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jueves, marzo 28, 2024
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Proceso de cambio no llegó a pequeños productores

Fredy Villagómez Guzmán

Se realizó el Encuentro Nacional de pequeños productores del Pacto de Unidad, convocado por la Csutcb, CNMCIOB, Conamaq, CSCIOB, CIDOB, AOPEB y CIOEC. Después de mucha discusión y debate entre los delegados de las distintas organizaciones y representantes de los nueve departamentos, se consensuó una agenda de propuestas y demandas para fortalecer la producción agropecuaria campesina indígena, aunque muchos temas de esta agenda son ya de larga data.

Las autoridades del Estado presentaron datos globales sobre producción agropecuaria de la última década comparándolos con el período neoliberal sobre saneamiento de tierras, ampliación de la superficie cultivada, incremento de volúmenes de producción e inversión pública.

Según los datos del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, producimos más de lo que consumimos, existe sobreproducción en rubros como papa, cebolla, zanahoria, tomate y frutas, solamente habría déficit en la producción de trigo y manzanas.

Las y los representantes de las organizaciones en sus intervenciones mostraron otra faceta de la problemática y situación agropecuaria de los pequeños productores, incluso algunos interpelaron a las máximas autoridades presentes indicando que esas cifras no reflejan la verdadera situación y la realidad de ese sector.

Jorge Choque, productor beniano, manifestó: «hermanos, según los números estamos bien, bastante bien, pero es necesario centrarse un poco en la realidad, en nuestras políticas grandes no hay nada que discutir, pero las políticas que llegan al bolsillo del productor de papa, de café, de arroz y de maíz realmente hay que mejorar hermano presidente y hermano ministro».

En el acto de clausura, el productor de Caranavi Gregory Peñafiel decía: «vivimos 12 años de proceso de cambio, hemos visto la transformación de nuestro país, carreteras y teleféricos, pero para los pequeños productores no ha llegado el proceso de cambio».

También se constató que al interior de las mismas organizaciones hay visiones distintas y contrapuestas sobre la problemática agropecuaria.

Unos sugieren la mecanización e incorporación de biotecnología para ampliar la producción y mejorar rendimientos y así contrarrestar el contrabando y la importación de alimentos.

Otros, quizá el sector más numeroso, apuestan por la producción agroecológica, la recuperación de suelos, la modernización de la agricultura incorporando tecnología apropiada a cada contexto, la regulación de mercados y se oponen tajantemente a la incorporación de semillas transgénicas. Probablemente por esta discrepancia el tema de los transgénicos no fue considerado en las conclusiones.

La población campesina indígena sigue exigiendo la distribución equitativa de tierras fiscales nuevas identificadas, que serían 8,1 millones de hectáreas, mediante planes y programas de asentamientos humanos, la reversión de tierras de grandes propiedades que no cumplen la función económica social, fiscalización a extranjeros que acaparan tierras de manera ilegal, entre otros temas.

Según el INRA, el proceso de saneamiento ya habría concluido: de los 103,5 millones de hectáreas objeto de saneamiento, se sanearon 83 millones, de las cuales 26,5 millones de hectáreas son tierras fiscales, 23,9 millones de hectáreas están tituladas como TCOs, 21,1 millones de hectáreas para comunidades campesinas e interculturales y 10,9 millones de hectáreas a empresarios y medianos propietarios.

En el tema productivo se sigue exigiendo la implementación de sistemas de riego tecnificado (aspersión, goteo), construcción de reservorios, atajados, sistemas de conducción para la gestión eficiente del agua, aunque las autoridades informaron que se habrían alcanzado 434 mil hectáreas bajo riego hasta 2017, pero éstas siguen siendo insuficientes para las más de 779 mil unidades productivas de pequeña escala del país.

Sigue siendo necesaria la recuperación de suelos erosionados, apoyo técnico a la producción agropecuaria, mercados para la comercialización, transformación para generar valor agregado. Se insistió mucho en otorgar créditos para la producción agropecuaria con facilidades de acceso y menos burocráticos, y no ser tratados igual que los grandes productores.

Otro tema de amplio debate fue la importación y contrabando de alimentos principalmente provenientes de la agricultura familiar, sobre lo cual el ministro Cocarico no dio datos, pero los productores propusieron cerrar las fronteras para combatirlo. Según el INE, en la gestión 2016 se habría importado 51.841 toneladas de papa, equivalentes al 4,8% de lo que se produce; 6.943 toneladas de tomate, 11,28% de lo producido; 11.787 toneladas de cebolla, 14,8% de lo producido hoy en el país.

Evidentemente el paisaje rural cambió en los últimos años, hay más infraestructura de salud, educación, caminos, campos deportivos, medios de comunicación (celulares, internet, Tv), etc., y a pesar de las deficiencias en su servicio éstos pueden mejorar las condiciones de vida. Sin embargo, las condiciones económicas y productivas de las familias campesinas indígenas no han mejorado significativamente, la producción agropecuaria en superficie, volumen y rendimientos se ha estancado o tuvieron leves mejoras en algunos rubros, por ello los ingresos provenientes de la agricultura no son suficientes para cubrir todas sus necesidades.

Sin embargo, las familias campesinas e indígenas de tierras altas y tierras bajas que gestionan de manera sostenible los recursos productivos implementan innovaciones tecnológicas y diversifican cultivos, están mejorando sustancialmente la producción agropecuaria, en cantidad y calidad, suficientes para el consumo familiar y para la venta en los mercados locales y regionales.

Este sector aporta a la seguridad alimentaria del país con diversidad de alimentos, inocuos y nutritivos, un aporte a veces poco valorado y visibilizado.

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