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viernes, abril 19, 2024
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Política, educación y coronavirus

Los dirigentes del magisterio nacional, piden se adopten medidas necesarias para que todos los estudiantes, y también los docentes, logren -en igualdad de condiciones y oportunidades- acceso a la modernidad, y que se generen iniciativas y estrategias públicas para dotar de medios a los que carezcan de posibilidades económicas.

La coyuntura especial que vive el país, por el coronavirus, ha dejado a los políticos y a los ciudadanos empantanados en un proceso eleccionario frustrado, reiniciado a medias, amenazado, copado de dudas, observaciones y preocupación general.

No es para menos, los temas fundamentales para que la gente pueda decidirse por algún candidato, a la fecha quedaron fuera del debate electoral por la falta de iniciativas de los candidatos, que repiten todos una misma oferta demagógica de «mejorar la calidad de vida de los bolivianos» y de que ante «la Ley todos somos iguales», cuando son ellos los que con sus actos de corrupción, demostraron a través de los tiempos y del accionar del colectivo social, que en materia económica, por decir algo, estamos al borde de la catástrofe por la baja del precio internacional del petróleo y del precio de los minerales, que incide en el precio del gas que Bolivia exporta a la Argentina, Brasil y Paraguay.

Solo se habla de la pandemia y de la necesidad de reiniciar actividades. Uno de los temas fundamentales omitidos es la educación, que hace noticia por su ausencia, y porque pese a que no hay clases, hay oposición a la enseñanza virtual, al uso de las nuevas tecnologías, porque no todos pueden acceder a la adquisición de computadoras y acceso a internet.

El ministro de educación, Víctor Cárdenas, anunció la aplicación de un reglamento de clases virtuales en todo el sistema, desde el inicial al universitario. Los dirigentes del magisterio salieron al frente para rechazar el sistema por considerarlo discriminatorio para aquellos que no tienen acceso a Internet y a las nuevas tecnologías, toda vez que en muchas regiones del territorio el satélite Tupac Katari no logra dar señal. Una gran mayoría de los estudiantes y docentes no tienen facilidades para acceder a la modernidad. El Estado, a través de ENTEL, que se dice es de todos los bolivianos, debería otorgar servicio gratuito para el acceso virtual y no como al presente para conversaciones múltiples educativas por Zoom, por ejemplo, se tiene que pagar un determinado monto de dinero y las clases virtuales tienen un costo que afecta a la economía de los padres de familia.

Los políticos no se interesaron en el tema, consideran que no atrae votos.

La educación ha sido borrada del debate electoral, al parecer los candidatos están contentos con la calidad del sistema educativo implementado desde hace catorce años por el expresidente, que firmo una norma que decía que todo servidor público debía hablar por lo menos dos lenguas una necesariamente nativa, en los hechos él no hablaba ni escribía en aimara, quechua o tupi-guaraní. El exministro Roberto Iván Aguilar Gómez, alagó con obsecuencia partidaria la Ley Avelino Siñani que esta fuera de tiempos y de la realidad educativa regional, continental, mundial, cual señalan los educadores.

A nadie parece importarle que 100 mil estudiantes inscritos abandonen las aulas. Tampoco parece importar que abiertamente se busque ideologizar la educación por mandato de la Ley Avelino Siñani cuestionada por la mayoría de los profesores.

«El exministro de educación Roberto Iván Aguilar Gómez, antes de realizar una gestión académica y de hacer que la educación no esté ideologizada, reconoció que de 250 mil alumnos que se inscribieron al primero de primaria, solamente 150.000 lograron el bachillerato, quedando 100 mil estudiantes en el camino, confesión que demuestra su incapacidad de gestión toda vez que no puso en vigencia planes y estrategias educativas que satisfagan al total de la población nacional», señalaron dirigentes del magisterio.

Con los bonos escolares se pensó que se evitaría la deserción escolar, los resultados son negativos. La gestión escolar de este año, por la necesidad de proteger a los niños y estudiantes del contagio de COVID-19, ha sido suspendida.

En forma parcial, universidades y algunos colegios han estado trabajando con clases virtuales.

Con ese objetivo el ministerio de educación elaboró un reglamento de educación virtual, normado mediante Decreto Supremo 4260, que determina varios mecanismos destinados a reiniciar clases con apoyo virtual, «porque es probable que ya no se retorne a las labores escolares presenciales este año». El reglamento establece modalidades de educación a distancia asistida por recursos físicos (libros, documentos, CD y DVD), televisivos, radiales, digitales, telefónicos mediante la modalidad virtual, que utiliza plataformas conectadas a Internet. Aquí está el meollo del problema, el satélite chino Tupac Katari, denominado «satélite ciego», no tiene capacidad de dar señal a varias regiones. Se han aprobado contenidos educativos para cada nivel, y se dijo que se han preparado a maestros en la aplicación de estos medios.

Naturalmente que el ideal debiera ser otro, trabajar por una educación que busque la excelencia, y revocar el sistema impuesto con la Ley Avelino Siñani, que politiza la educación, y que va en contrasentido de la cultura y la realidad, hecho que puede calificarse como regresión. Lo que debería orientar los objetivos educativos es la excelencia, la competitividad y la utilidad práctica, tanto en la concepción, y métodos de todos los programas, así como en la comprensión de conceptos doctrinarios, como el principio de igualdad, que debiera ser aplicable al acceso de oportunidades para todos, en las mismas condiciones, recursos y opciones, reconociendo las diferencias individuales. En lugar de orientar la idea universal para promover la excelencia y extraer de cada alumno lo mejor de sí, parece existir, por parte de la clase política, terror de que muchos jóvenes profesionales sean los mejores para servir a la patria. Estos temas trascendentales están ausentes del debate electoral, que se pierde en promesas que ya nadie cree.

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