Organismos internacionales han coincidido en señalar que la crisis económica actual será recordada «por ser la peor desde la Gran Depresión». Todos los países sufren los efectos, en mayor o menor medida, de acuerdo a sus debilidades o potencialidades. Según portavoces del gobierno de Jeanine Añez, Bolivia figura entre las naciones más afectadas, con un déficit fiscal de Bs. 20 mil millones, y unas finanzas deterioradas por la anterior administración que dilapidó las reservas nacionales, y malgastó los presupuestos, a lo que se suman los efectos de la pandemia, con lo que la economía ha quedado postergada».
En la actualidad los ministerios de economía de todo el mundo, a convocatoria de la Organizaciones de Naciones Unidas, buscan mecanismos que ayuden a «salir del caos social y económico provocado por la pandemia de COVID-19», aseguró la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, quien se dirigió en una reunión virtual a los ministros de los 193 Estados miembros de la ONU.
El objetivo es concretar opciones políticas con vistas a la recuperación post COVID-19, que se presentarán a los líderes mundiales que se reunirán a finales de este mes.
Aunque la crisis ha afectado a todos, Mohammed dijo que las consecuencias serán peores para las personas más vulnerables del mundo. «Entre 70 y 100 millones de personas podrían verse empujadas a la pobreza extrema; 265 millones de personas más podrían enfrentar una grave escasez de alimentos a fines de este año, y se estima que se han perdido 400 millones de puestos de trabajo». Agregó que además unos 1600 millones de estudiantes están fuera de la escuela y es posible que nunca regresen. «Es nuestra responsabilidad encontrar soluciones inmediatas y duraderas».
Está ya en marcha la iniciativa sobre «Financiamiento para el Desarrollo en la Era de COVID-19 y Más Allá» de la ONU. El objetivo es presentar «un menú único y ambicioso de opciones políticas» a los jefes de Estado miembros de la ONU, para abordar la recuperación a corto plazo, pero también movilizar los recursos necesarios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 y crear un sistema financiero mundial resiliente a largo plazo.
Ministro de economía afirma que el déficit se incrementó
En la coyuntura actual hay países que están sufriendo demasiado por la pandemia y sus secuelas, como Bolivia, que además de salir de una crisis política, «recibió una economía destruida por el anterior gobierno».
El ministro de Economía, Oscar Ortiz, informó que el déficit fiscal al primer semestre de este año llegó a Bs 20.000 millones. Explicó que «el déficit se incrementó de forma considerable a raíz de la cuarentena, establecida por el COVID-19, que provocó una importante reducción de ingresos del Estado, pues las actividades económicas se paralizaron, aunque luego se reactivaron, con limitaciones. La situación se agravó con el bloqueo de recursos desde la Asamblea Legislativa, que impidió que el gobierno movilice Bs. 40 mil millones para aliviar las necesidades de la población y del país».
Sector empresarial preocupado por la pandemia y la economía solicita «pausa tributaria»
El sector empresarial también está preocupado por los temas políticos, la pandemia y la economía, y anunció que prevén una pérdida de cuatro mil millones de dólares del producto Interno Bruto (PIB) en la presente gestión, y por ello requieren que las autoridades implementen medidas urgentes para apoyar a la actividad privada, como la inyección de tres mil millones de dólares y una pausa tributaria.
La inquietud fue dada a conocer, en conferencia de prensa, por el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Rolando Kempff, quien señaló «que solicitan una pausa tributaria por un período similar otorgado a los deudores en la banca, es decir hasta finales de gestión». Aclaró «que no piden eliminación ni condonación, sino una pausa para que el empresario pueda recuperarse y cumplir con todas sus obligaciones crediticias, impositivas y sociales».
El país sufre en este momento las secuelas de la pandemia, que además de muerte y enfermedad, ocasionó el cierre de centenares de empresas, la pérdida de miles de empleos, y el aumento de la pobreza, porque con excepción del sector farmacéutico, el resto de la actividad se vio interrumpida, mermada o cancelada.