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jueves, marzo 28, 2024
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Nicaragua inicia proceso para final ordenado del «orteguismo»

María M.Mur

El anuncio de que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, aceptó la presencia de organismos internacionales en el país y de que está abierto a discutir un posible adelanto de elecciones podría indicar que estamos ante el principio del fin del «orteguismo», dijeron varios analistas.

«Creo que este acuerdo donde él admite que se abra la discusión de su retiro y que unos organismos internacionales controlen la violencia no les ha debido gustar a algunos de sus partidarios más radicales, que lo han apostado todo por él, manchándose las manos de sangre», indicó el escritor nicaragüense y último Premio Cervantes, Sergio Ramírez.

Es una medida que «sin duda va a debilitar la unidad alrededor del partido pero hay que ser cauteloso», advirtió Ramírez, uno de los líderes de la revolución sandinista que derrocó a la dictadura somocista.

El diálogo entre el Gobierno y la denominada Alianza por la Justicia y la Democracia, la plataforma opositora que aglutina a los universitarios, empresarios, miembros de la sociedad civil y campesinos, se desbloqueó la noche del viernes, después de varias semanas en punto muerto.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua, que actúa como mediadora en la crisis, informó que las partes habían llegado a un acuerdo, que implica el levantamiento de las barricadas -la principal forma de protesta de la oposición- y la llegada «inmediata» de la OEA, la ONU y la UE.

Esos organismos ayudarán a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a esclarecer lo sucedido e identificar a los responsables de las cerca de 200 muertes que deja el conflicto, algo a lo que el Gobierno se había negado hasta que no se levantaran los bloqueos que cercenan las principales ciudades del país.

«En la medida en que la gente se sienta segura irán levantando las barricadas, la gente las ha puesto para proteger sus casas, están luchando por sus vidas», aseguró el escritor, que fue vicepresidente durante el primer Gobierno de Ortega entre 1985 y 1990.

«Lo de ayer fue una muestra del estado de debilidad del régimen y de la presión que está ejerciendo la población con su resistencia cívica», afirmó por su parte el rector de la Universidad Americana (UAM) y asesor de la plataforma opositora, Ernesto Medina.

La CIDH ya visitó Nicaragua en mayo y elaboró un informe preliminar «demoledor» que señala a Ortega de ordenar posibles ejecuciones extrajudiciales durante las protestas que llevan dos meses pidiendo su salida, pero su mandato es «reducido» y «se limita solo a informar de lo que pasa», explicó el académico.

«El sistema judicial nicaragüense está corrompido y colapsado y no podemos esperar absolutamente nada, por eso es importante que organismos como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos nos ayuden a impartir justicia y señalar a los culpables», agregó Medina.

El rector alertó además de un posible recrudecimiento de la violencia y de un incremento de la actividad de las bandas paramilitares afines al Gobierno, popularmente conocidas como «turbas sandinistas», porque se sienten «heridos» y quieren influir en las negociaciones.

Los obispos también desvelaron el viernes una propuesta que le plantearon a Ortega la semana pasada, que implica el adelanto de elecciones generales para marzo de 2019 y la prohibición de que el mandatario vuelva a ser reelegido.

El gobernante, en el poder desde 2007 y reelegido otras dos veces en procesos electorales muy cuestionados, respondió a la Iglesia en una misiva en la que señaló su «plena disposición de escuchar todas las propuestas e iniciativas dentro de un marco constitucional».

«La propuesta de los obispos es muy clara, Ortega no ha sido tan claro, pero no se ha negado a hablar de elecciones. De todos modos los comicios ya no son suficientes, hay que separarle inmediatamente del poder para que no trate de manipular ni desarticular a la oposición», indicó el politólogo y excandidato a la alcaldía de Managua, Mauricio Mendieta.

Las partes continuarán con el diálogo este sábado y debatirán la hoja de ruta planteada por los obispos para poner fin a la crisis más sangrienta que vive Nicaragua desde los años 1980, con Ortega también en el poder.

Muchos nicaragüenses ven ciertos paralelismos con el fin de la dictadura somocista en 1979, aunque el politólogo considera que esta lucha «cuenta con más apoyo popular porque no está armada y es más multigeneracional».

«Ortega está en ‘la sin remedio’, es una expresión muy nicaragüense que quiere decir que no tiene otra opción más que aceptar no solo su renuncia sino también su salida del país», concluyó.

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