Cuando la propaganda, la politiquería y la demagogia tienden su manto y tapan posibilidades de transparencia, los gobernantes pueden engañar algún tiempo, pero tarde o temprano la realidad tiene que poner las cosas en su lugar. Algo de esto está ocurriendo en el país al conocerse los principales indicadores económicos.
Uno de ellos y que es determinante para todo país tiene que ver con las inversiones. En los últimos 14 años solamente ha habido inversión del Estado y muy poca la llegada de capitales privados y tecnología. La reticencia de la llegada de capitales frescos es notoria y tiene su razón en la desconfianza e incertidumbre después de las supuestas nacionalizaciones y las permanentes denuncias de corrupción, a lo que se suma la inseguridad jurídica, con un sistema judicial cooptado por el poder central. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que la Inversión Extranjera Directa (IED) en Bolivia, disminuyó un 56% en 2018 con respecto a 2017, el nivel más bajo desde el año 2007 y el de menor valor de Sudamérica (sin contar Venezuela).
El déficit financiero es cada vez mayor. Los primeros siete meses del 2019, el país registró déficit comercial de 671 millones de dólares, debido a la baja de las exportaciones en 6 por ciento y un crecimiento de las importaciones del 4 por ciento, respecto a lo registrado en el mismo período de la pasada gestión. La deuda externa del país subió a 10.605 millones de dólares hasta a julio, sin contar la deuda interna. En siete meses, los desembolsos a favor del Estado fueron por 671 millones de dólares. Nuestro principal acreedor es China con créditos que no generan absolutamente ninguna posibilidad de retorno. El gobierno resalta el aumento de la inversión pública nacional que pasa de los cinco mil millones de dólares en la presente gestión, lo que representa el 11 por ciento del Producto Interno Bruto. Pero la mayoría de los analistas económicos deploran que este esfuerzo no es bien canalizado a sectores productivos y previo estudio serio de factibilidad de los proyectos, y critican que a costa de esas inversiones improductivas el país mantiene un déficit público desde hace cinco años a lo que se suma la merma de las Reservas Internacionales Netas (RIN) que ya llega a los siete mil millones de dólares.
Mientras tanto no se han logrado descubrimientos importantes de hidrocarburos, para hacer frente al agotamiento paulatino de los tradicionales campos de gas natural, y el surgimiento de un nuevo escenario con la aparición de fuertes competencias en la región para acceder a los principales mercados del gas.
Como si todo eso fuese poco, ahora se tiene que sufrir las consecuencias de las tensiones entre Estados Unidos y China. Hoy callan los que sostenían que la economía nacional estaba blindada. Un trabajo de investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI), y una universidad señala que la guerra comercial entre USA y Asia ya está afectando a toda la región y nuestro país n o escapa a esos efectos.
Por otra parte, el Índice de Incertidumbre Mundial en el comercio del FMI, basado en los informes de la Ecomist Inteligence Unit (EIU) que estima que los países que registraron los mayores niveles de incertidumbre en el segundo trimestre de 2019 fueron México y Bolivia. Entre los países de la región, Brasil fue el que mostró el mayor nivel de incertidumbre para el tercer trimestre de 2018.