Cuando surgen desastres como los que ocurre en la Chiquitania, Roboré, Concepción y otras localidades del departamento de Santa Cruz -donde se quemaron tres millones de hectáreas, de acuerdo a informes de ecologistas, de la NASA e intelectuales de la Comunidad Internacional-, toda ayuda es bienvenida.
Es lamentable que el Gobierno no declare zona de desastre nacional, la que está incendiándose, sea por fenómenos del cambio climático, la incursión de interculturales cocaleros, o por el decreto supremo 3973 que autoriza la quema controlada del bosque.
Lo primero es apagar los incendios, luego vendrán las acusaciones y la forma de reforestación que requiere no solo dicha zona sino toda Bolivia.
La pérdida de flora y fauna pasa de todo cálculo preelectoral político o de ambiciones de los soyeros, cocaleros, agricultores y ganaderos.
Está demostrado que los súper tanques aéreos, los helicópteros Puma, la meritoria y valiente acción de los bomberos voluntarios, del cuerpo de bomberos de la policía, los más de cuatro mil efectivos militares, de voluntarios de Francia, Argentina y de otras naciones, no basta, el fuego sigue arrasando miles y miles de hectáreas, con peligro de extenderse a la ciudad de Santa Cruz y a las regiones del trópico cochabambino, visto lo ocurrido en Tunari.
El Gobierno debe reconocer que jamás podrá compensarse con el voto que le asignen tanto los cocaleros interculturales como los de la agro-industria cruceña comparado con la destrucción de tres millones de hectáreas y las consecuencias , epidemias, que de seguro, serán de angustia, dolor de cientos de familias, sobre todo del sector indígena, que a la fecha marchan para que se declare desastre nacional y de dicha manera los gobernantes que viven soleados en la ciudad de La Paz, se pongan la mano en el pecho haciendo las señales que a ellos les guste pero que sus manos firmen el decreto pertinente.
El pueblo boliviano en mayoría reclama que el Órgano Ejecutivo cumpla con lo que manda y ordena la Constitución Política del Estado Plurinacional en lo que toca a preservar los sistemas ecológico ambientales, el sistema que da vida, oxígeno, no solo a los bolivianos sino a quienes forman la comunidad regional, continental y mundial, sin árboles, sin flora, los pulmones se destruyen, la vida se escapa, por ello Evo Morales debe decretar “zona de desastre nacional” la Amazonía, la Chiquitania.