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viernes, abril 26, 2024
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A diez años de la marcha por el TIPNIS

Hace ya una década, representantes de más de treinta pueblos indígenas que moran en las tierras bajas realizaban una marcha en demanda de respeto a sus territorios y a sus derechos. La respuesta fue una brutal agresión del gobierno de Evo Morales que movilizó a policías y militares para interceptar a los marchistas en Chaparina un lugar del Beni, hasta donde había llegado la marcha el 25 de septiembre de 2011. Niños, mujeres y hombres fueron agredidos, amordazados, amarrados, golpeados y muchos detenidos. Durante la actual marcha indígena se recordó ese episodio afirmando que el trato a las etnias nativas no ha cambiado en la actual administración.

Recordemos que la Octava Marcha en defensa la tierra reunió a unos 1500 indígenas entre hombres, mujeres y niños que defendían el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). Los responsables de la represión continúan en la impunidad pese a que causaron más de 100 heridos y unos 200 detenidos, además varios niños y niñas que fueron separados de sus padres. Hubo hombres y mujeres maniatados con cinta adhesiva en la boca, Las imágenes de videograbaciones mostraron a indígenas golpeados, arrastrados por los efectivos de seguridad. Se vulneraron los más elementales derechos de las personas y pese a que se iniciaron acciones judiciales tanto en el país como ante organismos internacionales, hasta ahora no se ha podido encontrar justicia.

En la actualidad, los indígenas reeditan su marcha que comenzó el mes pasado desde la ciudad Trinidad y desde otras poblaciones del oriente y del Chaco, para llegar a la ciudad de Santa Cruz. Su objetivo era estar para el aniversario cruceño, pero la fatiga y algunas demoras impidieron ese propósito. Ahora ya están más cerca y representantes de otras regiones se sumaron a la marcha. Sus reclamos tienen similares demandas de las anteriores marchas, pero ahora anunciaron que harán conocer todas sus demandas al llegar a Santa Cruz, que incluyen nuevas posiciones, entre ellas, la formación del parlamento indígena.

Uno de los testimonios más completos de lo ocurrido en Chaparina es el trabajo de investigación de la Defensoría del Pueblo, que recogió evidencias documentadas de todo lo ocurrido. El Informe Defensorial, entre otros testimonios, refleja los hechos desde la preparación, cuando se contrataron los buses para llevar a los policías, la llegada de las tropas al campamento donde se encontraban los marchistas, los primeros contactos entre indígenas y policías, cuando se les dijo que los efectivos estaban ahí para resguardar la marcha. El informe dice que el día 25 de septiembre de 2011 «al amanecer, varios marchistas se percataron del tránsito de 7 vehículos cargados con policías, quienes ingresaron por la parte posterior del lugar donde acampaban. Esto, a fin presuntamente de realizar un cerco. Por su parte, otras personas observaron ese día vehículos camuflados con hojas de caña. Aproximadamente a las cinco y veinte, la Policía dio inicio al operativo de intervención de la marcha. Se dispararon gases (los marchistas refieren haber escuchado detonaciones) en momentos en que en el campamento las personas en general se hallaban desprevenidas realizando las diversas actividades, pues además, la Policía reiteró que ellos estaban ahí para resguardar a los marchistas, por lo que estos estaban despreocupados, como lo refiere el testimonio siguiente: (…) el domingo como nosotros estábamos de guardia hablando con ellos (los policías), ellos nos dijeron – no hermano vamos a resguardarlos».

Reproducimos algunos párrafos del extenso informe: «Según varios relatos, el ataque se inició con la orden de alguno de los oficiales que estaba en el cerco y con una ráfaga inicial de gases que llegaban de varios lugares, debido al cerco ejecutado previamente al ataque, esto dejó en estado de confusión y temor generalizado a los marchistas, pues los gases llegaban como una lluvia, tal como refieren varios testimonios… la cantidad de efectivos, obligó a mucha gente a emprender la retirada y no resistirse». (…) Uno de los asignados a seguridad de los marchistas, relató que al comenzar la gasificación «yo dejé a mi compañera en la entrada, tuve que disparar al campamento porque era uno de los representantes de mi organización de la guardia y he corrido a traer mi arma que era una honda que nos habían dado para seguridad, entonces recogí mi honda y volví de nuevo, ya más policías se acercaron al lugar… teníamos dos grupos que estaban repartidos, así que no pudimos detener a la policía, entraron rápidamente y todas las organizaciones retrocedieron y empezaron a dispersarse por diversos lugares». En muchos casos, debido a las acciones de la policía que además de impedir violentamente la huida de las personas, cometía atropellos, lo que provocó la reacción indignada de varias personas.

Más adelante, luego de tomar el campamento, el informe continúa señalando que «A medida que la policía reducía y dominaba a las personas del campamento, comenzó a organizarlas y dividirlas en grupos, los hombres por un lado y las mujeres por otro, procedieron a conducirlas con rumbo a la carretera y no se les permitía recoger sus pertenencias. Un grupo fue introducido por la fuerza a los buses, ante la negativa, les aplicaban golpes. Los cuatro buses estaban organizados y numerados previamente. Otros fueron conducidos a las camionetas con rumbo a Yucumo, en varios casos con las manos atadas y boca abajo. En muchos casos los policías insultaron, empujaron y golpearon a los marchistas sin importarles que algunos estuviesen heridos o clamen por sus hijos, impidiéndoles llevar sus pertenencias, agua y alimentos».

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