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viernes, abril 19, 2024
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Prevenir, imprescindible obligación

La detección temprana de conflictos, en un país como el nuestro, con alto índice de tensiones sociales y políticas, debería ser tarea cotidiana y permanente, de manera que oportunamente se puedan encontrar soluciones, desactivar posibles hechos de violencia y, fundamentalmente, contribuir a una mejor relación entre el Estado, sus instituciones y la comunidad.

Algunos organismos internacionales apoyaron en varias oportunidades, durante los últimos 30 años, proyectos que permitan preparar al Estado para prevenir eventuales situaciones que pudiesen derivar en intranquilidad y violencia.

Lamentablemente, esta idea ha sido desaprovechada por varios gobiernos hasta quedar en nada y en la actualidad, pese a que se han creado oficinas supuestamente especializadas, la labor de prevención es inexistente. La actual administración también, al parecer, ha sobrestimado la capacidad para controlar a los políticos, movimientos sociales o a las iniciativas ciudadanas en general, que en determinado momento pueden apoyar a los gobiernos, pero también ponerse al frente si se cometen delitos, se ignora sus necesidades, surgen conflictos inesperados, o simplemente se va en contra de lo que la comunidad espera.

El gobierno interino transitorio ¿tendrá una idea de cuál es el pensamiento actual de la juventud y personas mayores que participaron en las protestas por la corrupción el fraude electoral, y que expresó su respaldo al cambio? ¿Se mantendrá esa posición? ¿Estará satisfecha con lo que hace la actual administración transitoria? ¿Dejará pasar los errores cometidos hasta ahora?

Precisamente la prevención implica adelantarse a los acontecimientos y conocer el pensamiento y ansias de los ciudadanos, para adoptar las mejores decisiones que vayan en favor del bien común y del colectivo social.

¿Habrá previsto el gobierno el estado de apronte de una parte de los movimientos sociales afines al anterior gobierno? Es evidente que el MAS está reorganizando sus fuerzas por la complicidad gubernamental al haber permitido que la Asamblea Legislativa se constituya en su vanguardia de ofensiva; en las redes sociales se emiten instructivos a su gente para que participe de las consignas que llegan desde afuera, para bloquear, oponerse a la cuarentena, exigir renuncia de la Presidente interina Añez, exigir elecciones cuanto antes, y otras exigencias que, felizmente, hasta ahora no han encontrado eco en la mayoría de la población, exceptuando algunos bolsones masistas que hay al interior del gobierno sobre todo en el ministerio de comunicación y en distritos de Cochabamba, Potosí, La Paz y otros departamentos.

Estas expresiones políticas, indudablemente enlazadas, y coordinadas, deberían preocupar a las autoridades, y motivar a fortalecer los mecanismos de prevención para atender aquellas justas demandas en forma oportuna, y diferenciar las acciones políticas militantes. Evidentemente, anticiparse a los conflictos no es una tarea sencilla, debido a que encierra una gama de elementos que tienen que ver con un tratamiento ético que haga posible, sin afectar las libertades y derechos ciudadanos, obtener información confiable, fidedigna, certera y oportuna que contribuya, fundamentalmente a un conocimiento cabal de los hechos, de manera que se pueda armar una agenda que guie las decisiones hacia soluciones aceptables.

La mayor parte de los hechos políticos, sociales, históricos, culturales y económicos que han desembocado en situaciones de violencia en el país, probablemente pudieron evitarse, pues los factores que han concurrido a su desenlace, generalmente han sido previsibles. Las razones por las que no se presta atención oportuna son múltiples, pero todas tienen un común denominador que es la reacción tardía y la distorsión del objetivo central.

Casi nunca los organismos del Estado efectúan un análisis sobre las eventuales reacciones de las personas sobre una decisión, ni intentan descubrir motivaciones, y anticiparse a la rebelión.

Es necesario que las autoridades, para adoptar decisiones, conozcan que quieren y que observan los ciudadanos a la forma de gobernar, o a las ideas y acciones que nacen de los poderes.

Pese a que se conoce a plenitud la frustración acumulada en muchos sectores nacionalistas, patrióticos, o la enorme lista de insatisfacciones, generalmente se elude la atención frontal de los temas y no se exploran las posibilidades reales de solución, ya sea porque se carece de vocación a las ideas de construcción de la patria, o porque se busca otros objetivos personales que rayan en a corrupción, nepotismo y falta de conocimiento de la realidad nacional. Muchas veces los enfoques de los gobiernos, autoridades o líderes políticos, al encarar un conflicto, responden a las circunstancias de coyuntura, que pueden distorsionar los hechos o mostrarlos en forma superficial y momentánea, y lo único que logran es postergar soluciones, o acceder a demandas imposibles de atender que muchas veces entran en colisión con los intereses de otros sectores.

Es la actitud política militante que solamente tiene una visión inmediatista y no comprende que Bolivia es una nación sub desarrollada por la falta de lideres intelectuales con sapiencia de estadistas, estamos al borde de nuevas eclosiones de insurgencia en contra de maniobras autoritarias.

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