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jueves, abril 18, 2024
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Quien no delinque, no escapa no huye decía Morales

Dr. DAEN. Waldo Torres Armas

López Obrador y su canciller Marcelo Ebrard quedaron en ridículo mundial al expresar que Morales fue víctima de un «Golpe de Estado». El informe de la OEA y la investigación de CNN sobre el proceso electoral boliviano atribuyen «a Evo Morales el autogolpe de Estado por pretender usurpar la voluntad de los bolivianos con un fraude mayúsculo».

Lo acontecido, no fue un Golpe de Estado por cuatro motivos: Primero: recordemos que este tercer periodo de Morales fue inconstitucional; segundo, porque desoyó al soberano mandante y se resistió a cumplir los resultados del referéndum del 21F que le prohibía re postularse, no debía ser candidato ni electo; tercero, el comunicado de las FFAA no fue la causa de la renuncia, se pronunciaron sobre hechos ya consumados posteriores a su renuncia; cuarto, porque es el pueblo como titular de la soberanía quien otorga poder a un elegido para representar y ejercitar la conducción del Estado enmarcado en la Constitución y las leyes, pero si éste hace un uso y abuso de ese poder conferido, el soberano ( el pueblo) tiene la legitimidad, la legalidad y la autoridad, para recuperar ese poder con el objeto de restaurar la democracia denigrada.

La movilización social generalizada y de ámbito nacional, tiene naturaleza constituyente, vale decir, es la autoridad política jurídica suprema del Estado, con una jerarquía superior a la propia Constitución. Basada en esta autoridad tácita, era suficiente proclamar la destitución de Morales por no tener el control de las instituciones del Estado, por carecer del control territorial del país, por el delito de fraude electoral y otros inmersos promovidos por su persona y por carecer del respaldo «constitucional» de las FFAA y de la Policía, que le incapacitó garantizar la seguridad, la estabilidad y gobernabilidad, como le mandaba la Constitución.

Como el Régimen, durante el ejercicio del poder conferido por el pueblo, no ofreció las razones por las cuales debía ser obedecido y apeló al fraude, a la coerción y a la demagogia para obtenerla, destruyó los fundamentos de su permanencia. El MAS no tuvo legitimidad de origen para este tercer mandato y por lo tanto nunca tuvo legitimidad de ejercicio. Como mandatario quiso ser superior al mandante, es decir superior al pueblo mismo, haciendo lo que expresamente prohibía.

La tesis sobrevenida del «golpe» está llena de simplificación, procura estigmatizar a la oposición y a las FFAA, pero fue Morales el que inició la crisis por persistir en su ambición desmedida, lo que le llevó a cometer toda clase de tropelías sistemáticas.

La juventud nacional se alzó en rebelión, ante los hechos de corrupción, de falta de respeto a su voto del 21F y del 20 de octubre.

Bolivia se ha convertido en un símbolo. Bolivia y el mundo tienen que festejar el heroísmo de la resistencia pacífica, el triunfo de la no violencia, no como una elección moral ni filosófica, sino estratégica.

Morales, al estilo de Gonzalo Sánchez de Lozada, se fue como vino repartiendo culpas a la «derecha» al «imperialismo» y enemigos fantasmas, cuando en realidad fue él mismo y sus propios dirigentes quienes se aplicaron «autogolpe con un fraude monumental, que robaron el voto al pueblo» como aseveró el secretario general de la OEA, Luis Almagro, amigo personalísimo de Evo Morales y de su embajador ante la OEA, ¡qué paradigma¡ se noquearon a sí mismos.

¡Triunfó el pueblo, restauramos la democracia, triunfó Bolivia, ojalá así comprenda la clase política que considera que otros son lo que deben sacrificarse y ellos aprovecharse del curso de los acontecimientos para hacerse «dueños de la victoria» sin haber sido parte activa en el teatro de los hechos, en el momento de las decisiones de coraje y valentía, de defensa de los derechos fundamentales de las personas, de la libertad!

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