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jueves, mayo 9, 2024
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Producción y desperdicio de alimentos

La producción agrícola ha aumentado en todo el mundo casi un 300% en los últimos 50 años, pero la inseguridad alimentaria sigue acechando a muchas regiones. Bolivia ha aumentado considerablemente su producción, pero sin la importación no podría satisfacer todas las necesidades. Inclusive ha perdido algunos productos que hoy llegan del exterior. Pero en nuestro país, como en todo el mundo, más que la falta de alimentos falla la distribución y el manejo responsable, ocasionando un enorme desperdicio, mientras millones de personas padecen hambre. El último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), denominado «estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2023», se calcula que una media de 735 millones de personas padece hambre o malnutrición en el mundo.

La FAO advierte que los alimentos se pierden y desperdician a lo largo de toda la cadena de valor alimentaria: desde la producción, pasando por la manipulación, el transporte, el almacenamiento y la distribución, hasta llegar al consumo. Los hábitos domésticos son responsables de casi 570 millones de toneladas de alimentos desperdiciados cada año en todo el mundo, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Por individuo, cada persona desperdicia una media de 74 kg de alimentos al año.

Y ¿quiénes producen la mayor cantidad de alimentos que llegan a los hogares? Según la FAO, la agricultura familiar produce alrededor del 80 % de los alimentos que consumimos en el mundo. Los pequeños agricultores alimentan a la humanidad a pesar de que sólo son dueños de una cuarta parte de las tierras agrícolas del planeta. La Fundación Solón, señala que, en Bolivia, la agricultura familiar campesina indígena, produce el 96% de los 39 productos que conforman la canasta básica de alimentos. El 65% de los alimentos que consumimos en Bolivia son producidos por la agricultura familiar. Apenas un 3% de los alimentos son producidos por la agricultura no familiar, y el restante 32% es importado. En otras palabras, la gran mayoría de los alimentos destinados a la canasta básica de los bolivianos provienen de la agricultura familiar campesina indígena, señala la Fundación Solón. Pero es evidente que la agroindustria nacional se ha desarrollado y ha dado un salto cualitativo y cuantitativo. Santa Cruz se ha convertido en el principal generador agroindustrial. Los datos de producción de los últimos años son elocuentes.

Pese a los recurrentes conflictos sociales que han perjudicado las actividades agroindustriales, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) informó que el año pasado se lograron récords en las exportaciones y obviamente en la producción. Evidentemente, las Exportaciones No Tradicionales significaron 30% del total y, con casi 3.500 millones de dólares, superan todos sus registros de gestiones anteriores por el gran desempeño de las agroexportaciones, destacando la soya y derivados con un récord de dos millones de dólares, con más de 3 millones de toneladas, su mayor nivel histórico; seguida de la castaña, con 180 millones; la carne y derivados, con un nuevo hito de 154 millones de dólares; los derivados de girasol, con 127 millones; y, las maderas y manufacturas, con casi 90 millones. Esos rubros destacan entre los cerca de 800 productos no tradicionales exportados.

Para la Fundación Solón, «La tragedia en Bolivia fue que el gobierno de Evo Morales en vez de promover la agricultura campesina indígena incentivó a los agroindustriales. Bajo su gobierno se dio más importancia a la producción de la soya que a la producción de la papa. Entre el 2005 y el 2018 la soya aumentó su superficie cultivada en 438 mil hectáreas mientras la papa sólo tuvo un incremento de 35.466 hectáreas. La falta de políticas para fortalecer la producción de la agricultura familiar llevó a que las importaciones de papa se multipliquen dieciocho veces el 2016 en relación al 2006, pasando de 1.282 toneladas a 51.805 toneladas importadas. En el caso del tomate las importaciones aumentaron quince veces pasando de 467 toneladas a 6943 toneladas importadas. Y a nivel de la cebolla de no importar nada en el 2005 llegamos el 2017 a comprar 14.328 toneladas de cebolla de países vecinos.

Todos estos datos demuestran que las potencialidades del país son alentadoras, pero debido a políticas erradas y distorsiones se desperdician oportunidades, se perjudica a sectores productivos con medidas restrictivas, y no se valora el esfuerzo productor de los campesinos ni de los agroindustriales. A ello se suma la triste realidad que hace conocer la FAO sobre el desperdicio de alimentos. En Bolivia no hay estadísticas, pero sin duda es muy alto, mientras mucha gente pasa necesidades. Según la FAO la tendencia del desperdicio de alimentos puede ir en aumento. A medida que crece la población mundial, también lo hace la demanda de alimentos. Así, la producción agrícola ha aumentado en todo el mundo casi un 300% en los últimos 50 años.

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