Atrapado en las redes de la maniobra, el candidato Oscar Ortiz, por seguir la recomendación de Rubén Costas de «no pactar», auto bloqueó su propia salida y hoy lanza convocatorias para recomponer su candidatura. Ortiz se había enclaustrado voluntariamente confiando en un vuelco mayoritario del voto de centro derecha progresista a su favor. Hizo oídos sordos a quienes le alertaban de la falta de una movilización de su electorado.
Su tacticismo, por el temor a ser fagocitado, era uno de los obstáculos para pactar con uno o varios candidatos, sencillamente porque sobrevaloró sus apoyos. Ortiz sabía desde el principio su carencia de viabilidad electoral en el occidente, no pudiendo con lo minúsculo, prometía lo mayúsculo. Empleó como método de negociación no hacer concesiones mientras haya margen, se olvidó de concertar acuerdos en La Paz, Oruro, Potosí, sobre todo, de modo que al final tengan que ceder otros que no tienen apoyo en el área rural ni en todo el oriente.
Ortiz incurría en una paradoja: si no había consenso para hacer a Mesa Presidente, prolongaba el despotismo. Así, evitó obtener una posición más relevante que deslumbrante dentro del Ejecutivo. Incubó, un sistema de solidaridades y de disidencias a favor de la candidatura con opción coherente. Como consecuencia, las plataformas cruceñas le quitaron su apoyo. Se olvidó, por culpa de consejeros aduladores que no ven la realidad, que la democracia impone un procedimiento, nunca un resultado. Ortiz, por culpa de sus halagüeños, despreció pacto electoral con muchas entidades cívico social campesinos en el occidente, no de poder, sino de aquel que de viabilidad gobernativa para dar estabilidad política al Estado, que es de lo que se trata.
Y, ocurrió algo imprevisible: Edwin Rodríguez emergió de pronto en la escena política con su renuncia, no en su calidad de desconocido candidato a la Vicepresidencia, sino, por su muestra de coherencia con quienes dice representar.
La renuncia de Rodríguez favorece el proyecto del Gobierno. Por su parte Mesa sigue en la búsqueda de electores para una investidura convencional.
Para asegurar una actitud maestra, Oscar Ortiz debería primero acercarse a los sectores de occidente que están dispuestos a darle su apoyo y atraer al resto de las estériles candidaturas de cara a convertirse en fuerza mayoritaria, con especial incidencia en las elecciones locales y departamentales. Si éstas no buscan un pacto, decretarán su fecha de caducidad. Deben reflexionar para que se respete la voluntad ciudadana y no se esterilice el objetivo nacional de alternancia en el poder político.
Lo principal para candidatos que deseen hacer un gobierno para todos, es no cercarse, no creerse un emisario del más allá, deben pisar tierra y darse cuenta que la soberbia no es buena consejera. Están a tiempo de pactar los candidatos que se dicen demócratas para consolidar el sistema democrático.