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jueves, marzo 28, 2024
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Miedo y calma en Nusaybin, la ciudad turca más afectada por la ofensiva

Este lunes reina la calma en la ciudad turca de Nusaybin, en la provincia de Mardin, donde un ataque con morteros desde Siria, en respuesta a la ofensiva de Turquía, dejó ocho muertos el viernes pasado, aunque el temor y la desconfianza persisten entre la asustada población kurda.

La limítrofe Nusaybin se sitúa frente a Qamishli, la «capital» de Rojava, es decir, del territorio habitado por kurdos en el noreste de Siria, y es el punto más oriental de la ofensiva que Ankara lanzó el miércoles pasado para tomar el control de una franja de 35 kilómetros de ancho a lo largo de toda la frontera.

Pero aquí no ha habido invasión terrestre, aseguran los vecinos a Efe, aunque hasta el domingo sí se escucharon bombardeos de la artillería o la aviación turca contra posiciones de las kurdosirias Unidades de Protección del Pueblo (YPG), que controlan la región.

Reina el miedo

Este lunes no se oyen explosiones y no se ven columnas de humo, pero en esta calma hay un componente de miedo: los negocios en el centro de Nusaybin permanecen en su mayoría cerrados y muchos vecinos se han ido a los pueblos de los alrededores.

Con motivo: el viernes tres obuses lanzados desde el lado sirio cayeron en una tranquila calle céntrica, matando a ocho personas y dejando heridas a 35. Muchos vecinos guardan en su teléfono móvil (celular) imágenes de transeúntes en el suelo, sangrando y pidiendo ayuda.

«Lanzaron primero un obús y, cuando la gente llegó corriendo para auxiliar a los heridos, lanzaron otro y después otro, todos al mismo punto», asegura a Efe un anciano que contempla los escombros que aún cubren la calzada, mientras los habitantes de la casa afectada barren cascotes y ladrillos.

Prácticamente toda la población de Nusaybin es kurda, y todos tienen familiares al otro lado de la frontera, si bien desde hace cinco años -desde que las YPG establecieran su administración autónoma- ya no pueden cruzar a verse.

Dudas y desconfianza

¿Por qué las milicias kurdas lanzan cohetes contra sus propios familiares? Un hombre de negocios que tiene su oficina cerca de la frontera opina que «no lo hacen las YPG. Turquía tiene infiltrados a algunos militares en misión secreta al otro lado de la frontera y son ellos quienes lanzan los obuses» y añade: «El Gobierno turco nos considera enemigos».

Ayer, el propio Partido Democrático de los Pueblos (HDP), la tercera fuerza del Parlamento turco, izquierdista y prokurda, pidió una investigación oficial para aclarar estas sospechas, que en Nusaybin son moneda común.

Osman, dueño de una farmacia, muestra a Efe el agujero de una bala de francotirador que perforó el cierre metálico, el marco de aluminio de la puerta y la pared al otro lado del habitáculo, donde abrió un boquete del tamaño de un puño.

«Era el viernes al mediodía, yo estaba sentado aquí en el mostrador, a dos metros de la pared, cuando ocurrió. Tuve suerte», comenta el joven.

La trayectoria de la bala hace mirar a un campo abierto al lado de la valla fronteriza, salpicado de torretas de vigilancia turca, pero sin ningún edificio a la vista donde podría apostarse un francotirador del otro lado.

Osman no quiere especular. «Yo soy un simple oficinista. Sois los periodistas quienes deberíais poder responder a estas cuestiones».

En el cercano café Asmin, decorado con imágenes de cantantes kurdas, Faruk contempla la valla de enfrente y muestra un trozo de metralla que el viernes entró en su negocio, tras estallar un obús en la calle.

La información, otra víctima

Desde el viernes no ha vuelto a haber disparos. «Gracias a (el presidente ruso, Vladímir) Putin», afirma un adolescente.

«Hemos oído decir que él ha parado la guerra», añade.

No se sabe si la guerra está parada o solo lo parece, y todavía no han llegado a Nusaybin las noticias de un posible envío de fuerzas del régimen de Bachar al Asad a las regiones kurdas para hacer frente a las tropas turcas.

«¿Desde Damasco? Primera noticia», se sorprende un vecino.

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