlos y de dos en caso de que los juegos se realicen a más de 3.000, algo que afectaba directamente a La Paz, situada a 3.600 en Los Andes.

Algo que implicaba descartar a La Paz como sede boliviana para los partidos internacionales, ya que eso implicaba la disposición de los equipos a residir en condiciones de adaptación durante el tiempo requerido.

Una goleada de argumentos

«En nombre de todos los argentinos les decimos que no le tenemos miedo a la altura, no le tenemos miedo a la altura», fue la potencia de la jugada de Maradona que arrancó aplausos de las gradas del estadio paceño Hernando Siles.

El regate lo marcó el «ustedes tienen que jugar donde nacieron, hermanos», que dirigió a los que lo escucharon mientras que la definición ante la portería fue afirmar que «ni Dios y menos (Joseph) Blater», entonces presidente de la FIFA, podrían impedir el derecho de Bolivia de jugar en la temible La Paz.

Todo era respuesta a un «movimiento» de «intereses deportivos» en círculos de opinión en Argentina y Brasil para no jugar en La Paz, dijo a Efe el exjugador y exviceministro de Deportes de Bolivia Milton Melgar, que se encargó de gestionar la llegada de Maradona para apuntalar la defensa del juego del fútbol en altura.

Melgar contó que el contacto lo hizo mediante un periodista argentino que le sugirió acercarse a Maradona para apoyar la suerte boliviana, que hasta ese momento parecía estar echada y que debía renunciar a que se patease el balón en la andina La Paz.

Maradona y la causa boliviana

Contactar a Maradona fue más sencillo de lo que parecía primero, porque Melgar ya sabía de la «entrega» del histórico 10 argentino a causas como la boliviana, porque Diego en la Copa América de 1989 accedió sin problemas a tomarse unas fotos con él antes de un duelo entre ambas selecciones, según recordó.

«Era una persona muy querida, era accesible, porque pareciera otra cosa, pero cuando uno le conoce más de cerca, era todo lo contrario», relató Melgar como quien se sorprende con algo más valioso de lo que se pensaba encontrar.

A partir de ahí todo fue «natural», el contacto, la llegada a La Paz, la visita a Evo Morales y aquel discurso de menos de dos minutos ante las tribunas del Hernando Siles que no necesitó de una coordinación o programación especial.

Bastó con que Maradona emitiese un mensaje cuando de fondo estuvo en un partido amistoso entre los equipos boliviano y argentino, en los que aparecían exfutbolistas de renombre y periodistas de ambos países.

«Le hemos demostrado a la FIFA que se puede correr adentro de esa cancha, que se puede correr, que no pueden tomar una determinación porque se les cante a ellos», fue otro gol de Maradona, que al hablar arrebató la atención de un Evo Morales que llevaba apenas más de dos años como presidente de Bolivia.

Aquella visita de Maradona a La Paz en 2008 se repetiría un año más tarde en condiciones completamente distintas, siendo él entrenador de la selección argentina y comandando a jugadores como Lionel Messi, Javier Macherano o Carlos Tévez.

Aquella ocasión Bolivia asestó un histórico 6-1 a la albiceleste de un Maradona que hasta donde se recuerda fue coherente con la defensa de un año antes y que no mencionó el factor de la altitud al momento de hablar de aquella derrota.

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