De acuerdo a datos recogidos por la historia, en tiempos pasados se decía «Barriga llena corazón contento», un eslogan y a la vez un adagio, que mantuvo por determinado tiempo a un partido en el poder que luego fue defenestrado por una revolución «pacifica», denominada de «la restauración» cambiando dicha frase por «La Patria es lo primero de lo primero».
Con el correr de los años pasaron varios presidentes unos mejores o peores que otros, los que se decían estadistas y efectuaban planeamiento económico social para apoyar sus políticas y quienes se decían populistas y que clamaban que la clase «explotadora», los que defendían la producción, servicios y economía nacional, trabajaban las minas y se preocupaban de generar fuentes de empleo, debían ser postergados para el ascenso de las masas.
El pueblo, sin ánimo de ofender, clamaba «fuera los politiqueros, los mediocres y pseudo izquierdistas», y ganó las calles junto a estudiantes, universitarios y el magisterio para lograr el retorno a la vida democrática a partir del año 1982.
Con la presencia de la pandemia del coronavirus, se desplomaron a nivel internacional, mundial, las economías de los Estados y se demostró que de nada valían las panderetas del derecho al trabajo, la educación, etc., cuando de por medio estaba y está el derecho a la vida, máxima expresión y realidad del ser humano que requiere de la comprensión de sus gobernantes que se deben interesar en generar políticas de Estado, que hagan posible un vida digna, para encarar políticas públicas que hace a los Factores Político, Económico, Psicosocial, Tecnológico y Militar.
Estamos presenciando que, pese a todo esfuerzo, en países desarrollados, industrializados, como Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra, España, México, Brasil, entre otros, la pandemia arrasa con las argumentaciones de falta de previsión cuando en realidad se debería tratar de impulsar, desde los primeros años de edad de niños, a identificarse con su derecho a la vida y por consiguiente a defender sus otros derechos. De qué vale se explique que los niños tienen derecho a tener leche, alimento, los jóvenes al estudio, trabajo, vivienda, cuando de por medio están las calamidades que atentaron contra el ecosistema, con el permiso para incendiar miles de hectáreas y desarrollar los prototipos de la explotación de productos y alimentos «balanceados» que llevan a pensar que la improvisación mercantilista y los imperialismos se adelantaron para hacer más fácil la expansión de la pandemia.
Viene al caso la expresión de los historiadores, Denice Dresser y Jorge Volpi cuando hacen referencia a la política y los políticos en México, que por trascendencia se puede identificar con lo que acaece en nuestra patria: «¿Cómo vivir en un país donde los héroes son villanos y los villanos son aún peores? ¿Cómo entender una nación que se siente orgullosa de sus prejuicios y vitupera a quienes intentan mejorarla?
Habría que parafrasear ¿Cómo prosperar en un lugar donde los políticos, los partidos, los empresarios, los dirigentes sindicales que defienden y dependen de una ideología determinada, parecen empeñados en aplastar a la sociedad civil?
Se requiere una economía basada en un acertado planeamiento para lograr efectividad y por tanto, progreso generador de desarrollo integral.
Se debe priorizar el derecho a la vida.