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domingo, abril 28, 2024
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Alentador avance agropecuario

Bolivia necesita con urgencia diversificar su producción y generar valor agregado si aspira a consolidar una economía que esté libre de los sobresaltos de los precios de las materias primas. El desarrollo agropecuario es una alternativa viable que el pasado año recibió un interesante impulso con las normas que permiten la producción de etanol, como un primer paso que debe complementarse con el desarrollo de cultivos genéticamente modificados que permitan competir en los mercados internacionales.

El gobierno aprobó la ley que establece el marco normativo que permite la producción, almacenaje, transporte, comercialización y mezcla de aditivos para gasolina y diésel oíl con base en etanol producido en Bolivia. Dichos aditivos reemplazarán a los importados; esta medida permitirá la optimización de la calidad y cantidad de estos combustibles, de acuerdo a la explicación de las autoridades. El proyecto ha sido posible con el concurso de la iniciativa privada que aglutinó a productores de caña de azúcar. Para ello se requieren algunas condiciones de desarrollo y trabajo, como la necesidad y certeza de la vigencia de seguridad jurídica, y medidas legales que abran al país a la biotecnología, y a las exportaciones sin restricciones, de manera que se pueda lograr que, en este rubro, además, se cumpla una función económica y social.

En esa misma línea tendrá que avanzarse para destrabar la producción y liberar las exportaciones. Para lograr este objetivo se requiere el entendimiento y la armonía de varios factores, entre ellos la adopción de políticas de estado claramente definidas y concertadas en sintonía con el sector agropecuario. Ya existen planteamientos que han definido una serie de metas, y la coincidencia de contar con un entorno amigable al medioambiente, y una relación de entendimiento propicio y factible, basado en fundamentos que permitan hacer realidad la aspiración de convertir a Bolivia en un país agro productor.

Convertir a Bolivia en un país agroexportador no es una utopía. Es una alternativa viable que puede hacer realidad el antiguo objetivo nacional de diversificar la producción nacional, y desarrollar nuevos rubros que hagan menos dependiente a nuestro país de la explotación de recursos naturales como hidrocarburos y minerales. Actualmente el agro padece serie de dificultades por lo que la producción de Bolivia se encuentra en el fondo de la tabla de rendimientos agrícolas en la región, de acuerdo con estimaciones del Banco Mundial.

De acuerdo con las estadísticas del organismo internacional, Bolivia se encuentra en 0.3 de una escala de 1 en referencia al total de la tierra cultivada, respecto de la tierra apta. Países como Haití, Cuba y el Salvador han desarrollado mejores condiciones de rendimiento de la tierra y registran indicadores cercanos a uno. Con el objetivo de mejorar el desempeño de las economías de la región, delegados de 17 países aprobaron el año pasado el nuevo plan de acción institucional 2018-2022 del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que busca potenciar la actividad agropecuaria y el desarrollo rural en el hemisferio.

Recordemos que el país luego de alcanzar el año 2016 un interesante crecimiento en la producción agropecuaria sufrió una serie de contratiempos que perjudicaron los rendimientos hasta caer la producción en la mayoría de los rubros. Pero en la gestión 2018, el sector agrícola registro un leve crecimiento, lo que significó una reposición parcial de las pérdidas sufridas en años precedentes, pese a la profundización de problemas como la inseguridad jurídica, presión laboral y presión tributaria, entre otras, que dificultan el normal desarrollo de las actividades productivas.

Respecto a las estimaciones de siembra para la campaña de verano 2018/ 2019, se proyectó una superficie de 1,5 millones de hectáreas, incluido el cultivo de caña, que significaría un incremento de 12% con respecto a la campaña de verano 2017/2018. Esta previsión podría ampliarse para producir más etanol. Considerando la superficie por tipo de cultivo se estima que el cultivo de soya se incrementaría un 15%, el arroz un 16%, el sorgo un 17% y el algodón un 173%, mientras que en el caso del maíz se teme una disminución de 2%. Condiciones para ampliar la producción agropecuaria a rangos de economía de escala existen en diferentes regiones. Lo que falta es una comprensión cabal del significado de libertad económica que salte las trabas que limitan las exportaciones, de manera que se pueda producir para un mercado más amplio, en lugar de aspirar solamente a cubrir el consumo interno.

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