Bolivia ocupa el lugar 15 entre 21 países de América Latina según el Índice Global del Hambre (IGH) que le otorgó un nivel «moderado» con una puntuación de 13,2 proyectada para 2022, aunque con considerables desigualdades internas.
Las organizaciones de cooperación Ayuda en Acción, el Programa País Helvetas y Welthungerhilfe, que conforman Alliance 2015 Bolivia, presentaron este jueves en La Paz el Informe Bolivia 2022 del Índice Global del Hambre (IGH) derivado del informe global desarrollado anualmente desde 2006.
En declaraciones a EFE el director del Programa Helvetas que también es coordinador pro tempore de Alliance 2015, Richard Haep, apuntó que por «primera vez se hace esta investigación en Bolivia» con la finalidad de «tomar medidas» y «hacer recomendaciones» para mejorar esta situación.
El IGH maneja una escala hasta 100 que marca de menor a mayor los niveles de hambre bajo, moderado, grave, alarmante y extremadamente alarmante según los indicadores de déficit calórico, desnutrición aguda, desnutrición crónica y mortalidad infantil en menores de 5 años.
Para su aplicación en Bolivia se ha utilizado información oficial como la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, la Encuesta de Hogares y los datos del Instituto Nacional de Estadística, entre otras fuentes, a nivel de los nueve departamentos del país.
Principales hallazgos
El IGH en Bolivia se estableció desde 1998 cuando alcanzó casi 30 puntos, un nivel «realmente preocupante» aunque en los últimos años esto ha alcanzado un promedio de 10,8 «cerca de una situación moderada», explicó Haep.
Algunos de los aspectos que fueron decisivos para lograr esa reducción del IGH fueron los bonos y subsidios que otorgó el Gobierno y que benefician principalmente a niños y mujeres, señaló.
El estudio permite establecer las «brechas» en el nivel subnacional entre los departamentos de Santa Cruz (5,8) y Beni (7,8), que te presentan los valores más bajos, en contraposición a Chuquisaca (23,2) y Tarija (20,8) que registraron niveles mayores.
Esta brecha por departamento también se traslada en las comparaciones por región puesto que en el llano se tiene «una situación más favorable que en el altiplano», lo mismo que en la comparación entre las categorías urbana (7,6) y rural (18,6).
«Queríamos saber cómo estas desigualdades se expresan en el Índice Global del Hambre», indicó Haep.
Sin embargo, el experto apuntó que no se ha podido llegar a un nivel más específico como el municipal o comunal «porque simplemente no existen estos datos», por lo que alentó a que en el futuro se vaya generando información que permita tomar medidas «más focalizadas».
Conclusiones y recomendaciones
El informe sobre el IGH en Bolivia destacó los «efectos positivos» del desarrollo económico del país en los últimos años y los programas de Gobierno que se consideraron «inversiones» y no gastos sociales.
Para cerrar las brechas entre departamentos y regiones geográficas, se propone «aumentar la cobertura» de esos programas sociales así como «identificar» las zonas en las que se presentan situaciones «especialmente problemáticas».
Aunque la pandemia de la covid-19 tuvo un impacto negativo en el IGH, Haep destacó que el país se haya recuperado «relativamente rápido» de ese golpe que afectó principalmente a las zonas rurales.
Las recomendaciones apuntan a generar datos actuales para que se asuman «medidas focalizadas» sin exclusiones así como abordar la problemática de la obesidad y sobrepeso como caras «de la misma moneda» en la que están el hambre y la desnutrición.
En esa línea, se advirtió que alrededor del 10 % de los niños bolivianos menores de 5 años presentan obesidad y sobrepeso con el riesgo de generar en los siguientes años algún tipo de diabetes.
El Informe del Índice Global del Hambre 2022 identificó a 49 países con un «nivel bajo», 36 dentro del rango «moderado», 35 en una situación «grave» y nueve que llegaron al grado de «alarmante».