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miércoles, mayo 15, 2024
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¿Se cumplirán las nuevas promesas ambientales?

Los líderes del mundo se comprometieron a revigorizar los esfuerzos para colocar al planeta en el camino de la sostenibilidad y la resiliencia, es decir, salvar al mundo, luego de que el Secretario General de la ONU, António Guterres, dijo que la humanidad había «abierto las puertas del infierno» al no actuar de manera decisiva contra la crisis climática, durante la cumbre paralela a la Asamblea General de Naciones Unidas que se celebra en Nueva York. Los jefes de gobierno y presidentes adoptaron una Declaración Política en la que reconocen que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no se alcanzarán sin un impulso masivo de inversión para lograr transiciones energéticas, alimentarias y digitales justas y equitativas, y para transformar la educación y la protección social en los países en desarrollo. La declaración renueva el compromiso con la acción inmediata y colectiva para construir un mundo sostenible, inclusivo, próspero y resiliente en el que nadie quede atrás para 2030.

Pero los líderes del mundo, al firmar antes el acuerdo de París, ya se habían comprometido a cumplir una serie de metas frente al peligro inminente que se cierne sobre el planeta por el cambio climático, que es una consecuencia directa de la explotación descontrolada de los recursos naturales, la deforestación, la contaminación ambiental, la sobrepoblación, el uso de productos contaminantes y combustibles que envenenan la atmósfera. Para cerrar «las puertas del infierno», que se han abierto al destruir la naturaleza, es necesario un sincero compromiso ambiental.

La realidad demuestra que poco se avanzó, y además, algunos gobernantes asumen compromisos ecológicos en la cumbre de la ONU, mientras en sus países destruyen los ecosistemas, aniquilan los bosques, contaminan el medioambiente, y hasta dicen proteger a la madre tierra. Es el caso especialmente de Latinoamérica donde la depredación avanza a pasos agigantados. Los informes de varias instituciones defensoras de la naturaleza, afirman que Latinoamérica es la región con mayor pérdida de biodiversidad. Las poblaciones de aves, mamíferos y peces disminuyeron un 69% en el mundo desde 1970, pero en América Latina la cifra alcanza al 94%, según reveló el Informe «Planeta Vivo 2022» elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

La mayoría de los políticos no han logrado comprender que los bosques son el repositorio de diversidad biológica terrestre más grande del planeta. Los bosques desempeñan un papel fundamental en la mitigación y adaptación del cambio climático por su capacidad de capturar carbono atmosférico. Según un informe de la CEPAL, entre 1990 y 2020, la proporción de cobertura boscosa regional disminuyó sistemáticamente desde un 53% a un 46% del territorio. En la década de los años noventa el área boscosa de la región alcanzaba unos 1.070 millones de hectáreas, y para 2010 se había reducido hasta 960 millones, y al 2020 disminuyó hasta 932 millones. Por lo tanto, la pérdida total de superficie cubierta por bosques en toda la región entre 1990 y 2020 alcanzó a 138 millones de hectáreas. Considerando toda la región, entre 1990 y 2020, la superficie cubierta por bosque natural disminuyó en 150 millones de hectáreas, en tanto que la cobertura de plantaciones forestales aumentó en sólo 14 millones de hectáreas.

La situación de Bolivia es realmente preocupante. El análisis de imágenes satelitales muestra que Bolivia pasó de tener 63 millones de hectáreas de bosque en 1985 a 55 millones de hectáreas en 2022. La información evaluada por la Fundación Amigos de la Naturaleza muestra también un retroceso del 56 % de los glaciares. En los últimos dos años, entre 2020 y 2022, Bolivia perdió 800 mil hectáreas de bosque. A ello se suma la minería que no cumple con las recomendaciones ambientales, la explotación irracional del oro que se ha convertido en la peor agresión a la naturaleza de los últimos años, la incursión de carreteras hacia las zonas protegidas y parques naturales, el deshielo de las cordilleras que en el pasado eran coronadas por «nieves eternas», disminuye los caudales de agua para las ciudades. A ello se suma la sequía que ha afectado a más de 27.000 familias y 5.900 hectáreas en todo el país. Lo peor es que se hacen declaraciones de amor a la Pachamama, pero se actúa contra ella. Se ha llegado a decir que la necesidad de proteger el medioambiente era un pretexto del capitalismo. Ojalá que se pudiese establecer mecanismos para efectuar un seguimiento a los países en el cumplimiento de sus propios anuncios sobre la defensa del medio ambiente y el cuidado de los derechos de la Madre Tierra, ante la pérdida de las facultades de fiscalización de los poderes del Estado.

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