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viernes, abril 19, 2024
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Un 2022, cargado de problemas y esperanza

Otro año que se fue, ojalá, llevándose las frustraciones nacionales, pero dando paso a este 2022, con la esperanza de que sea diferente, y permita a los bolivianos alcanzar metas superiores en todos los ámbitos de la vida. Sin duda, la mayoría desea que se superen las desavenencias, los enconos y animosidades para abrirse a la comprensión y la tolerancia que son las bases de la convivencia en armonía. Desde JORNADA, hacemos votos porque todos los bolivianos encuentren un mejor camino y que el país en su conjunto logre solucionar los múltiples problemas heredados del pasado, que han sido escollos para lograr los objetivos nacionales, que son muchos y perfectamente posibles, pero a su vez complejos porque la burocracia nacional y regional se encarga de enredar las posibilidades.

La lucha permanente del pueblo boliviano, ha sido y es, por una mejor calidad de vida, para ello, ha hecho muchos sacrificios, ha sufrido privaciones, y ha logrado encaminar un proceso democrático complicado y lleno de obstáculos, pero logró sentar las bases para una serie de conquistas sociales y para la preservación de los derechos ciudadanos, plasmados en el compromiso de respetar los derechos humanos y la Constitución Política del Estado, instrumentos que garantizan las prerrogativas ciudadanas. Se ha avanzado mucho, pero también se ha retrocedido con actitudes irrespetuosas al ordenamiento legal que buscan concentrar el poder por encima de lo que determina la CPE, situación que ha derivado en una polarización política del país.

Esta es tal vez la principal complicación que los bolivianos debemos resolver este año 2022, además de varios otros problemas de magnitud, entre ellos, preservar la salud de la población frente a una pandemia que se presenta cada vez con mayores riesgos. La economía siempre se ha constituido en la tarea más difícil por las equivocadas políticas que se han caracterizado por una deficiente administración de los bienes y los recursos naturales, que pese a estar en poder del Estado no se sabe cómo aprovechar sus potencialidades, y se pierden en los desaciertos y la corrupción. A ello se suma la inseguridad jurídica que desalienta las inversiones, perjudica la producción, coarta la iniciativa privada y conduce a desaprovechar las oportunidades. Pese a todas las barreras que se levantan para trabar su desarrollo, es necesario persistir en el esfuerzo colectivo para salir adelante, despegar de la crisis económica que dejó el coronavirus y proponerse un cambio de actitud como única vía para dar el salto hacia adelante y no hacia el precipicio. La reactivación de la economía nacional es posible si oportunamente se adoptan decisiones correctas. Las condiciones están dadas para aumentar la producción integral y no aferrarse a la tradicional exportación de materias primas. Es el momento de la industrialización y la diversificación productiva, porque casi todos los países paralizaron su producción y tuvieron los mismos problemas que Bolivia. Ya se ha iniciado la carrera por la recuperación económica, pero nuestro país nuevamente está partiendo tarde. En realidad parece que todavía se está retrocediendo para tomar impulso. Pero es necesario actuar ya, no se puede seguir perdiendo tiempo.

Paralelamente es necesario enfrentar otros problemas que son causa del atraso nacional, y que tienen que ver con el sistema educativo que ha sido perjudicado en los últimos 15 años intentando politizar la enseñanza. A ello se suma el bache que dejó el coronavirus. La educación es la fuente de donde surgen las iniciativas, el trabajo, la excelencia, la honestidad y los aciertos. Ir para atrás en la educación es condenar al país al atraso permanente. Otro tema ineludible es la Justicia. No puede dejarse pasar más tiempo para reformar el sistema judicial. Un tema que parece crucial tiene que ver con el mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Hasta ahora en el país la recuperación de los recursos naturales ha resultado pasiva, y parece que solamente se los conserva como trofeo de las mal llamadas «nacionalizaciones», y no para que beneficien al país, mediante su industrialización y la necesidad de diversificar y aumentar la producción para satisfacer las necesidades internas primero y exportar los excedentes después. Esa es la matriz del cambio que necesita el país. Lamentablemente, los actuales gobernantes, prefirieron seguir con la receta de los exportadores de materias primas, y parece que se seguirá así, exportando los recursos naturales sin valor agregado. En 15 años de gobierno del MAS no se pudo lograr producir acero en el Mutún y se sigue dando vueltas con el salar de Uyuni donde duerme el litio. Bolivia tiene las mayores reservas del planeta pero los otros países que tienen la cuarta parte de lo que el país posee ya están produciendo. Cientos de millones de dólares se han gastado en proyectos insulsos sobre el litio. Ahora, nuevamente se hace anuncios para experimentar con plantas piloto. Los hidrocarburos, que han sido la base de la economía, han sido mal administrados, se agotan y no se logra descubrir nuevos yacimientos. La minería se debate entre la supervivencia y el daño ambiental. Preservar la naturaleza debería ser propósito central de 2022. Son muchos otros los temas que en el nuevo año se debe tratar, y en una valoración de prioridades, está el respeto a los derechos humanos, la preservación de la vida y derechos de las mujeres, el respeto a la libertad política que el pueblo boliviano ha conquistado con mucho sacrificio: esa libertad que ahora está cautiva de la detención preventiva.

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