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jueves, mayo 2, 2024
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Bolivia arrecia protección y resguardo de patrimonio

Nara María Romero

En los últimos 10 años Bolivia intensificó la protección y resguardo de sus bienes patrimoniales, pero hoy la batalla librada es más agresiva ante la desmemoria de coleccionistas y museos que no devuelven las piezas prestadas.

La jefa de la Unidad de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Culturas y Turismo, Carmen Beatriz Loza, declaró que históricamente el Gobierno boliviano ha sido tímido en solicitar restituciones, a diferencia de otros países latinoamericanos como Perú.

Loza recordó que alrededor de 1930 se realizaron las primeras solicitudes a coleccionistas e investigadores extranjeros, principalmente de Estados Unidos y Europa, que venían con el propósito de formar recopilaciones arqueológicas.

«En 1880 se formaron colecciones que fueron sacadas del país con el argumento de que cada objeto era doble, cuando cada pieza era única según investigaciones actuales», comentó.

Asimismo, en el siglo XIX, el primer bloque de piezas arqueológicas, de aves y algunas histórico-artísticas fueron sacadas por el francés Alcide D’Orbigny hacia Alemania, quien también extrajo las actas de capitulación de la ciudad de La Paz.

La funcionaria aseguró que el museo de Historia Natural de París, Francia, tiene especies bolivianas en colecciones europeas formadas con el deseo de afirmar la idea de que eran superiores, y estaban en un punto de desarrollo cultural mucho más elevado que los pueblos americanos y andinos.

Según esos investigadores del viejo continente, las muestras extraídas representaban un pasado muy remoto para ellos y esas civilizaciones tenían que ir hacia la evolución, agregó.

Casos como el del coleccionista alemán Max Uhle salieron a relucir en la entrevista, porque trataba de salvajes a los bolivianos, hecho que le impidió realizar investigaciones en las ruinas de Tiahuanaco, a 70 kilómetros de La Paz.

Posteriormente, durante la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y Paraguay, aparecieron las misiones procedentes de Estados Unidos con investigadores como Wendell Bennet, descubridor de piezas en Tiahuanaco, y que luego se llevó en calidad de préstamo con fines científicos, y hoy son reclamadas por el Gobierno boliviano.

Loza comentó que ya en el siglo XX cambió la formación de colecciones al nacer un tipo de nacionalismo en el país suramericano que limitó el acceso de misiones arqueológicas, política seguida hasta los años 90.

Destacó el papel de compañías mineras, que en su momento tuvieron un peso político en la historia al quitar y poner gobiernos, que recibían a los empresarios y organizaban los permisos de salida de piezas junto con los minerales.

Instituciones culturales como la Sociedad Geográfica de La Paz, por ejemplo, garantizaron el 50 por ciento de lo excavado para Bolivia y la otra mitad para Francia.

La historia que no admite olvidos

Para Loza, los antecedentes históricos son fundamentales para saber qué reclama Bolivia.

«Una parte de los reclamos tiene que ver con las devoluciones, porque creemos que es parte de una ética, aunque los años hayan pasado, pero ha habido compromisos de préstamos y los tenemos identificados», afirmó.

Explicó que están en un proceso recordatorio a museos como el de Historia Natural de Nueva York y el Orsay de Francia sobre la restitución de piezas en esa situación.

Un problema hoy -añadió- es que los países europeos nacionalizaron las colecciones anteriores a 1990 al suscribirse a la Convención de 1972 de la Unesco, sobre la salvaguarda de aquellos bienes de patrimonio cultural o natural que presentan un interés excepcional, y exigen conservarlos como elementos del patrimonio mundial de la Humanidad.

De igual modo, firmaron el Convenio Unidroit de 1995 sobre objetos culturales robados o exportados ilegalmente, que respalda la disposición de la Unesco en el área del retorno y la restitución de objetos culturales. «Todo lo anterior al año 90 fue nacionalizado y forma parte de su patrimonio, de ahí las limitaciones nuestras para repatriar esas colecciones», subrayó.

Resaltó que en el caso de objetos pertenecientes a sociedades indígenas y cultura viva de Bolivia se ha podido negociar las restituciones.

Un ajuar funerario es actualmente reclamado por el grupo étnico Kallawayas, salido en 1970 cuando existían todas las disposiciones legales que lo impedían y fueron violadas por diplomáticos, quienes utilizaron sus valijas para transportarlo por Lima, Perú, y ahora expuesto en el museo de las Culturas del Mundo de Gotemburgo, Suecia.

Loza comentó que enfrentan muchos obstáculos, entre ellos la exigencia por parte de los museos de documentación probatoria difíciles de encontrar sobre las piezas, y cuando logran entregarla, imponen condiciones de almacenamiento en el territorio de origen, seguros costosos, entre otros.

Bolivia está en dificultades muchas veces de cumplir con esos requisitos, y aunque es una lucha desigual, cada pieza restituida es una victoria, ratificó.

Cambio de mentalidad

Las restituciones de piezas patrimoniales a Bolivia en 2018 fueron voluntarias por parte de coleccionistas privados que sus abuelos sacaron del país, muestra del cambio de mentalidad sobre el tema sin la mediación de las embajadas.

Por otra parte, Loza destacó estrategias como la aplicada el pasado año con videos en aymara-español dirigidos a residentes en la frontera con Perú.

Loza explicó que Bolivia comparte con Lima el lago Titicaca, zona fronteriza por donde salieron muchas piezas arqueológicas, de ahí la importancia de preparar a la población para evitar el tráfico ilícito.

‘Trabajamos en la concientización con un mensaje importante. No solo nos roban el objeto, sino la historia, la cultura y la historia detrás de cada pieza robada’, culminó.

A pesar de los obstáculos por parte de coleccionistas y museos extranjeros, Bolivia no abandonará el empeño de recuperar sus bienes patrimoniales, y su mayor prueba es y será la historia.

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