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viernes, abril 26, 2024
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El futuro de la Patria depende de cada ciudadano

El día de la Patria es un momento oportuno para que todos los bolivianos meditemos sobre lo que queremos para Bolivia, analizando el pasado, examinando el presente con objetividad y pensando en el futuro que queremos. Nuestra Patria celebra 196 años de vida independiente en los que hemos logrado construir la nacionalidad, pero al mismo tiempo hemos cometido graves errores que hoy se arrastran como rémoras que impiden el progreso colectivo, debilitan la unidad y hacen perder la perspectiva de lo que el país necesita. A ello se suman tragedias como la pandemia que causó la muerte de cerca de 18 mil compatriotas y contagió con coronavirus a casi medio millón de ciudadanos.

No es la primera vez que festejamos el Día de la Patria acongojados por los problemas y vicisitudes, pero felizmente hay entre nuestra gente un germen de esperanza en que podemos encontrar el camino de una unión fortalecida por objetivos y anhelos comunes. Ahora más que nunca tiene que unir a los bolivianos la sangre derramada por los padres de la patria para hacer de Bolivia una nación verdaderamente liebre, soberana, independiente, solidaria y fuerte. Bolivia será eterna y vencerá toda asechanza de fuera y de adentro, por la férrea voluntad de sus hijos. Ese el único camino y no el seguir los senderos que llevaron al desastre a otros países y que están dividiendo a los bolivianos.

En lo que va del presente siglo una serie de acontecimientos han marcado con rumbos esperanzadores el presente y el futuro, y en algunos casos con signos desastrosos. Ha hecho mucho daño el descrédito de los partidos políticos, del Parlamento, de los poderes Judicial y electoral y de las instituciones esenciales. La crisis económica y sanitaria afectó drásticamente a la gente que, cansada de más de lo mismo, busca un verdadero cambio en el que primero se piense en el ciudadano y no en la ideología. Hubo un momento en el que el país se puso de acuerdo y logró elevar del 18% al 50% las regalías de los hidrocarburos, y con el aumento del precio del petróleo el país logró acumular más de 15 mil millones de dólares en reservas, después de haber recibido ingresos como nunca antes. Desgraciadamente todos esos recursos fueron dilapidados irresponsablemente, dejando al país más endeudado que nunca.

Esta situación ha arrastrado una descomposición política y de confianza. La ciudadanía comenzó a desmoralizarse porque se repiten las mismas políticas del pasado, inclusive con una mayor dependencia de los Órganos Legislativo, Judicial y Electoral, del poder central. El desempleo, la pobreza, la corrupción, el narcotráfico y la inseguridad jurídica siguen afectando al país. Ahora, toda Bolivia tiene que trabajar mucho para que sus hijos alcancen la aspiración del «vivir bien» y las tareas de reconstrucción son muchas. Tiene que revertirse la imagen de un país sin justicia ni seguridad jurídica; tienen que garantizarse las inversiones y la propiedad privada. Es necesario poner fin a los avasallamientos de minas y predios fiscales y privados.

Sigue pendiente la tarea de diversificar la producción y aumentar las exportaciones. El país tiene que volcar sus esfuerzos al agro para lograr la seguridad alimentaria. Los hidrocarburos deben ser industrializados en el país lo mismo que los minerales, para dejar de ser un simple exportador de materias primas. El fracaso de la instalación del complejo siderúrgico del Mutún y la inercia en el proyecto del Litio, representan dos grandes frustraciones, Bolivia necesita vencer la cadena de rémoras que le hacen tanto daño, como el odio político, el regionalismo, la discriminación y, fundamentalmente, la política de confrontación, para dar paso a la armonía, tolerancia y comprensión, ambiente en el que toda la ciudadanía unida contribuya a impulsar al país hacia adelante. Al cumplir 196 años de vida independiente, los bolivianos debemos olvidar rencores y trabajar por un presente y un futuro mejor que incluya a todos los ciudadanos.

Nuestra Patria ha alcanzado la libertad en 1825 después de una prolongada guerra por lograr la independencia. Pero esa libertad vino de la mano de la responsabilidad de nuestros actos. Hemos sembrado lo que hoy se cosecha, y a veces hemos cultivado el error. En este momento, más que nunca, es necesario valorar lo que hicimos y lo que estanos haciendo, porque el resultado de nuestras acciones será el fruto del futuro. Si se siembra ignorancia cosecharemos incomprensión, si se siembra violencia y odio, se recogerán respuestas similares. La Patria es responsabilidad de todos, de los casi 12 millones de habitantes, que en este momento, tenemos el deber de contribuir a crear condiciones de respeto, comprensión y tolerancia, frente a actitudes irresponsables, y en esta tarea, todos debemos estar comprometidos.

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