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Una boliviana premio mundial pone en valor el uso de plantas por indígenas

La bióloga boliviana Narel Paniagua ha dedicado más de dos décadas de su vida a estudiar el uso de plantas y documentar los conocimientos de pueblos indígenas sobre la vasta botánica en el país, dedicación que le ha valido un reconocimiento internacional por su trayectoria.

La investigadora fue una de las cinco ganadoras del premio OWSD-Elsevier de este año, otorgado en Washington a científicas en países en vías de desarrollo que han logrado generar un impacto demostrable con sus investigaciones.

Paniagua, en una entrevista con Efe, comentó que el pasado año fue postulada para este premio por su mentora en Etnobiología, Mónica Moraes, quien le demostró el amor por «entender y aprender el uso de las plantas» y la importancia del conocimiento tradicional.

La científica trabaja con poblaciones indígenas y comunidades locales de Bolivia, para conocer el uso que dan a las plantas y proporcionarles a esas poblaciones herramientas para la conservación de sus recursos.

A la vez que ayuda a documentar estos conocimientos a través de libros que son entregados a estas poblaciones.

«El conocimiento tradicional es integral, no es simplemente el hecho de saber cómo se usa, sino entender el porqué se usa y cómo se escoge», comentó.

Paniagua trabajó con comunidades campesinas del norte de Bolivia y también con pueblos indígenas como los chácobo, esse ejja, yaminawa, tacanas y lecos de la Amazonía boliviana.

Una de sus mayores pasiones es la investigación de las palmeras y su trabajo en esta área trascendió fronteras, llegando a compartir su conocimiento en comunidades de Madagascar y colaborando en investigaciones sobre la influencia del cambio climático en el uso de las plantas en el Himalaya en lugares como Bután.

«Esta carrera me ha permitido cumplir muchos sueños y conocer lugares que no había imaginado, entonces creo que este (las plantas) ha sido el idioma que me ha permitido comunicarme con muchas personas, es una bendición», aseguró.

Para ella las palmeras son «los árboles de la vida» por su utilidad y porque la mayoría de las personas puede reconocerlas, es por eso que una gran parte de sus investigaciones está dedicada a conocer más sobre ellas.

Uno de los factores importantes en su trabajo es su compromiso para entregar libros a las comunidades con todos los conocimientos recabados, a la vez que se reconozca la autoría de los pueblos indígenas para que toda esa sabiduría perdure.

«En los últimos ocho años hemos debido publicar unos diez libros por lo menos, tratamos de hacer el esfuerzo porque siempre los recursos son limitados y tristemente en nuestro país la publicación es muy costosa», indicó.

A pesar de las dificultades, una gran satisfacción para Paniagua es que los pueblos indígenas al ver esos textos, sus nombres y fotografías, «se sienten valorados y comienzan a valorar más su conocimiento».

Es por eso que este premio le impulsa a continuar con su trabajo y a la vez espera que los estamentos gubernamentales «pongan más énfasis e interés» en la ciencia que se hace en el país.

«Realmente hacemos ciencia de excelencia en Bolivia, no lo digo por el premio, sino porque he aprendido de mis profesores, unas eminencias, que no se les da la (debida) importancia ni la difusión de su trabajo», aseveró.

De la misma forma, resaltó que hay que motivar a más mujeres a ingresar en los campos de la ciencia a través de la educación y el apoyo de las familias para que puedan escoger en libertad lo que ellas quieran hacer y dejar de lado los prejuicios.

Paniagua estudió biología en la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, hizo una maestría en Dinamarca y un doctorado en Madrid, y actualmente trabaja en el Herbario Nacional de Bolivia.

Las otras científicas galardonadas son Tabassum Mumtaz, de la Comisión de Energía Atómica de Bangladesh; Tista Prasai Joshi, de Academia de Ciencia y Tecnología de Nepal, ambas en microbiología ambiental; Uduak Okomo, de la Escuela Londres de Higiene y Medicina Tropical de Gambia, en pediatría y epidemiología; y Amira Shaheen, de la Universidad Nacional An-Najah de Palestina, en epidemiología.

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