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jueves, abril 25, 2024
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Viraje de 90 grados en Brasil

La izquierda fue derrotada en Brasil y todos los análisis y estudios de perspectivas coinciden en que en las elecciones de segunda vuelta del 28 de octubre consolidaran el triunfo del derechista Jair Messias Bolsonaro como Presidente del país más grande del continente, que a su vez tiene la mayor población de la región con 210 millones de habitantes de los que más 100 millones están habilitados para votar. Su influencia en la región y en el mundo es determinante ya que llego a ser la octava economía del planeta, deteriorada en los últimos años por la corrupción y los excesos de los gobiernos de Lula da Silva y sus seguidores.

Para Bolivia, las relaciones con Brasil son determinantes no solamente por constituir uno de los principales mercados para el gas natural y otros productos, sino por ser el país con el que se tiene la mayor frontera. La crisis económica que vivió el gigante latinoamericano parece haber llegado a su fin con el solo anuncio del triunfo de Bolsonaro. Efectivamente, el valor del dólar no solamente dejo de subir, sino que bajo más de tres puntos este lunes, mientras las bolsas de valores subían más de cinco puntos porcentuales.

Parece que los inversionistas y los controladores de los grandes capitales ven en el candidato de la derecha como un aliado con el podrán recuperar el terreno perdido durante los regímenes manejados por el Partido de los Trabajadores (PT) liderado por Lula da Silva.

De hecho, los analistas coinciden en que el gran perdedor de las elecciones del domingo pasado no es el candidato del PT Fernando Haddad, sino Lula, ya que fue designado a dedo a último momento, y durante la campaña se utilizó el eslogan «Haddad es Lula».

Pese a que en política es difícil predecir y las encuestas no siempre aciertan, los estudios sobre preferencia de los ciudadanos van desde las que consideran que puede nivelarse los resultados, hasta los que asignan un 75% de posibilidades a Bolsonaro. De todas maneras, salvo situaciones extraordinarias que vuelquen algunos votos y se lleven a los indecisos, todo parece indicar que Brasil será gobernado por un ultraconservador. Bolsonaro es considerado un político conflictivo con posiciones radicales y hasta ofensivas para los derechos humanos. Durante su vida política ha efectuado polémicas declaraciones que lo pusieron entre los candidatos más resistidos por sus posiciones homofóbicas, racistas y hasta por haber justificado alguna vez el uso de la tortura durante los regímenes militares. Pese a ello, Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), logro 46,04% de los votos, en tanto que Haddad consiguió 29,26%. Ni con el 12% de los votos del tercero en pugna, el prohijado de Lula lograría los votos necesarios.

Esos resultados que se han dado en Brasil en las elecciones del pasado domingo demuestran que parece que los antecedentes de Bolsonaro son considerados pecados veniales frente a la corrupción, desorden y excesos de los gobiernos izquierdistas, cuyo líder, Lula, hoy está encarcelado cumpliendo una condena por corrupción. Se ha dado un viraje de más de 90 grados en las tendencias políticas luego de que los últimos tres lustros Brasil estuvo en una dirección de una izquierda moderada, amiga de los capitales internacionales y de las leyes del mercado, aunque con matices que daban una fuerte involucración del Estado en la economía.

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