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martes, abril 23, 2024
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Putin y Abe se comprometen a firmar la paz pese al problema de las Kuriles

El presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se comprometieron a firmar el tratado de paz pendiente desde la Segunda Guerra Mundial pese a que están muy lejos de solucionar el contencioso territorial por las islas Kuriles, la principal manzana de la discordia entre ambos países.

«Tenemos por delante un arduo trabajo para crear las condiciones necesarias y lograr una decisión mutuamente aceptable», admitió Putin en una breve comparecencia junto a Abe ante la prensa en el Kremlin.

Putin destacó que ambos mandatarios confirmaron su «interés» en firmar el tratado, paso crucial para la normalización de las relaciones bilaterales, aunque matizó que la decisión final debe ser «aceptable» para los dos países y «respaldada» por ambos pueblos.

El hecho de que ambos mandatarios no respondieran a las preguntas de la prensa demostró que las posturas de las partes en esta primera ronda de negociaciones de paz son aún poco reconciliables.

No hubo ni una sola referencia a una posible entrega de alguna de las cuatro islas Kuriles del Sur -Iturup, Kunashir, Habomai y Shikotan-, en poder soviético y después ruso desde el fin de la contienda mundial y reclamadas desde entonces por Tokio, donde se conocen como Territorios del Norte.

«En la reunión en Singapur nos comprometimos a enmarcar el proceso negociador en la Declaración Unión Soviética-Japón de 1956», señaló Putin sobre el encuentro celebrado por ambos en noviembre.

Al respecto, subrayó que dicho documento contempla, «en primer lugar, la firma del tratado de paz», precisamente la postura de partida que Moscú defiende en las negociaciones.

Putin se refería a que la declaración pone como condición la firma del tratado para después abordar la entrega de dos de las islas más pequeñas del archipiélago (Shikotan y Habomai).

Esa posibilidad se vio frustrada por la firma en 1960 de un acuerdo de seguridad entre Japón y Estados Unidos, que desplegó sus tropas en el país del sol naciente, lo que la URSS interpretó como una amenaza a su seguridad.

Putin y Abe acordaron poner en marcha actividades económicas conjuntas en el archipiélago, lo que incluye acuicultura, turismo, agricultura, energía eólica y procesamiento de residuos.

Por su parte, Abe, que había vinculado directamente el tratado con la devolución de las Kuriles, admitió: «Solucionar problemas sin resolver desde hace más de 70 años, desde el fin de la guerra, no es fácil, pero debemos hacerlo».

Destacó que dos años después de que Moscú y Tokio decidieran normalizar de una vez por todas las relaciones, ambos mandatarios siguen igual de decididos a poner fin a las tensiones con la firma del tratado de paz.

Abe subrayó que ha acordado con el jefe del Kremlin que este verano los japoneses con antepasados en las islas podrán visitar sus tumbas, y anunció que los ministros de Exteriores de ambos países celebrarán en febrero una nueva ronda de negociaciones durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.

«Habrá más de una ronda. Hay que fortalecer la atmósfera de confianza mutua», comentó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, al término de la comparecencia conjunta.

Putin no aludió en vano a la necesidad de que el acuerdo sea respaldado por los pueblos de ambos países, aunque no precisó si sería necesario convocar un referéndum, ya que la mayoría de rusos, según las encuestas, se opone terminantemente a la cesión de las Kuriles, más aún después de la anexión de la Crimea ucraniana.

En los últimos días en Rusia se han celebrado varias protestas contra la posible cesión de las Kuriles a Tokio, la última de las cuales se saldó con once detenidos durante un acto frente a la embajada japonesa en Moscú.

Los preparativos de la cumbre se torcieron cuando Tokio dejó claro que su objetivo final seguía siendo recuperar las cuatro islas, para lo que se proponía convencer a la población local -unas 20.000 personas- de que aceptara voluntariamente el dominio nipón, cuando Moscú le exige como condición para negociar que reconozca primero la soberanía rusa sobre el archipiélago.

También irritó sobremanera al Kremlin que el propio Abe asegurara que EEUU debería estar interesado en que Japón recupere las Kuriles para contener a China, estrecho aliado de Rusia.

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