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viernes, marzo 29, 2024
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Planificación para el desarrollo

¿Porque Bolivia importa alimentos más que hace dos décadas? El actual gobierno ha incrementado la ayuda para el agro, el presupuesto para incentivar a este sector se ha aumentado considerablemente, y sin embargo se produce menos alimentos básicos. La papa es originaria del Altiplano, pero ahora se la produce más en los valles y en el exterior. ¿Qué ocurrió para llegar a este extremo? La única respuesta que perece probable es que las políticas nacionales carecen de planificación y las determinaciones se adoptan de acuerdo a circunstancias especiales y muchas veces por presiones.

La planificación para el Desarrollo se ha convertido en una especialidad económica indispensable para toda política estatal. Desgraciadamente, Bolivia omite utilizar esta valiosa herramienta y apela a la intuición para adoptar decisiones de alta responsabilidad institucional. La CEPAL ofrece capacitación permanentemente en el área de planificación para el desarrollo buscando el mejoramiento de la gestión pública y de los procesos de planificación económica y social de los gobiernos nacionales y sub-nacionales en los países de la región. Este organismo impulsa la agenda que establece el Consejo Regional de Planificación (CRP) como órgano subsidiario de la CEPAL, para el fortalecimiento de la planificación en la región. A tal efecto, la CEPAL ofrece servicios de capacitación, formación profesional y desarrollo de capacidades en temáticas relacionadas con la planificación para el desarrollo, prospectiva, gestión estratégica del estado y desarrollo territorial, para los países de América Latina y el Caribe. Muchos profesionales bolivianos han participado de estos cursos, se han establecidos diplomados en las diferentes universidades, pero se prefiere contratar a militantes políticos antes que profesionales capacitados.

En estos momentos, los resultados de una de estas medidas carentes de planificación se exponen en candentes llamas. Es la política agropecuaria, a la que el gobierno intentó dar amplio impulso, pero sus efectos se volvieron cual boomerang contra el país. Efectivamente, primero el gobierno decidió dar preferencias a los campesinos con una serie de medidas sectoriales, como el manejo del Fondo de Desarrollo Campesino, que terminó en un saqueo. Las prebendas y la creencia de que los campesinos llegaron al poder hizo que miles se trasladen a las ciudades abandonando la tierra. Hoy la mayor parte de la población está en las ciudades y no en el campo como hace dos décadas. Pero además, se efectuaron acuerdos para impulsar la agroindustria, esto es producción de soya, maíz, sorgo, girasol y otros que hoy son destinados a la exportación, a la fabricación de aceites y ahora a los biocombustibles para mezclar con gasolina. Pero la producción de alimentos básicos decayó.

En los últimos 10 años la importación de alimentos tradicionales se incrementó en 54 por ciento, según datos del INE, citados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). En las últimas gestiones el Gobierno destinó mayores recursos a los grandes y pequeños agricultores para mejorar la producción, también creó el seguro agrario, sin embargo, la dependencia de alimentos con el exterior crece. En 2008, Bolivia compraba alimentos del exterior por 440 millones de dólares; en 2018 subió a 676,06 millones de dólares. Una década atrás el país no necesitaba comprar papa, hortalizas, frutas, café, etc.).

Es cierto que el Gobierno ha ampliado la frontera agrícola, pero esto no es para alimentos para los bolivianos, es para los cultivos agroindustriales que son destinados para la exportación. Lo que sucede es que hay un fuerte apoyo a la industria agroalimenticia, pero hay un descuido en la producción de alimentos básicos. Para apoyar la agroindustria, el gobierno autorizó los desmontes y determinó ampliar las tierras destinadas a cultivos, hecho que motivó la escalada de chaqueos, que a su vez derivaron en los incendios que hoy sufre el país. El país necesita producir más y apoyar a la agroindustria, pero estas medidas deben ser planificadas adecuadamente mediante políticas sustentables, responsables con el medioambiente y con los intereses del país y no de un sector económico.

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