Lo que ocurre al interior del denominado partido «Proyecto Pan-bol» que postula a la Presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia a la señora Ruth Nina, es comidilla del día, por las diatribas, insultos y sindicaciones, domésticas, que bien podían haber dirimido con el candidato a la vice presidencia Leopoldo Chui, al interior de «sus bases» (que no deben pasar de algunos cientos por decir algo).
Nina dijo que Chui era «un infiltrado del MAS para destruir su partido, que el día de la presentación de candidaturas y folders ante el Tribunal Supremo Electoral, estaba en estado etílico».
Por su parte el candidato defenestrado para ir como acompañante de fórmula, Chui, manifestó que tanto el Presidente del partido como la candidata Nina, habían presentado a sus hermanas, familiares, de La Paz como de Cochabamba, como candidatos plurinominales a la diputación y que al interior del partido todo era un caos, nepotismo, al extremo de haber anunciado que interpondría querella penal en contra de Nina por difamación, libelo.
Es lamentable que, sin tener convicción de servicio a los intereses de la nación, dichos ciudadanos en lugar de hacer mea culpa de lo que pasa al interior del ente político, con total falta de respeto a la población, se hayan dado a la tarea de destruirse demostrando que es lo que podrían hacer en caso de ser, Santo Dios, elegidos como gobernantes de Estado.
Pena por la señora Nina, que en lugar de mostrarse serena y no dar bolilla a su candidato a la Vicepresidencia, salió damnificada.
El que dice «infiltrado», estaría logrando su cometido por cuanto manifestó textualmente que «no renunciará».
Imaginar lo que ocurriría entre dos personas, candidatos a gobernar, llegados al poder se estuvieran jalando de los cabellos antes de solucionar la problemática nacional.
Que pena se haya llegado a esos extremos, cuando en realidad lo que falta en Bolivia son candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia sensatos, probos, idóneos, patriotas, que no crean que el destino les señaló para endiosarse y querer gobernar por siempre y en forma indefinida.
Los integrantes de ese partido, bisoño, se deben reunir y mejor elijan a nuevos candidatos porque la sigla está inscrita y si pierden tendrán que pagar los gastos que significa la erogación de parte del Estado para publicidad, elaboración de papeletas de voto, etc., etc.
Quién de ellos pagará, ¿serán los candidatos a diputados y senadores, o el sacristán de la capilla Santa Lucía, para que nadie los vea y pasen al olvido? Que equivocados.
La vara de la «banda de los seis» se está inclinando sobre sus espaldas.