La riqueza de la Amazonía ha enloquecido a los acaudalados que no se detienen ante nada para acumular más riqueza, medios y poder. Los incendios que solo en el mes de agosto han hecho arder miles de hectáreas, buscan aprovechar la tierra con fines industriales y comerciales, y abiertamente sostienen que quieren desde allí, alimentar a todo el planeta. La Amazonía es el bosque tropical más grande del mundo, hogar de al menos el 10% de la biodiversidad conocida y guarda especies que ni se sospecha; sus ríos representan entre el 15% y 16% de la descarga fluvial total a los océanos, y contiene el número más grande de especies de peces de agua dulce.
Los bosques y selvas de la Amazonía abarcan el territorio de ocho países (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y Guayana Francesa. Los actuales incendios no son casuales tanto en Brasil como en Bolivia se motivan en la necesidad de introducirse en las reservas naturales y territorios protegidos. Hay una motivación clara: contar con tierras para la agroindustria, la minería (especialmente oro) búsqueda de hidrocarburos, la explotación de piedras preciosas y semipreciosas, la extracción de madera, generación de electricidad y otras actividades. Ya se ha visto como en nuestro país se han logrado autorizaciones para incursionar en áreas protegidas vulnerando la Constitución Política del Estado, para incorporar a la producción amplios sectores de las reservas de Beni y Pando, así como antes se hizo en el Tipnis y Tariquia, entre otras regiones.
En Brasil, solamente en el pasado mes de julio se habrían deforestado más de 1.864 kilómetros cuadrados de selva, según datos preliminares del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, cuyo director fue despedido por el presidente Jair Bolsonaro tras la publicación de ese dato. Varias publicaciones han aportado información que apunta a la intencionalidad de los incendios. En Bolivia hay varias denuncias que hasta ahora no se investigan. En Brasil de acuerdo a un reportaje de BBC News, las sospechas se acentuaron al conocerse que la Policía y la Fiscalía federales investigan si hubo una supuesta acción coordinada de productores rurales del estado norteño de Pará, para incendiar la selva el 10 de agosto, pretextando el «Día do Fogo». La primera noticia sobre este hecho fue publicada el 5 de agosto por el diario Folha do Progresso. «Necesitamos mostrar al presidente que queremos trabajar y la única forma es derribando. Para hacer y limpiar nuestros pastos es con fuego», le dijo entonces un líder rural local al periodista de este diario.
La forma tradicional de conseguir derecho sobre la tierra es ocuparla. Esa política de exploración y ocupación de la tierra se da tanto en Brasil como en Bolivia. El Instituto Nacional para la Colonización y la Reforma Agraria (INCRA) de Brasil trasladó a migrantes de distintos estados a los márgenes de la carretera Transamazónica y el gobierno otorgó incentivos fiscales para grandes proyectos agropecuarios. Estos asentamientos fueron responsables del 13,5% de toda la deforestación en la Amazonía Legal (que incluye los estados de Amazonas, Roraima, Rondônia, Pará, Amapá, Acre, Tocantins, Mato Grosso y parte de Maranhao, según un estudio presentado ante el Congreso Nacional de Brasil en 2016. En 2017, el gobierno de Michel Temer aprobó una ley que permitió a las personas que habían ocupado hasta el año 2011 ilegal o irregularmente terrenos del Estado de hasta 2.500 hectáreas obtener un título de propiedad.
En el trabajo de BBC Mundo se señala que en la Amazonía brasileña hay granjas enormes que tienen más de 100.000 hectáreas, propiedad de miembros del Congreso, hombres de negocios, etc.… Brasil es el mayor exportador de carne globalmente. En la Amazonía Legal (que incluye partes del Cerrado o sabana tropical) hay unos 86 millones de cabezas de ganado, de las cuales unas 14,6 millones son sacrificadas al año. También es el mayor productor de soya del mundo. La sobreexplotación hace que se reduzca el rendimiento, por lo que se busca ampliar nuevas áreas de cultivo. Además Brasil es productor de importante de una amplia línea de productos agroindustriales.
Este poderío productor de Brasil hace que el sector rural y del negocio agrícola sea importante en el Congreso y, además, cuente ahora con un antiguo aliado, Bolsonaro, como presidente. Los ruralistas consiguieron en 2012 reducir la protección en partes de la Amazonía. Ahora, estos políticos están intentando aprobar una ley que revoque completamente la obligación de los propietarios privados de preservar la naturaleza en parte de sus propiedades. El autor del proyecto de ley es, precisamente, uno de los hijos de Bolsonaro, el senador Flavio Bolsonaro. Pero los grandes productores también presionan para que se puedan llevar a cabo actividades agrícolas a gran escala y minería dentro de los territorios indígenas, algo sobre lo que el propio Bolsonaro se ha mostrado favorable. Tarde o temprano los autores materiales e intelectuales de los incendios forestales y los beneficiarios de la tragedia, tendrán que rendir cuentas ante la justicia, tanto en nuestro país como en otras latitudes, donde los tribunales son más transparentes.